Conflicto en Oriente Próximo

Netanyahu mantiene intacta su coalición pese a la creciente presión contra su liderazgo

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Directo | Última hora de la guerra de Israel y Hamás en Gaza

Protestas frente a la residencia de Netanyahu en Jerusalén

Protestas frente a la residencia de Netanyahu en Jerusalén / EFE/EPA/ABIR SULTAN

Ricardo Mir de Francia

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Las familias de los rehenes están que trinan; el número de soldados muertos aumenta cada día; en la Casa Blanca crece la frustración con su liderazgo, y en las filas de su gobierno de unidad nacional afloran las disensiones en torno a la estrategia en Gaza. Casi 110 días después de que Binyamín Netanyahu ordenara el inicio de la operación militar para destruir a Hamás por su masacre del 7 de octubre, el suelo vuelve a moverse bajo los pies del primer ministro israelí, pero sin que nada haga presagiar por el momento que la tregua política que le concedió el ataque vaya a romperse. La mayoría de israelíes sigue apoyando la ofensiva y su gobierno de unidad nacional se mantiene intacto. Ninguno de sus rivales políticos da indicios de querer saltar del barco y, mientras no lo hagan, la guerra podrá continuar indefinidamente.

Ese es aparentemente el objetivo de Netanyahu, que sigue insistiendo en que la sangría en Gaza no cesará hasta que Israel obtenga la "victoria total" sobre Hamás. No solo porque sus objetivos marcados para la guerra siguen lejos del alcance de sus tropas, sino porque sus múltiples problemas políticos y judiciales podrían precipitarse el día que acabe. Desde la reanudación de las protestas contra su liderazgo, a la posible celebración de elecciones anticipadas o la obligación para declarar en el juicio penal por corrupción que enfrenta. "Se da la extraña circunstancia de que nadie confía en Netanyahu, pero todo el mundo cree en esta guerra", ha dicho la analista israelí del Crisis Group, Mairav Zonszein. De acuerdo con una encuesta reciente del Israel Democracy Institute, solo el 15% de los israelíes quiere que el primer ministro se mantenga en el poder cuando callen las bombas.

De momento, tampoco sus rivales políticos parecen tener prisa por romper la coalición, conscientes de que cualquier movimiento en falso podría costarles caro ante una ciudadanía traumatizada por los horrores del 7 de octubre, hambrienta de venganza y reacia a volver al estatus quo anterior a la guerra. Pero cada vez son más visibles las disensiones internas, derivadas principalmente de las diferencias de criterio respecto a las prioridades de la contienda. La extrema derecha solo quiere oír hablar de erradicar a Hamás y destruir Gaza, como primer paso para expulsar al mayor número de palestinos del enclave y repoblarlo con asentamientos judíos. Hace solo unos días, el ministro de Seguridad Interna, Itamar Ben Gvir, uno de sus principales abanderados, advirtió a Netanyahu que si la guerra acaba prematuramente "no habrá Gobierno".

Priorizar los rehenes o la destucción de Hamás

En el otro lado están aquellos que quieren priorizar la liberación de los cerca de 130 rehenes que siguen en la Franja. Un campo en el que estaría Benny Gantz, el principal rival político de Netanyahu, quien ha visto cómo su apoyo en las encuestas se triplicaba desde su entrada en el gabinete. Esta misma semana, su lugarteniente Gadi Eisenkot, parte también del gabinete de guerra y exjefe del Estado Mayor, se desmarcó de la línea oficial al afirmar que los rehenes solo podrán ser liberados si hay un alto el fuego. "Lo otro es propagar ilusiones", dijo en alusión a la postura de Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, que abogan por seguir ejerciendo la "máxima presión militar" en Gaza como vía para forzar la liberación.

Cada vez son más los que piensan que ambos objetivos son incompatibles. Así lo dijo el viernes el exjefe del Mossad, Tamir Pardo, al afirmar que aquellos que apuestan por conseguir ambas cosas a la vez "están mintiendo descaradamente". Los intereses contrapuestos dentro del gabinete obligan a Netanyahu a hacer equilibrios. "Si acaba aceptando un acuerdo demasiado generoso para liberar a los rehenes es posible que los partidos a su derecha abandonen el Gobierno. Pero si no lo hace, podría ser Gantz el que salte del barco", asegura Menahem Hofnung, politólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén. "El 'impasse' actual es lo que más beneficia a Netanyahu porque le permite jugar al divide y vencerás entre las facciones de su Gobierno y mantener intacta la coalición", añade en una entrevista telefónica.

Tolerancia ante las bajas israelíes

Otro factor que podría precipitar a priori el final de la guerra son las bajas israelíes en Gaza. Hasta la fecha superan los 220 militares muertos, lo que ha llenado las televisiones israelíes de funerales y madres rotas frente a las tumbas de sus hijos. El lunes fue el día más aciago en ese sentido, con la muerte de 24 soldados. Los expertos, sin embargo, consideran que el grado de tolerancia de la sociedad israelí se ha ensanchado frente a otras guerras tras sufrir el 7 de octubre la jornada más sangrienta para el pueblo judío desde el Holocausto.

"Cerca del 70% de los militares muertos en Gaza pertenecen a familias religiosas, sefardíes y de la periferia geográfica del país, un sector de la población más predispuesto a asumir los costes de la guerra", afirma a este diario Hillel Frisch, investigador del Jerusalem Institute for Strategy and Security. La menguante élite askenazi y generalmente más acomodaticia con los palestinos está pagando un precio menos oneroso.  

Y luego está Estados Unidos. Las filtraciones que llegan desde Washington sugieren que la Casa Blanca está cada día más harta de Netanyahu, tanto por el nivel masivo de destrucción en Gaza como por su rechazo frontal a abrir un proceso de paz, contemplar un estado palestino o aceptar que los moderados de Ramala se hagan cargo del enclave tras la guerra. Pero a diferencia de algunos de sus predecesores, Joe Biden no parece dispuesto a emplear medidas coercitivas para forzar a Netanyahu a cambiar de rumbo. Eso ha hecho que, desde Israel, se le ha haya descrito como el presidente más proisraelí de la historia.

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