Derechos humanos

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Una bandera LGTBQ durante una marcha del 'Gay Pride' en Atenas.

Una bandera LGTBQ durante una marcha del 'Gay Pride' en Atenas. / YANNIS KOLESIDIS / EFE

Adrià Rocha Cutiller

Adrià Rocha Cutiller

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Fue una de sus mayores promesas. Tras ganar las elecciones parlamentarias en Grecia este verano, el primer ministro conservador, Kyriakos Mitsotakis, lo repitió, a pesar de las dudas y quejas de muchos de los suyos: Grecia legalizaría el matrimonio homosexual lo antes posible y se convertiría en el primer país cristiano ortodoxo del mundo en permitirlo.

Chipre, Montenegro y la misma Grecia ya consienten la unión civil entre personas del mismo sexo, pero no el matrimonio. Caso aparte es el de Bulgaria y Rumanía, que no permiten estas uniones pero, por orden de Bruselas, deben reconocerlas como legales. "Legislaremos la igualdad en el matrimonio, que significará la eliminación de la discriminación basada en la orientación sexual", ha dicho recientemente Mitsotakis en una entrevista con la cadena pública griega, ERT.

A partir de este punto, sin embargo, el conservador ha pisado el freno. "La ley no será nada revolucionaria ni diferente a lo que se aplica en otros países europeos. No experimentaremos con ideas más avanzadas", ha continuado Mitsotakis, que ha explicado que la nueva norma también permitirá que parejas homosexuales puedan adoptar niños y niñas, algo ilegal con la legislación vigente.

Mitsotakis, no obstante, no lo tiene nada fácil. Según la gran mayoría de las encuestas realizadas en los últimos meses, una parte considerable de la población griega está en contra de legalizar el matrimonio de personas del mismo sexo. Uno de los últimos sondeos, de la empresa Alco, estipula que el 49% de los entrevistados se opone, mientras que el 35% está a favor y un 16% no se posicionan. 

La división es tal que incluso un ministro del Gobierno de Mitsotakis ha asegurado que dimitirá si la ley es aprobada. En el Parlamento, el anterior primer ministro conservador griego Andonis Samaras —ahora diputado— dijo en diciembre que votaría en contra a pesar de que sea su propio partido, Nueva Democracia (ND), el que proponga la nueva legislación. 

Fuerte oposición

Hay más. "La posición de la Iglesia de Grecia es que los niños tienen una necesidad innata, y por lo tanto el derecho de crecer con un padre hombre y una madre mujer. Ningún tipo de modernización social ni corrección política puede obviar esto", dijo en diciembre una circular publicada por el Patriarcado de Atenas, la máxima autoridad eclesiástica dentro de la cristiandad ortodoxa de Grecia.

"Los niños no son animales de compañía para aquellos que quieren sentirse como guardianes de alguien, y no son un accesorio para formalizar y convertir en aceptable la cohabitación de dos personas del mismo sexo", continuaba la iglesia griega.

La división, de hecho, es tal en los sectores de la derecha griega que Mitsotakis anunció que permitirá a todos sus diputados que voten en conciencia cuando esta nueva ley tenga que ser aprobada en el Parlamento. 

Tampoco, según Mitsotakis, hay ninguna prisa. El primer ministro ha anunciado que antes de presentar la norma y llevarla a votación, el Gobierno impulsará una iniciativa de persuasión nacional para convencer a los ciudadanos —y a sus propios diputados disidentes— para que apoyen la nueva ley. No se espera, por lo tanto, que el texto sea votado antes de las elecciones al Parlamento Europeo de junio.

Votación abierta

La ley, sin embargo, será aprobada. "Cuando el borrador llegue a la Cámara baja será aprobada gracias a nosotros, gracias a los votos de Syriza", ha dicho el líder de la oposición griega y presidente del partido de izquierda, Estéfanos Kaselakis, abiertamente homosexual y casado con su marido estadounidense. Kaselakis, en horas muy bajas tras la derrota en verano y su difícil liderazgo, ha convertido la cuestión LGBTIQ+ en una de sus puntas de lanza contra ND.

El líder de Syriza tuvo que casarse en Nueva York y la pareja no está legalmente reconocida aún en Grecia. "La nueva ley tiene muchas imperfecciones, pero algunos elementos positivos. Es de cobardía política no forzar que todos los diputados de ND voten a favor de un asunto tan claramente de derechos humanos y de igualdad entre personas. Por eso quiero dejar claro que esta ley será aprobada, pero lo será gracias a nosotros".