IDEAS

Bendita anormalidad

JOSEP MARIA POU

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Con exactas 24 horas de diferencia he disfrutado esta semana de dos obras maestras: 'L'Avar' y 'El alcalde de Zalamea'. Es decir, Molière Calderón de la Barca, a un corto paseo desde mi casa. De haber podido estirar tiempo y paseo (andaba escaso de las dos cosas) hubiera alcanzado a aplaudir el 'Falstaff' de Shakespeare, al dia siguiente, o la 'Fuenteovejuna', de Lope, dos días después. Quedan pendientes para la próxima semana. 

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Pasar de Molière a Calderón, pasar del Goya al Lliure, del catalán al castellano, disfrutar de dos personajes -Harpagón y Pedro Crespo- recreados de manera tan personal por dos actores -Joan Pera y Carmelo Gómez- tan distintos pero tan iguales en talento, genialidad y compromiso con el oficio, aplaudir dos puestas en escena y dos compañías con tantas calidades, ha sido posible, me digo, porque vivo en una ciudad normal, que tiene el teatro como un hecho normal y que camina de la manera más normal de lo clásico a lo contemporáneo (de lo básico a lo extemporáneo, corregirían algunos), por entre una cartelera cada vez más diversa y normal. 

Es normal -debería serlo, al menos- la convivencia de los cuatro clásicos citados, con otros más cercanos en el tiempo, como un Arthur, de apellido Schnitzler ('El professor Bernhardi') y otro Arthur, de apellido Miller ('Panorama des del pontPanorama des del pont'), descubrimiento deslumbrante el primero, más actual que nunca el segundo. Y es normal -debería serlo, también- que vuelva un texto como 'Dansa d'agost', que vuelva un musical como 'Rent' y que vuelva 'Hamlet' a decir "ser o no ser" y que a nosotros nos llegue como oído por vez primera. Normal. Y normal que estrenen de nuevo Pere Riera, Cristina Clemente, Roger Peña y muchos otros. Normal, en una ciudad de lo más normal.

Lo anormal (y por anormal entiendo "fuera de la norma" y por "fuera de la norma" entiendo "extraordinario") es que vaya a abrirse, dentro de pocos meses, un nuevo espacio para la creación teatral. La nueva Sala Beckett -he tenido oportunidad de visitarla, por gentileza de su director Toni Casares, con las obras ya muy avanzadas, cercano el final de las mismas- es una "bendita anormalidad", un espacio fuera de serie, resultado de muchos años de acción normal y empeño más que normal. 

Ganas ya de ocupar las butacas de la nueva Beckett, en una Barcelona normal, de vida teatral normal, capaz, cuando se empeña, de ser mayúsculamente anormal.

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