UN CULTIVO A DEBATE

El filón de la horchata

La bebida suscita interés por el prestigio nutritivo de la chufa y las polémicas que la rodean

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Nacho Herrero

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Por tener, la horchata tiene ya hasta un día propio, el 7 de julio, en el que este año se celebró el primer concurso de catas, el ‘Nas d’or, xata’, un guiño a lo que se cuenta que dijo Jaume I cuando probó la bebida que se hacía en Valencia con un pequeño tubérculo que los musulmanes había traído de África y que desde entonces entre mayo y noviembre convierte la huerta en un frondoso mar verde. «'Això és or, xata'», parece que exclamó el Rey.

Un estudio realizado por el CSIC y varias universidades ha confirmado la intuición del monarca al detectar por primera vez en la horchata natural una presencia significativa de ácido fosfatídico que no existe en la industrial y que ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares y en el tratamiento de la diabetes tipo 2.

También se descubrió que hay cinco veces más arginina en la natural que en la industrial. Se trata de un componente que mejora la circulación y la presión sanguínea, de ahí que se le atribuyan propiedades afrodisíacas. La presentación del estudio sirvió para afear a las productoras de horchata industrial que oculten en su etiquetado principal el obligatorio aviso de que es pasteurizada y despisten con el adjetivo de ‘fresca’. Como algunas marcas, que presumen de barracas y ‘senyeres’ sin aclarar el origen de las chufas.

En cualquier caso, los resultados refuerzan los argumentos para la rimbombante pero rentable consideración de la chufa como un ‘superalimento’, un hito reciente que sucede al interés que despertó hace ya años en la NASA y que ha contribuido a disparar su consumo. Y su precio.

Morir de éxito

La chufa se ha convertido en el cultivo más rentable de ‘l’horta’ y puede que en el único que lo sea. Dentro de la DO, que incluye 19 municipios y tiene su epicentro en Alboraya, se recogen anualmente unas 8.000 toneladas, que ya están vendidas para hacer horchata antes de plantarse. Ese buen rendimiento supone un problema: la sobreexplotacion de la tierra.

«Como es la única alternativa rentable, se hacen chufas un año sí y otro no y hay quien incluso todos los años y, de ahí, han venido los problemas, de no dejar descansar la tierra. La gente mayor te decía que había que plantar un año de cada tres», explica Enric Navarro, copropietario de Terra i xufa, dedicada al cultivo ecológico y comercialización de chufas y hortalizas. El rendimiento por ‘fanecada’ (una media de 831 metros cuadrados) se ha despeñado de los 2.200 kilos a los 1.100. Por eso, esta empresa ha empezado a plantar en tierras que llevaban 20 años abandonadas y con semillas que han conseguido limpiar ‘in vitro’ en un laboratorio en Bélgica.

«Si la horchata fuera italiana, se bebería en todo el mundo», apunta el productor Enric Navarro 

Recuperar el rendimiento podría permitir afrontar el sueño de desestacionalizar la horchata y exportar tanto el tubérculo como la bebida. «Si la horchata fuera italiana se bebería en todo el mundo», apunta Navarro. «Hemos sido muy cazurros, como con la naranja», añade Antxon Monforte, productor artesano. Ambos coinciden en que es clave para el mercado internacional que se acabe la nueva normativa que ‘legaliza’ la ya extendida horchata sin azúcar.

Un documental en el juzgado

En estos momentos, tres empresas valencianas copan el mercado de exportación aunque lo hacen casi en su totalidad con chufa africana, una cuestión siempre controvertida. A juicio de Navarro, la valenciana es claramente superior tanto en propiedades como en sabor y textura por el proceso de secado de tres meses en cámara frente al curtido en la propia tierra de la africana, pero cualquier entrada de esta supone «reventar» el precio.

Monforte cree que «hay espacio para todos» porque «Valencia es la Burdeos de la chufa» y la calidad del producto le asegura el liderazgo. Y también por el pujante mercado de la chufa. El problema, dice, es el «comercio injusto», que no existiría si el precio en origen fuera justo.

