ELECCIONES ANTICIPADAS

Grecia vuelve a las urnas ante el temor de la eurozona

Alexis Tsipras, sonriente, a su salida ayer del Parlamento griego, en Atenas.

Alexis Tsipras, sonriente, a su salida ayer del Parlamento griego, en Atenas.

ANDRÉS MOURENZA

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El escenario más temido en los pasillos de Bruselas se materializó este lunes en Grecia: tras haber sorteado los más duros obstáculos de la crisis del euro en el 2011 -cuando el entonces Gobierno socialdemócrata amagó con someter el rescate y las medidas de austeridad a referéndum popular- y en el 2012 -año en que las elecciones legislativas hicieron temblar a la eurozona-, una nueva votación ha sumido nuevamente al país mediterráneo en la incertidumbre, con consecuencias difíciles de prever para toda la Unión Europea.

El Ejecutivo heleno, formado por una coalición entre conservadores y socialdemócratas, fue incapaz de lograr el voto afirmativo de 180 de los 300 diputados del Parlamento para elegir como nuevo presidente de la República al excomisario europeo Stavros Dimas en la tercera y definitiva ronda de votación. Se quedó en 168 apoyos, lo que aboca al país, en cumplimiento de la Constitución, a disolver la cámara y convocar elecciones anticipadas.

Tendrán lugar el 25 de enero, según anunció el primer ministro, Antonis Samarás, en sus primeras declaraciones tras el fracaso parlamentario. «Hicimos todo lo que pudimos por elegir al presidente y evitar unas elecciones anticipadas que la mayoría de los griegos no quiere. Por desgracia, una minoría de 132 diputados ha arrastrado a Grecia», manifestó Samarás, acusando a la principal fuerza de la oposición, la izquierdista Syriza, de hacer piña con el partido neonazi Amanecer Dorado, que también bloqueó la elección del candidato presidencial junto al resto de partidos de la oposición.

«SED OPTIMISTAS»

El líder de Syriza, Alexis Tsipras, aplaudió el resultado de la votación como «un día histórico» y anunció que tanto el Gobierno de Samarás como el «memorando de austeridad» son ya «cosa del pasado». «El futuro ha comenzado, sed optimistas», exclamó.

Pero el hecho de que Grecia se enfrente de nuevo a un proceso electoral cuando apenas se han cumplido dos años y medio de legislatura y de que las encuestas señalen como favorita a Syriza -con su promesa de acabar con los recortes- inquieta sobremanera en las capitales europeas y al otro lado del Atlántico.

Pocas horas después de que se conociese el resultado de la votación en Atenas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció la suspensión de su programa de ayuda financiera a Grecia hasta que se despejen las incógnitas. «Las negociaciones con las autoridades griegas sobre la finalización de la sexta revisión del programa se reanudarán cuando se haya formado un nuevo Gobierno», anunció Gerry Rice, portavoz de la institución financiera.

El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, demandó que los votantes griegos den «un amplio apoyo» al «necesario proceso de reformas», en referencia al duro programa de ajuste impuesto a Grecia por la llamada troika (FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo) a cambio de los dos rescates concedidos desde el 2010 por un valor total de 240.000 millones de euros, una pequeña parte de los cuales aún no se ha entregado.

El segundo programa debería terminar al finalizar este año pero los socios europeos accedieron a dar un plazo de dos meses más para seguir negociando con el Gobierno heleno, que en la última reunión se negó a recortar aún más las pensiones y subir los impuestos a los medicamentos, como exigían los acreedores.

Aunque Grecia cuenta con financiación suficiente para sobrevivir los próximos meses, el mensaje del FMI y de algunas capitales europeas es que no habrá ayuda económica si no se cumplen las contrapartidas exigidas. Quien más claro se expresó en este punto fue el poderoso ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, quien, repitiendo el mantra de la madre del neoliberalismo británico, Margaret Thatcher, afirmó que «no hay alternativa» para Grecia. «Las nuevas elecciones no cambiarán los acuerdos que hemos cerrado con el Gobierno griego. Cualquier nuevo Gobierno deberá ceñirse a los acuerdos firmados por sus predecesores», dijo y advirtió de que «si Grecia toma otro camino, será difícil» seguir «ayudando».