Que no pare la música

La última noche con Elton John

En el 2020 actuará en el Sant Jordi y, más allá de coleccionar noches de artistas que se retiran, recordemos por qué un día sus canciones nos cautivaron.

Elton John, durante un concierto en Suiza, el pasado mes de junio.

Elton John, durante un concierto en Suiza, el pasado mes de junio. / periodico

Jordi Bianciotto

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Es el gran filón del ‘show business’: sacar partido de un legado artístico imperial convirtiéndolo en gran acontecimiento a título póstumo. Para hacerlo a lo grande, hablamos de tres patas: la película biográfica o documental, el libro de memorias y la gira de despedida. ¿Y qué as del pop se ha apuntado a todas ellas? Pues Sir Elton John, experto en gestionar la ecuación que asocia talento artístico y rédito comercial con pulso firme y hasta el último aliento.

La pasada primavera ya se anotó el ‘biopic’, ‘Rocketman’, que ha resultado menos recaudador que <strong>‘Bohemian rhapsody’,</strong> la recreación (con licencias) de la peripecia de Queen. Ah, aquí faltaba un detalle: para que el filme reviente taquillas, haber pasado al otro barrio resulta de gran ayuda, estación que Elton John prefiere ahorrarse por ahora, porque en vivir para verlo radica la gracia. Precisamente, en su libro de memorias, ‘Me’ (‘Yo’), que sale la semana que viene, revela episodios de cercanía con la última morada, <strong>como ese cáncer de próstata que sufrió silenciosamente hace solo un par de años.</strong>

Pero la parte del león se la lleva la gira de adiós, con sus tácticas de distracción del fan, que desde que la venta de entradas ‘on line’ y los vuelos de bajo coste lo permiten, bien puede estar dispuesto a fundirse la tarjeta de crédito en un paquete de entrada, billete de avión y hotel en el caso de que el artista no pase por su ciudad. Algún que otro seguidor catalán de Elton John voló el pasado junio a Madrid para verle en el Wizink Center pensando que sería su última oportunidad, y luego, cuatro meses después, se ha anunciado no uno sino dos conciertos en Barcelona, en el Palau Sant Jordi, el 2 y 3 de octubre del 2020, cuyas entradas se han puesto a la venta este jueves. Será el primer doblete de Elton John en la sala cubierta más grande de España. El ‘ahora o nunca’ estimula la ansiedad y las ganas de participar del “yo estuve ahí”.

Una despedida interminable

La gira ‘Farewell yellow brick road’ va sumando más y más prórrogas desde que arrancó en Allentown, Pennsylvania, en septiembre del 2018 y el propósito del artista es llegar a superar los 300 conciertos, estirando el itinerario hasta bien entrado el 2021. Los ‘tours’ de despedida pueden ser largos y dilatarse mientras siga la demanda. Condicionan las agendas de miles, millones de personas, que planifican vacaciones y viajes exprés en función de la ruta de su artista favorito; un fenómeno que ha estallado en esta última década. Y nadie asegura que, una vez concluido el ‘tour’, la estrella se reserve algún truco de magia: por ejemplo, matizar que su adiós se circunscribe a las ‘grandes giras’ y reservarse reapariciones ocasionales en escenarios selectos. Joan Báez ha dejado la puerta entreabierta a propósito de su reciente gira de despedida. Y Mark Knopfler. Pero hay que tratar de comprender a estos gigantes en la dificultad de gestionar la última etapa de sus carreras. ¿En qué momento pueden estar convencidos de que ya no van a volver a desear subirse a un escenario?

Tratándose de Elton John, dar la vuelta al mundo en una gira de ovaciones infinitas es lo más normal, ya que la idea de éxito alimentó sus sueños desde que en 1969 participara en la preselección del Festival de Eurovisión: la cancioncilla titulada ‘I can’t go living without you’, primeriza entente con el letrista Bernie Taupin que no pasó el corte y que hoy vegeta por YouTube en la voz de Lulu. Sin el atractivo sexual de lagartos como Jagger, Plant o Bowie, Elton no parecía llamado al estrellato pop, y a su música le faltaba agresividad. Pero se valió del descaro del glam, dejó que su ‘baladismo’ ganara en sensualidad americana y supo construir artefactos sólidos para la era del álbum, como ‘Goodbye yellow brick road’ (1973), con cuyo título juega esta gira. Sí, los 70 fueron su década más fértil, el molde que estableció futuras fórmulas de éxito.

Siguiendo el camino de las baldosas amarillas al que alude el disco, préstamo de ‘El mago de Oz’, Elton John prefirió quedarse para siempre en la Ciudad Esmeralda, con su glamur (y sus espejismos), y dejar la realidad terrenal para los cantautores protesta y los artistas de culto. Y hacia ella, transformada en la cúpula del Palau Sant Jordi, treparemos dentro de un año. Pero ahora, en el momento de comprar la entrada, antes de darle a la casilla de la web de Live Nation o Ticketmaster, tratemos de refrescar las razones por las que Elton John es o ha sido importante; recordemos porqué un día una de sus canciones nos capturó. Más allá de la gula por coleccionar noches especiales de artistas que se retiran.