Balance científico

¿Lloverá menos en un futuro?

Barcelona estudia crear un "circuito cerrado de agua" para dejar de depender de la lluvia

10 consejos para reducir tu gasto de agua en un verano de sequía extrema

lluvia Barcelona

lluvia Barcelona / Zowy Voeten

Valentina Raffio

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Muchos de los recursos naturales que ahora mismo damos por descontados podrían, en un futuro, convertirse en bienes escasos. En la región Mediterránea, por ejemplo, algo tan esencial como el agua que bebemos y utilizamos para nuestras actividades ya empieza a escasear y, según alertan los expertos, en tan solo unas décadas la situación podría agravarse todavía más. ¿Pero cómo sabremos si habrá más o menos agua en un futuro? ¿Es posible preveer cómo se comportará la lluvia dentro de unas décadas? La respuesta, lejos de poderse resumir en una sola frase, es más compleja de lo que podría parecer. Así que vayamos paso por paso para entender qué futuro le depara a los recursos hídricos españoles.

Los estudios científicos más exhaustivos hasta la fecha apuntan a un futuro con menos lluvias y más calor en todo el Mediterráneo

Empecemos por un dato clave. La crisis climática avanza por todo el mundo pero no de la misma manera. En algunas zonas, como en los trópicos, el cambio climático amenaza con aumentar drásticamente las precipitaciones. En otras, como en el Mediterráneo, todo apunta a que el efecto será inverso. Según constata el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), en países como España se espera, por un lado, un descenso de las precipitaciones y, por otro lado, un aumento más acusado de las temperaturas en todo el país.

La escasez de lluvias por un lado y la subida de los termómetros por el otro amenazan con convertirse en la combinación letal que podría disparar drásticamente el riesgo de sequía en todo el país. Los expertos apuntan a que el 75% de la península Ibérica corre el riesgo de convertirse en un desierto. Entre las zonas más amenazadas destaca el sudeste de la Península: una zona especialmente expuesta al aumento de las temperaturas que, hoy por hoy, alberga algunos de los cultivos y plantaciones más importantes de toda Europa y que, en un futuro, podrían desaparecer por el avance de la crisis climática. 

El impacto de la sequía ya empieza a verse en la actualidad. El último informe sobre impactos y riesgo del cambio climático en España, elaborado por el Ministerio para la transición Ecológica, destaca que ya se ha observado una reducción del caudal de los principales ríos de la península ibérica durante la segunda mitad del siglo XX. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), por su parte, afirma que la falta de precipitaciones ya ha abocado a España a un escenario de "sequía metereológica de larga duración" que, hoy por hoy, todavía no está claro cuándo acabará.

¿Qué pasará con las lluvias?

Según explica Carme Llasat, catedràtica de Física de l’Atmosfera de la Universidad de Barcelona, uno de los factores que más preocupa es el futuro de las lluvias en el Mediterráneo. Los informes científicos más exhaustivos realizados hasta la fecha apuntan a que en esta región lloverá menos y peor. Por un lado, se espera un descenso en la cantidad de lluvia. Por otro lado, los modelos climáticos apuntan a que las lluvias se concentrarán en episodios más torrenciales. Esto implicaría pasar de la típica temporada de lluvia en la que llueve un poco cada día a temporadas más secas con tormentas especialmente torrenciales que provocarán, a su vez, más inundaciones. 

¿Pero podría el aumento de las tormentas extremas aliviar, en un futuro, la situación de las sequías? Paradójicamente, no. Llasat recuerda que no es lo mismo pasar de un régimen normal de lluvias, donde las precipitaciones caen repartidas a lo largo de un territorio y llenan poco a poco los embalses, a un escenario donde las lluvias caen de forma torrencial como ocurrió en su día la tormenta Gloria. En ese tipo de casos, las lluvias extremas pueden causar más daños que beneficios a un territorio. Sobre todo porque al caer con tanta fuerza no se pueden aprovechar de la misma manera y, en muchos casos, acaba directa al mar. 

La intensidad (y la gravedad) de estos fenómenos dependerá de cómo evolucione el aumento de las tempearturas globales y esto, a su vez, variará en función de las emisiones de gases de efecto invernadero de nuestra especie en las próximas décadas. Según el último análisis de Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, el mundo debe reducir a la mitad sus emisiones para 2030 para esquivar así el escenario más preocupante de extremos climáticos. En estos momentos, las proyecciones apuntan a que nos encaminamos a un calentamiento global de 2,4 grados de media que, en el caso de España, disparará los termómetros, aumentará el riesgo por sequía y provocará episodios metereológicos cada vez más extremos