muy seriemente

'The Great': los Romanov y los Borbonov

Huevo Fabergé de las series en antena, esta desvergonzada adaptación de la vida de Catalina la Grande se presenta como una gran mentira y es, en realidad, una mordaz verdad con ecos en España

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Carles Cols

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‘The Great’, serie recóndita, se merecería una estrofa en ‘You’re the Top’, si les parece bien, con la voz que a esta inmejorable canción de amor le ponía Ella Fitzgerald. “You’re the Top, you’re the Coliseum, you’re the Top, you’re the Louvre Museum…”, y así seguía, con estupendas dedicatorias en rima, el Nilo, la Torre de Pisa, la Mona Lisa, un soneto de Shakespeare, un coñac Napoleon y hasta una noche de verano en España. Pues eso, que también “you’re The Great”, serie a la que hace un par de semanas Juan Manuel Freire dedicada entusiastas elogios: “Es una delicia oscura y venenosa, también emotiva e incluso inspiradora, una de las Grandes Series del 2020”. ¡Caramba!, fue leer aquello y comenzar la búsqueda de ‘The Great’, recreación libre, maleducada y gamberra de la vida de Catalina la Grande de Rusia, una mujer mayúscula que sublimó el concepto del golpe de Estado, pues lo dio nada menos que contra su propio esposo, Pedro III. A veces apetece que un libro, una película, un melón en su punto justo de madurez o, en este caso, una serie, no se terminen nunca. Esta ha sido una de esas ocasiones.

Los Romanov son un filón narrativo infinito, pues estiraron hasta 1917 el Medioevo

A esta versión de Catalina II hay que ir a buscarla a Starzplay, plataforma con poca parroquia por estas latitudes y con algunos hándicaps técnicos bastante incomprensibles. En el primer intento de descarga de la aplicación, la versión instalada en el dispositivo resultó ser la de los países árabes. Tiene su qué. Tal vez la familia real saudí no le vea al chiste a alguno de los episodios porque creerá que el trato que se dispensaba a los siervos en el siglo XVIII ruso es el adecuado aún hoy en día. El caso es que, tras ese primer intento fallido, la búsqueda llegó a buen puerto, con el plus de que la primera semana de suscripción es gratuita. ‘You’re The Great’. 

De este Huevo Fabergé de las series se subraya con insistencia en que es una versión minúsculamente fiel a la realidad, algo que ya se acepta en los título de crédito con un asterisco, “* una historia ocasionalmente verdadera”, se señala antes de comenzar cada capítulo. Permítanme que discrepe.

Tras el guion de ‘The Great’ está Tony McNamara, autor también de la trama y los diálogos chispeantes de la multipremiada ‘La favorita’, película indispensable del 2018 que también giraba alrededor de una monarca, en ese caso, la reina Ana de Gran Bretaña, la última Estuardo. McNamara, un pillo, se sitúa delante de la historia de los Romanov como si fuera un buffet libre y llena el plato narrativo con los momentos más sabrosos de esta dinastía, a veces sangrientos, a menudo etílicos, casi siempre lujuriosos, con el aliciente de que esta saga real consiguió que el Medioevo se prolongara en Rusia hasta 1917, que se dice pronto. No es una exageración. Cuando Nicolás II, el último de los zares, rellenó la hoja del censo en 1897, escribió en la casilla dedicada a su oficio la simple verdad: “Amo de la tierra de Rusia”.

Como bien decía Karl Marx, "el secreto de la nobleza es la zoología", por no decir sexo y supervivencia, esencia básica de 'The Great'

Si desean una inmersión más profunda en la depravación de los Romanov, en las librerías encontrarán la biografía completa que Simon Sebag Montefiere les dedicó sin misericordia alguna. Pedro III no era realmente como le retrata McNamara en ‘The Great’. Para él toma prestadas extravagancias de su abuelo, Pedro el Grande, aficionado a las monjas, no precisamente en el sentido espiritual del término, y que rebautizó su círculo íntimo de gobierno con un nombre parece que muy fiel a la realidad, el Sínodo de Locos, Bromistas y Borrachos. Abuelo y nieto coincidieron, eso sí, en algunas decisiones mostradas en la serie, como la prohibición de las barbas bajo pena de severos castigos.

Decía Karl Marx que “el secreto de la nobleza es la zoología”, vamos, simple reproducción y supervivencia, algo descarnadamente retratado en ‘The Great’. Las licencias narrativas de la serie parecerán, de entrada, muchas, pero en esencia utiliza a Catalina, aunque no fuera sanguíneamente Romanov, para explicar un modo de gobernar, es decir, como si algún McNamara de por aquí hiciera que un mismo monarca anduviera desnudo y desaliñado por palacio, como Felipe V, causara el desmayo de su primera esposa cuando contempló su hipertrofia sexual, como consiguió Fernando VII con su prima María Antonia, fuera uno de los mayores negreros del siglo XIX, como María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, huyera por piernas, por cierto, bastante cortas, de su país, como Isabel II, fuera mecenas del cine porno, como Alfonso XIII, o, más recientemente en el tiempo, sufriera una irrefrenable ludopatía comisionista o disfrutara de una luna de miel de lujo a cuenta de todavía inexplicadas relaciones.