ÉXITO SINFÓNICO

La OBC brilla con un canto por la paz en Tokio

Los hermanos Yoshida tocan el shemisen junto a la OBC, en Tokio., este miércoles.

Los hermanos Yoshida tocan el shemisen junto a la OBC, en Tokio., este miércoles. / periodico

Marta Cervera

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La OBC ha sorprendido este miércoles al público japonés con un concierto que conectaba Europa y Asia en Bunkamura Orchard Hall. Es una sala para 2000 personas, situado en Shibuya, el barrio de moda de Tokio que bulle de actividad, tanto de día como de noche. Allí suele actuar la Filarmónica de Tokio, una de las siete orquestas sinfónicas de la ciudad. Todas las localidades estaban vendidas para el que ha sido el primer concierto de la OBC en la capital, tras concluir en la capital sus interpretaciones de la ópera 'Turandot', de Puccini.

La primera parte incluía una curiosa obra del catalán Fabià Santcovsky 'Concierto para dos shamisens y orquesta', una pieza en la que los instrumentos solistas son guitarras orientales antiguas de tres cuerdas y largo mástil. La obra, encargo del Auditori, fue creada como homenaje a Pau Casals, reconocido embajador de la paz que hizo célebre su interpretación con violonchelo de 'El cant dels ocells', música a la que alude la obra de Santcovsky, descendiente de moldavos. Kazushi Ono, titular de la orquesta barcelonesa muy querido en su país, dio una pequeña explicación justo antes de empezar el concierto. La acogida del público fue excepcional. Y no era para menos.

Homenaje a Casals

Los hermanos Yoshida que estrenaron la pieza en Barcelona esta temporada son unos grandes y versátiles artistas. Superaron con nota el reto de acoplarse a la partitura en una obra muy orgánica, donde se podía escuchar el viento, las cigarras y los pájaros. Para agradecer los aplausos del público, que también se volcó con el compositor cuando salió a saludar, el duo japonés ofreció como bis una versión de 'El cant dels ocells' donde se podía reconocer la melodía, algo apenas distinguible en la obra de Stancovsky.   

En la segunda parte la OBC brilló con la 'Novena Sinfonía' de Beethoven, obra maestra que acaba con un gran canto a la fraternidad. El 'Himno a la alegría', inspirado en un poema de Schiller, sonó compacto pero demasiado marcial interpretado por las 83 voces del Tokio Opera Singers.

La orquesta transmitió toda la fuerza, energía y lirismo de la partitura. Kazushi Ono extrajo lo mejor de sus músicos, todas las secciones estuvieron atentas y compenetradas. Todo fluyó, especialmente las cuerdas. Tanto los solistas europeos como japoneses estuvieron a la altura, especialmente el bajo Hidekazy Tsumaya y el tenor David Pomeroy. No tanto la soprano Jennifer Wilson y la mezzo Etsuko Kanoh.

Al terminar, una sonora ovación estalló en la sala y algunos espectadores incluso se levantaron a aplaudir, algo que no se estila demasiado entre el público japonés, más bien discreto, por lo general. La gente salía feliz.  Y los músicos también. Esta vez habían sido los únicos protagonistas de la velada, no como ocurrió en el Auditori la última vez que interpretaron la 'Novena' con una puesta en escena de la Agrupación Señor Serrano que dividió a los espectadores. 

Sonido de Gaudí

El titular de la OBC, radiante tras su primer concierto sinfónico en Tokio con su orquesta barcelonesa, considera que tras cuatro temporadas el sonido es magnífico. "Me recuerda a la arquitectura de Gaudí. Es un sonido con una base muy sólida pero que se eleva y tiene mucho color. Llevamos tiempo trabajando juntos y eso se nota. Hay un marco común y los músicos se sienten dentro de él. Es justo lo que busco".

Tras el primer concierto sinfónico de la orquesta en Tokio ahora solo les faltan dos semanas más de música en la isla. Les esperan cuatro funciones de la ópera 'Turandot' en las ciudades de Sapporo y Otsu, más un concierto educativo en Tokio y dos conciertos con distinto programa. El primero será en Tokio y contará con 'El sombrero de tres picos', de Falla y la obra de Santcovsky. El segundo repetirá el programa de este miércoles, en un lugar muy especial: Hiroshima. El año próximo se cumplen 75 años del ataque atómico que arrasó la ciudad durante la segunda guerra mundial. "Es importante recordar la paz, especialmente allí", ha destacado Ono orgulloso de llevar esa palabra en su nombre. "Kazu significa paz en japonés".