ESTRENO EN 'STREAMING'

Sergei Loznitsa: "Rusia es la definición misma del infierno"

El cineasta ucraniano estrena este jueves en Filmin dos documentales, 'The trial' y 'Victory day'

El cineasta ucraniano Sergei Loznitsa

El cineasta ucraniano Sergei Loznitsa

Nando Salvà

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A lo largo de casi dos décadas, tanto en el ámbito de la ficción como en el de la no-ficción, el cineasta Sergi Loznitsa ha permanecido obsesionado con la historia de la Unión Soviética y su legado en Europa Central y del Este. En 'The trial', sirviéndose exclusivamente de imágenes de archivo de 1930, recrea un proceso judicial orquestado por Stalin con fines propagandísticos, y en el que un grupo de economistas e ingenieros fueron injustamente acusados de planear un golpe de Estado. Se trata de una de las dos películas que el ucraniano estrena este jueves en España a través de la plataforma Filmin; en la otra, 'Victory day', retrata una celebración prorrusa en Berlín para analizar conceptos como el patriotismo y la memoria..

¿Qué relevancia tienen para el público actual las imágenes de archivo que componen 'The trial'?

La película es un documental completamente auténtico y fidedigno en el que, paradójicamente, nada de lo que se dice es cierto. Las imágenes son reales, pero la historia y sus protagonistas no lo son: tanto los jueces como los letrados mienten permanentemente, también los testigos y los acusados. Es una farsa disfrazada de verdad y, por tanto, algo de rabiosa actualidad. Porque hoy vivimos en un mundo cada vez más azotado por la manipulación mediática y las noticias falsas, y basamos nuestro sentido de la realidad en imágenes que en realidad son fácilmente manipulables.

¿Y qué importancia histórica tiene el juicio que la película documenta?

La dictadura de Stalin se propuso inocular el miedo en la mente y el corazón de cada uno de los ciudadanos soviéticos. Y este proceso judicial en concreto representa uno de los primeros pasos hacia una de las épocas más sangrientas de la historia de Rusia, la de las famosas purgas, durante la que se produjeron buena parte de las 15 millones de muertes que, según se calcula, el poder soviético causó en su población a lo largo de toda su historia. Si también tenemos en cuenta a quienes pasaron años en prisión o en campos de trabajo, se calcula que unos 60 millones de soviéticos fueron víctimas del estalinismo. Eso significa que, en la actualidad, todas las familias rusas tienen antepasados que fueron víctimas de Stalin.   

La película funciona como una relectura del típico drama judicial popularizado por Hollywood. De hecho, buena parte de sus documentales se sitúan muy cerca de la ficción...

En efecto. Con mi trabajo como documentalista trato de analizar el grado de la teatralización que lo que conocemos como realidad acarrea. Desde el momento en el que un acontecimiento real es capturado por una cámara, sus protagonistas se convierten en actores y el que está detrás de la cámara funciona a la manera de un narrador. Por tanto, la realidad queda convertida en un espectáculo.

Pero, para muchos espectadores, las imágenes de archivos históricos son sinónimo de realidad, de verdad. ¿No le plantea usarlas un problema ético?

No, y explico por qué. Si yo grabo a un grupo de matones mientras le pegan una paliza a un inocente, entonces esas imágenes son inmorales, porque en lugar de grabar yo deberís haber ayudado a la víctima. Pero si yo obtengo ese material gráfico sin cometer un delito o transgredir una norma, entonces no hay debates éticos. Por lo que respecta a los espectadores que confunden los documentales con la verdad, la culpa es de los documentalistas que los incitan a hacerlo.

Usted lleva toda su carrera reflexionando sobre la historia rusa y soviética. ¿Cómo la definiría en unas pocas frases?

La tragedia de Rusia es que las mismas cosas terribles han sucedido allí una y otra vez. Para mí, eso es la definición misma del infierno. A lo largo de su historia ha imperado una mentalidad criminal y que, en general, el pueblo ruso ha colaborado en su propia opresión. Educar a toda una nación es difícil, especialmente si esta no quiere ser educada. Y me temo que en Rusia, y en Ucrania, y en otros lugares de Europa del Este, sigue triunfando la mentalidad soviética. La enfermedad sigue circulando.