FESTIVAL SÓNAR

Dellafuente, el duende de la familia en el Sónar

El granadino despliega sus canciones con alma y protesta con un sonido híbrido entre lo analógico y lo digital

Actuación de Dellafuente en el Sónar 2019

periodico

Ignasi Fortuny

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En el cruce de mil caminos está Dellafuente. No solo en lo sonoro y en lo rítmico, también en lo espiritual y lo sentido. Gire a derecha o izquierda, le aguarda la familia, como él se refiere siempre a su público, superfiel, apasionado y ahora quizá angustiado por las dudas que tiene sobre la ruta que coger el artista granadino. Dellafuente, inconformista, arrinconó su incertidumbre y la de sus seguidores en el Sónar, en el que repetía tras debutar hace dos años en su escenario más pequeño. Fenómeno del pop urbano, no son extraños los gritos de "vamos, Della" durante los conciertos o que se ondeen bufandas de Dellafuente FC, el proyecto de merchandaising que hace palpable su música y que contribuye al espíritu de reunión familiar. 

Este viernes, el granadino, referentísimo de la música urbana, ha llevado una propuesta híbrida entre el sonido analógico y el digital al festival, muestra de su búsqueda constante en lo sonoro y de su persistencia en la exploración de rutas nuevas. Dellafuente lo ha materializado con dos acompañantes a las guitarras, Antonio Narvaéz y Moneo, colaboradores habituales, y con un escenario repleto de flores y hasta un sillón, en el que se ha sentado, como un patriarca con su bastón, en un par de canciones. Una de ellas, la versión 'Todo es de color', de Lole y Manuel, poco respetada por el ruidoso público festivalero. Pero más que un patriarca, es un duende, por aquello del alma flamenca y por ser una especie de guía que juega entre el vacile y la mística.

El artista de Granada ha desplegado su habitual mezcla de canciones introespectivas, aquellas que su público siente dentro, con aquellas más alegres, las que su gente propaga emociones a través de su caderas. Este es el caballo ganador bicéfalo que le ha proporcionado su autenticidad fundida en múltiples sonidos, pues en su música se cruza el flamenco, el trap, el reggaeton... Y el resultado, canciones desde el corazón e inspiradas en sus vivencias y orígenes. Así, sin buscarlo, compone canciones de denuncia, de protesta. En el Sónar empezó encadenando 'Dile', 'Cuéntamelo', 'En metálico' y 'Buenos genes' antes de "subir la temperatura y ponernos a bailar" con 'Bailaora', una canción idónea para un perreo flamenco. 

Dellafuente no pierde magnetismo con su público a pesar de llevar casi tres años sin publicar un álbum, tiempo en el que únicamente ha publicado 'singles', en lo que se basó la parte final del bolo. Temas como 'Octava maravilla' o 'Guerrera', la versión más comercial del granadino junto a C Tangana, que sonó para el delirio. Pero la única colaboración sobre el escenario fue la del prodigio de L'Hospitalet Morad, "niño de la cantera", que subió a interpretar 'Dineros'. Dellafuente acabó la reunión familiar con dos de sus himnos, 'Consentía' y 'Pa' mejor', el deseo de su público cuando piensa en su futuro.