La clave

Retrato robot de una DUI

Ni el redactado de la resolución, ni el contenido ni su premeditada tramitación se atienen al rigor jurídico pretendido por el Consell Assessor

ENRIC HERNÀNDEZ

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En su Libro Blanco, el Consell Assesor per a la Transició Nacional, presidido por Carles Viver i Pi Sunyer, citaba la vía de una declaración unilateral de independencia (DUI) como «culminación» de unas elecciones plebiscitarias cuyo resultado fuera «mayoritariamente favorable» a las fuerzas independentistas. El texto, precisaba Viver i Pi Sunyer, tendría que ser escueto porque «básicamente debe limitarse a reflejar la voluntad de constituir Catalunya como Estado independiente». Para la misma jornada de su aprobación o «días inmediatamente posteriores» quedaría la adopción de «decisiones parlamentarias relativas al marco jurídico de la transición: Constitución provisional, sucesión de normas, entre otras».

No hay que ser particularmente sagaz para concluir que el retrato robot de una DUI dibujado por el Consell Assessor coincide al milímetro con la resolución que Junts pel Sí y la CUP pretenden aprobar la semana próxima en el Parlament, cuya unilateralidad queda reflejada en tres puntos: el inicio de un «proceso constituyente no subordinado»; el anuncio de que el Parlament «no se supeditará a las decisiones del Estado español»; y la exhortación al Govern para que solo cumpla las normas catalanas, excluyendo tanto las españolas como las europeas.

«Hacerlo, pero hacerlo bien»

Lejos queda la sentencia de Antonio Baños, presidente de la CUP en el Parlament, tras el 27-S: «La DUI iba ligada al plebiscito: no hemos ganado el plebiscito, luego no hay DUI». Haberla, hayla, de acuerdo con la doctrina del Libro Blanco, aunque ahora los líderes independentistas prefieran rehuir tal nomenclatura.

Tras recordar que un texto como el que se dispone a votar el Parlament «no tiene, en puridad, efectos jurídicos», Viver i Pi Suñer aconsejaba tramitarlo como ley para otorgarle la relevancia formal y normativa necesaria en «un acto tan trascendente como una declaración de independencia».

Ni el redactado de la resolución, ni el contenido ni su precipitada  tramitación se atienen al rigor jurídico que el Consell Assessor quiso imprimir en este arduo proceso. La máxima de «hacerlo, pero hacerlo bien» ha pasado a la historia.