Pero Monforte ha ido más allá y ha producido ‘Mousso Faso. La patria de las mujeres íntegras’, un documental que denuncia malas prácticas de empresas valencianas en Burkina Faso, Mali y Niger, un triángulo en el que se producen unas 10.000 toneladas de chufa al año. Apunta la cinta, exhibida en 25 festivales, incluido el de Derechos Humanos de Barcelona, que se decretaron falsas alertas sanitarias para frenar su entrada y que el gobierno de España participó en la trama.

Recoge también testimonios que denuncian que la empresa Tigernuts Traders arruinó a pueblos enteros a los que pidió que multiplicaran la plantación de chufas, producción que luego nunca compararon o lo hicieron a precio de saldo. También se denuncian unas durísimas condiciones laborales para las mujeres que las recolectan con sueldos de miseria.

El empresario valenciano Ramón Carrión, dueño de la empresa, niega los hechos y presume de ayudar durante décadas al progreso de la zona. Trató sin éxito de que un juzgado ‘secuestrara’ el documental para impedir su difusión pero ha conseguido que se admita a trámite una demanda contra Monforte.

Polémica ampliación de la V-21

El problema de la autovía V-21 no está (de momento) en los juzgados sino en los despachos. El anterior Gobierno central atendió hace unos meses la petición de las administraciones valencianas de ampliar un carril por sentido la V-21, la entrada norte a València. El nuevo ejecutivo ha seguido adelante con el proyecto aunque ha prometido estudiar cómo minimizar el impacto, pues al hacerse público que supondría arrasar 80.000 metros cuadrados de huerta entre la capital y Alboraya, los partidos de izquierda se replantearon su apoyo. De la negativa de Podem, que apoya a la reivindicativa asociación Per l’Horta, a la apuesta por soluciones menos drásticas de Compromís y en parte del PSPV.

«No es la V-21 sino todo lo que lleva detrás», advierte Navarro. «Si dejamos que pase, luego será todo un paseo militar, llegará el acceso al puerto por el norte, llegará el AVE por la huerta y eso será la sentencia de muerte», avanza, antes de recordar que se acaba de aprobar una ley de protección de ‘l’horta’. Y remarca que «el golpe que hemos de parar es el que vendrá después, es el del AVE».

Pulso a Facebook y Lidl

Monforte reconoce que su abogado le ha dicho que le dé un respiro. «Pero es que no soy yo...», se defiende risueño. El artesano tiene por delante, además de la denuncia que debe afrontar por su documental, otros dos asuntos judiciales en los que él es el denunciante y en los que enfrente tendrá nada más y nada menos que a Facebook y a Lidl.

La red social cerró en febrero del 2016 sin aviso y sin motivo aparente la página de Mon Orxata, la empresa con la que vende horchata en carritos por València. «Ponía ‘cerrado permanentemente’ y el mapa de Mon Orxata. Nos empezó a llamar gente a dar el pésame y después se resistió mucho la venta ‘on line’», explica.

Dice que trataron sin éxito de contactar con Facebook y que, hartos de ‘hablar’ con robots, denunciaron. En cuanto se admitió la demanda, su página resucitó pero no van a parar. Ya han conseguido lo que nadie había logrado, que se juzgue a Facebook España e Irlanda, en nuestro país. De hecho, cuenta que la Comisión Europea se ha interesado por un caso que puede tumbar la cláusula con la que los usuarios renuncian a su sistema judicial para aceptar el de Estados Unidos. «Se van a tener que desnudar en el juicio, va a ser divertido», augura.

Pero hay más. Monforte fue el precursor de Chufamix o Vegan milk, un aparato para hacer horchata y bebidas vegetales en casa. «Los beneficios de todos los que vendimos en los primeros tres años fueron para pagar la patente europea», recuerda. Todo iba bien hasta que Lidl comercializó un aparato casi idéntico por una cuarta parte del precio. «Copiaron hasta el manual de instrucciones. Nos arruinaron», señala. «Serán años de litigios porque han puesto un ejército de abogados para retrasar lo inevitable, porque les caerá una multa importante», afirma Monforte, que estudia ya cómo demandar a la cadena de supermercados en cada uno de los países en los que comercializó el aparato.