'La claridad': Don de la ebriedad

Claudio Rodríguez abría su inolvidable poema ‘Don de la ebriedad’ con este verso: “Siempre la claridad viene del cielo”. Pues bien, el argentino Marcelo Luján (Buenos Aires, 1973), afincado en Madrid desde 2001, ha ganado el VI Premio Ribero del Duero con unaclaridad menos cristalina, pero igual de ebria. Estamos ante un conjunto de cinco relatos al que en el proceso de edición final se añadió un sexto cuento con el que se cierra el libro y con el que se atisba algo de esperanza, aunque leve, muy leve.

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Porque 'La claridad' es un libro anclado en la violencia, en el ímpetu de la desesperación y de la desesperanza, en las traiciones, en los vínculos que vienen de muy lejos y que son muy antiguos, en los cuerpos ensangrentados como antesala perfecta de unas vidas que penden de un hilo. Un libro varado en una suerte de venganza que llegará más tarde, pero que llegará mejor: “A veces un cuerpo es la salvación: la única oportunidad de redimirse y por qué no de vengarse.” Una claridad a la que siempre le acecha la oscuridad que se cuela en la vida de unos personajes y lo hace de una forma silenciosa. Y no diré tranquila.

La mano diestra de Luján modula el curso de los acontecimientos en todos y cada uno de estos seis relatos haciendo que parezca que “nada de lo que sucederá a partir de este momento debería suceder nunca.” Desde un dominio eficaz y seguro del tempo, jugando seriamente a que un realismo insólito quede atravesado por la conciencia de una voz narrativa capaz de tomar el pulso acelerado de la narración y del lector Luján ha escrito un libro como un corte limpio.