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Crítica de 'Historia de los vertebrados', de Mar García Puig: la locura como forma de control

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Mar García Puig: "La locura no se puede atajar totalmente, hay que aceptar que está ahí"

La escritora y diputada construye un excelente ensayo sobre la falta de salud mental como instrumento de censura hacia la mujer, especialmente tras el embarazo

La escritora y diputada Mar García Puig.

La escritora y diputada Mar García Puig. / RICARD CUGAT

Anna Maria Iglesia

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Comencé 'La historia de los vertebrados' con muchas dudas y prejuicios, en parte motivados por el hartazgo de ver cómo la maternidad ha terminado convirtiéndose en una moda adecuadamente explotada por la industria editorial. Sin embargo, Mar García Puig consiguió en pocas páginas desmontar cada uno de ellos. 'La historia de los vertebrados' no tiene nada de producto comercial; todo lo contrario: tras la apariencia de novela autobiográfica, encontramos un ensayo de crítica cultural sobre la vinculación secular entre locura y maternidad y sobre la locura como instrumento de poder y censura versus la mujer.

García Puig retoma las reflexiones sobre la locura de Michel Foucault, que describe el manicomio como un espacio heterotópico en el que la sociedad encerraba y apartaba a quienes no encajaban en ella, a aquellos que, dicho coloquialmente, se salían de la norma. García Puig va más allá: analiza la maternidad como otro posible espacio heterotópico en cuanto funciona como lugar en el que circunscribir a la mujer en un rol determinado y al que Virginia Woolf daría el nombre de 'ángel del hogar'.

La autora articula su ensayo a partir de su propia experiencia personal: el día en que se celebraban las elecciones que le permitirían entrar como diputada en el Congreso de los diputados, daba a luz a sus dos hijos y daban inicio meses de ansiedad y miedo a causa de una depresión postparto. Se sitúa así en un lugar doblemente heterotópico, el de la maternidad y el de la locura. “La locura puerperal desafió la hegemonía de la ideología doméstica. Las mujeres abandonaban sus tareas, retaban a sus maridos […] eran un fracaso viviente del modelo de mujer victoriana, un espectro distorsionado de sí mismas”, apunta García Puig, señalando cómo los tratamientos psiquiátricos –del manicomio a las lobotomías, de los electroshocks a los antidepresivos- se convirtieron en prisiones morales: formas de castigo, de reclusión y de corrección para las que se salían de un rol que, con otros ropaje y otros modos, todavía sigue vigente, ahora emparentado más que nunca con la idea de fracaso: como madre y como profesional.

Ese doble fracaso subraya aún más la separación entre dos esferas –la privada y la pública- y que ejerce una nueva violencia sobre la mujer: la maternidad no como libre opción, la maternidad como renuncia o la no maternidad como elección todavía hoy cuestionada. Se cuestiona a la profesional que no es madre y, a la vez, a la madre que no hace carrera, porque, a día de hoy, la maternidad sigue siendo un obstáculo para el acceso a la esfera pública. Lo prueban los datos -“los ministros de gobierno sin hijos conforman el 9 por ciento de la totalidad de los ministros hombres, mientras que las ministras que no son madres son el 45 por ciento”- y lo prueban los hechos: a la autora se le prohíbe el voto telemático a pesar de tener su hija ingresada porque su caso no lo contempla el reglamento del Congreso.  

La autora entremezcla su experiencia personal con un detallado trabajo archivístico a través del cual rastrea la historia de esas mujeres a las que la locura postparto condena y que encarnan esa violencia estructural que estuvo amparada por un discurso médico determinado por el patrón masculino y patriarcal, tal y como observa Marta Sanz en 'Clavícula'. Mar García Puig encuentra en estas mujeres una historia compartida, consigue llenar ese referente vacío dentro del relato de la locura, a la vez que se detiene en cómo dicho relato ha ido modificándose a lo largo del tiempo, manteniendo, sin embargo, sus mismas lógicas de control y restricción.

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