ESCENA ALTERNATIVA

La Sala Hiroshima, en la cuerda floja

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Marta Cervera

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La Sala Hiroshima está en peligro y si nada cambia dejará de existir tal y como la conocemos en diciembre del 2021. El local que en seis años se ha convertido en referente indiscutible de las nuevas tendencias de danza contemporánea y nuevas dramaturgias del cuerpo, donde han actuado importantes referentes internacionales y nuevas promesas nacionales, dejará su caja negra en Vilà Vilà dentro de un año y dos meses. La propiedad ha decidido recuperar el local y no descarta venderlo. "Íbamos a cerrar al final de este año pero tras la llamada de los responsables de Cultura del Ayuntamiento preocupados por el futuro de la sala nos hemos dado un año de plazo para buscar una salida",  ha explicado <strong>Gaston Core, director del espacio artístico</strong> en la presentación de los dos espectáculos que ofrecerá en noviembre dentro del Grec a Grec. Esta semana también se reunirá con la Generalitat. "Han sido menos claros que el Ayuntamiento pero están abiertos a apoyarnos con subvenciones plurianuales".

Equilibrismo cultural

Este ha sido un año complicado a causa del covid-19 pero la precariedad venía de antes para esta sala, habitual de festivales como el Grec, donde han actuado artistas como Eurípides Laskaridis. "Siempre hemos hecho equilibrios. El apoyo de las administraciones ha sido limitado e incierto", critica. "Tenemos que pedir subvenciones cada año, programamos sin saber qué financiación habrá  y cuando nos llega es a final de temporada". 

La crisis sanitaria y económica lo ha complicado todo. Los propietarios del local no pueden mantener por más tiempo el alquiler reducido del que ha disfrutado hasta ahora la Hiroshima. "No saben aún qué harán pero contemplan vender el local. La licencia de nuestra sala va también unida a la del bar", cuenta Core. 

El responsable de la Hiroshima no descarta trasladarse a otro lugar.  ¿Una fábrica de creación? ¿El Mercat de les Flors? "La idea de compartir sinergias y rentabilizar espacios sería viable.  Pero nos gustaría mantenernos como productora de proyectos más que como sala de exhibición. Lo ideal sería disponer de recursos tanto para acompañar a artistas locales como para invitar a artistas internacionales como hasta ahora, a fin de conectar con nuevas miradas y tendencias". El Tantarantana y el Espai Joan Brossa se convirtieron en su día en fábricas de creación, término que horripila a Core pues "implica una lógica industrial alejada de la visión de proyectos con sello independiente". Puestos a soñar, su ideal sería un local que permitiera no solo exhibir sino "tener un anexo para recibir a artistas, hacer coproducciones y dar apoyo a la creación". 

Por ahora, la Hiroshima se centra en los proyectos más inmediatos que presentará en esta extraña reentrée: 'The national body' una propuesta con dramaturgia del polifacético director Pau Masaló sobre la identidad individual frente a la grupal  (del 13 al 15 de noviembre) y 'Calle sombra', lo último de David Espinosa (del 27 al 29 de noviembre). 

Preocupación en el sector

Hay más salas que temen por su viabilidad, con los ingresos reducidos debido a la restricciones del 50% del aforo por el covid-19 y las ayudas extraordinarias prometidas por el Ayuntamiento aún por llegar. Se espera que se concreten esta  semana pero hay preocupación en el sector. Como la Hiroshima, la mayoría de proyectos independientes no tienen un espacio en propiedad y temen por su futuro. La situación no es nueva pero ahora, con la crisis económica, se ha agravado. En la mente de todos está la desaparición de salas tan emblemáticas como el <strong>Club Capitol</strong> y la lucha del <strong>Antic Teatre</strong> para asegurar su continuidad en el centro de Barcelona. 

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