20º ANIVERSARIO DE LA PRIMERA EDICIÓN

La raíz del Primavera Sound

Las salas KGB y Communiqué acogieron entre abril y mayo de 1994 un ciclo de conciertos de bandas 'indies' españolas que mutaría en el gigantesco festival actual

Cartel del primer Primavera Sound.

Cartel del primer Primavera Sound.

NANDO CRUZ
BARCELONA

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Hace hoy 20 años, el 9 abril de 1994, la sala KGB de Gràcia acogió la primera velada de un ciclo de conciertos que durante siete fines de semana reunió 19 bandas de la embrionaria escena indie española. El ciclo fue bautizado con el nombre de Primavera Sound y, aunque su capacidad de convocatoria fue escasa, no se puede negar puntería a su programa: actuaron bandas clave de la hornada independiente como Australian Blonde, Beef, Penelope Trip y Patrullero Mancuso.

Al mando de la empresa estaban dos pymes del indie barcelonés: La Glòria y Murmur Town. La primera había organizado meses antes otro ciclo, Barcelona New Generation, centrado en bandas locales. Ahí tocaron los Paperhouse de Nacho Umbert, los Predictors de Aleix Vergés (futuro Sideral), los Aperio Crus de Marc Lloret (hoy teclista de Mishima), Alias Galor y otros 11 grupos que el tiempo barrería sin piedad.

Más determinante fue la presencia en casi todos esos conciertos de un espectador llamado Gabi Ruiz, que entonces se fogueaba como mánager de bandas locales. Serapi Soler, impulsor del ciclo, ya lo tenía visto de muchos conciertos de Parkinson DC, grupo al que representaba. «A raíz de ese ciclo Gabi vino a verme para que le enseñara cómo funcionaba el montaje de los conciertos. Y nos asociamos. Yo tenía La Glòria y él, Murmur Town», recuerda hoy. Su primera gran aventura conjunta sería el Primavera Sound del 94.

'Pinchazos' de público

El 9 de abril inauguró el ciclo Peanut Pie. El nuevo grupo de Vergés ejerció de prometedor telonero del trío madrileño Insanity Wave. Las crónicas de la época hablan de sonados pinchazos de público. Apenas unas decenas de curiosos se acercaron a ver a Maddening Flames, que se desplazaron desde Cádiz. La embajada balear capitaneada por The Frankenbooties tampoco fue recibida precisamente en loor de multitudes. Había más músicos que público interesado en la voluntariosa y mimética escena indie estatal de 1994.

Antes de tocar el sábado en KGB, algunos grupos ofrecían un pase acústico el viernes en la sala Communiqué. Sr. Chinarro llegaba decepcionado de grabar su primer elepé en Nueva York. Su banda era un caos ambulante. «A la teclista no la dejaron venir sus padres. El concierto fue un desastre. Terminé tirando la guitarra para romperla. Era mía y no tenía dinero para más», se lamenta Antonio Luque 20 años después.

Los únicos grupos que sí arrastraron público fueron los asturianos Australian Blonde y Penelope Trip. Los primeros, a rebufo de su exitoso Chup chup y sus sólidos directos. Los segundos, en un iluminado doble cartel con los catalanes Beef.

Cómo de aquellos titubeantes inicios se forjaría el gigantesco festival actual ya es otra historia. Y también merecería ser contada.