La situación de los derechos humanos

«La cárcel es la muerte»

Aleksei Kiseliov.

Aleksei Kiseliov.

MARC MARGINEDAS
BARCELONA

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Ser homosexual declarado, participar activamente en la gestación del movimiento en favor de los derechos del colectivo gay en Rusia, coordinar fuerzas con las integrantes del celebérrimo grupo Pussy Riot antes y después de suoraciónen la moscovita catedral de Cristo Salvador, y manifestarse, al igual que miles de rusos, en favor de unas elecciones presidenciales sin fraude en la plaza Bolótnaya de la capital el pasado mes de mayo puede acabar pagándose, en la Rusia de hoy, con el exilio. Aleksei Kiseliov, un joven activista ruso del colectivo LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales), acaba de solicitar asilo político en España para evitar ir a la cárcel, después de llegar a Barcelona el pasado verano huyendo del acoso policial.

El historial acumulado por Aleksei en los últimos años, pese a su juventud -no supera la treintena- y pese a que la causa inmediata de su huida está sobre todo relacionada con su actividad como opositor político, le han empujado a adoptar tan drástica decisión.«Yo estaba dispuesto a ir a prisión, pero preferí huir porque en Rusia, para un homosexual, la cárcel es la muerte; en las prisiones de mi país existe una división de presos en castas y los gais están en lo más bajo del escalafón; se les considera proveedores de servicios sexuales» a los demás reclusos, relata Aleksei, ante una taza de café, en pleno centro barcelonés.

Abrumadora homofobia

Rusia es un país abrumadoramente homófobo, como pocos quedan en Europa, según indican las encuestas. Un sondeo realizado en el 2010 por el centro Levada apunta que el 38% de los habitantes del país consideran a la homosexualidad un hábito«inmoral»,el 36% hablan de ella como resultado de«una enfermedad o un trauma pasicológico»,y solo el 15% creen que se trata de una orientación sexual digna de existir en igualdad de condiciones en el seno de la sociedad rusa.

Pese a la hostilidad reinante en Rusia contra los individuos de su condición, Aleksei se convirtió, en el 2006, en uno de los fundadores del colectivo LGTB. Durante este periodo, organizó y participó en manifestaciones callejeras que a menudo eran saboteadas por ultraderechistas y en las que los participantes eran apalizados en medio de la pasividad policial.

Los hechos que precipitaron la huida se remontan al 6 de mayo pasado. Tras participar en la manifestación contra el presidente electo Putin, el día anterior a la toma de posesión, fue arrestado cuando regresaba a casa.«Aquel día detuvieron a unas 600 personas; pasé 10 horas bajo custodia policial y finalmente me liberaron», relata.

Con el paso de los días, Kiseliov fue comprobando que algunas de las personas que habían corrido su misma suerte aquel día primaveral eran condenadas a duras penas que rondaban los cuatro años de cárcel, lo que le llenó de preocupación.

El 20 de junio, coincidiendo con el juicio contra las integrantes del grupo Pussy Riot, el activista gay fue detenido por segunda vez, y ya en las dependencias policiales, se negó a dar datos que pudieran facilitar su identificación.«Era muy peligroso que comprobaran que también había sido detenido el 6 de mayo»,explica. Una visita policial al domicilio donde está empadronado le convenció de la necesidad de huir a España.