Leyendas del campanario

la iglesia de santa maria del pi organiza visitas nocturnas en las que descubre las asombrosas vistas desde su torre del siglo XIV para recaudar fondos para su restauración

La sacristía guarda pinturas barrocas que se salvaron del incendio.

La sacristía guarda pinturas barrocas que se salvaron del incendio.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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El maestro de obras de la basílica de Santa Maria del Pi hizo un pacto con el diablo para poder terminar el campanario más alto de la Barcelona gótica del siglo XIV, un proeza arquitectónica en aquella época. El demonio aceptó el reto pero le advirtió que debería entregarle su alma cuando la empinada escalera de caracol de la torre fortificada alcanzara al escalón número 100. El constructor dedicó lo que le quedaba de vida a esa obra pero nunca sobrepasó el maldito escalón. De esa manera logró engañar al diablo, ya que fue su sucesor, libre de tal satánica alianza, quien terminó los 166 peldaños que faltaban. El rey del infierno se enfadó tanto que dejó su pata marcada en el escalón 100 para asustar a todos los que se acercaran. Pero el efecto fue el contrario. «Los feligreses hacían cola para subir a contemplar la huella del diablo. Iba más gente a verla que a misa, por lo que los sacerdotes decidieron borrala», cuenta Jordi Sacasas, archivero y conservador del museo y del tesoro de Santa Maria del Pi, en una ruta nocturna, sin electricidad, a la luz de farolillos, en la que se accede a lugares cerrados habitualmente.

La de El escalón número 100 es una de las leyendas que animan esta visita que tiene como objetivo «recaudar fondos para restaurar la torre del campanario», cuenta Montse Sacasas, hermana del archivero y una de las historiadoras que guían el recorrido de jueves a sábado. «No es un producto turístico. Los grupos son pequeños», agrega.

La ruta culmina en la azotea del campanario que en su superficie tiene un muro de más de tres metros de anchura. La panorámica visión de Barcelona de noche y a vista de pájaro es sobrecogedora. Y lo que menos se esperan los visitantes es que allí, a 56 metros de altura, y con tal enrevesado acceso les sirvan a una fría copa de cava. «Una heroicidad subir por esta escalera hielo, copas y botellas», comentaba una señora a su acompañante.

Patrimonio oculto

Las visitas nocturnas comenzaron a modo de prueba hace unos tres meses, pero ahora los organizadores han decidido extenderlas a todo el año y convencer a otras iglesias a que se unan a este proyecto. «Santa Maria del Pi es el edificio más alto de la ciudad antigua. Todos conocen la iglesia, pero su patrimonio es un gran desconocido. Esta visita es un viaje al siglo XIV», piensa Jordi Sacasas. Entre sus riquezas destaca la bibloteca con documentos de 1180, el retablo neoclásico de Sant Miquel, la Virgen de piedra del siglo XIV y una sacristía donde el ordenador convive con un candelabro medieval.

Detrás de la habitación donde se revisten los sacerdotes se encuentra la sala del tesoro. «Se guardaba la plata que fue saqueada en 1936, antes de un devastador incendio», recuerda el conservador. Una de las curiosidades del recorrido es el retrato barroco del canónigo y sacristán de la catedral Pere Roig i Morell. La peculiaridad es que su rostro es una calavera, símbolo de lo que realmente importa es la vida no terrenal. «Es muy valioso, por que se conservan pocos. Estamos estudiando su autoría», asegura.