Elecciones 2024

Los cambios políticos de EEUU ponen a prueba la relevancia de los caucus de Iowa

MULTIMEDIA Así va la carrera electoral en EEUU: candidatos, calendario, primarias y encuestas

Un cartel de la campaña de Trump para la nominación republicana sobre la nieve en una calle de Pella, Iowa.

Un cartel de la campaña de Trump para la nominación republicana sobre la nieve en una calle de Pella, Iowa. / JOE RAEDLE / GETTY IMAGES / AFP

Idoya Noain

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Ciudadanos de Iowa hablan con profundo orgullo de su papel en el proceso electoral de Estados Unidos, donde en 1972 sus caucus empezaron a abrir la carrera por las nominaciones presidenciales y se ganaron ese "first in the nation" que llevan como una medalla. Se describen como "buena gente, normal y corriente", palabras que elegía hace unos días Vince Newendorp en un acto de Nikki Haley. Son muy pocos los que, dentro de la población de 3,2 millones de habitantes, participan, pero celebran su peso político y la atención mediática nacional y global, por más que desde hace tiempo se cuestione que ambos están sobredimensionados. Y aplauden que el sistema les permite "tener una voz".

Este lunes, en medio de un temporal de frío infernal, esta volvía a alzarse solo del lado republicano en un duelo dominado de fotma abrumadora por Donald Trump en el que Haley y Ron DeSantis luchaban por un segundo puesto que evite que sus ambiciones de seguir en liza sean silenciadas. Pero el papel y la relevancia de estos caucus, mirando al futuro, camina por la cuerda floja.

El caucus de Iowa da comienzo al año electoral en Estados Unidos

Donald Trump en un evento de campaña en Des Moines, Iowa. En vídeo, el arranque del caucus de Iowa. / Foto: Chip Somodevilla (AFP) | Vídeo: Idoya Noain, Patricio Ortiz

Cálculos puramente electoralistas y las transformaciones radicales de tradiciones políticas que se viven en EEUU desde la irrupción en la arena de Trump, un animal político único, cuestionan que el modelo de las último cinco décadas siga manteniéndose. Y hay alertas de que la voz del dinero cada vez pesa más que la voz ciudadana.

Estrategia demócrata

Los demócratas ya han minimizado el papel de los caucus de Iowa después de que se vieran salpicados por dudas sobre la credibilidad de los resultados en 2016, cuando la gran lucha se vivió entre Hillary Clinton y Bernie Sanders, y tras el caos que siguió en 2020.

Justamente entonces se intentó hacer el proceso más creíble y transparente pero se vivió una debacle que dejó a la formación y al país durante días a la espera de resultados, que además llegaron con errores, restando a Iowa el que es uno de sus activos principales: actuar como una criba, capaz de dar impulso o enterrar candidaturas.

Con una estrategia claramente política de Joe Biden, este año los caucus aquí ni siquiera han sido la primera cita electoral del proceso de primarias demócratas, que también se ha saltado formalmente Nuevo Hampshire y se abrirá oficialmente el 3 de febrero en Carolina del sur. Este lunes se celebraban asambleas, pero solo para resolver asuntos burocráticos y del partido, y los resultados de una votación abierta por correo se anunciarán el 5 de marzo en el supermartes.

Frente a un estado como Iowa dominado por el voto blanco, de edad más avanzada y profundamente religioso, Carolina del Sur es indudablemente más representativo en términos de diversidad racial, demográfica e ideológica. No casualmente fue también el que en 2020 ayudó al actual presidente,  que había quedado cuarto en los caucus de Iowa y quinto en Nuevo Hampshire, a posicionarse y sentar las bases de la coalición que le permitió hacerse con la nominación y, después, con la Casa Banca.

El modelo republicano

En el campo republicano (donde el histórico temporal de frío hacía dudar de que se batiera el récord de participación marcado por 186.000 personas en 2016, cuando Trump quedó segundo tras Ted Cruz) los caucus también viven un momento de transformación.

DeSantis y Haley han desarrollado las campañas tradicionales que hacen durante meses Iowa el centro del universo político de EEUU. Han puesto en marcha maquinarias de organización en el estado, especialmente potente y bien engrasada en el caso del gobernador de Florida (aunque las peleas dentro de su propia campaña y entre esta y el Super Comité de Acción Política que ha sido vital para él en Iowa han sido también debilitadoras, dañinas y puerta abierta a ataques tratando de debilitar su imagen de buen gestor).

Haley y DeSantis han realizado visitas frecuentes al estado, donde el segundo ha pisado al menos una vez los 99 condados, una gira completa que Vivek Ramaswamy ha realizado dos veces. Y en su agenda ha habido decenas y decenas de actos y encuentros con votantes, a veces pequeños grupos de no más de 20 personas.

Trump, el gran disruptor de la política estadounidense, ha hecho en parte añicos ese concepto. Su organización sobre el terreno ha sido, como la de DeSantis, mastodóntica y modélica para movilizar voluntarios, apoyos y votantes. Pero sus visitas han sido mucho menos frecuentes, 30 escasas en un año. Y en sus actos, normalmente mítines grandes o medianos como el último el domingo en un auditorio del Simpson College en Indianola, con unos 1.000 asistentes, el expresidente no se ve obligado como sus rivales a someterse a los rigores de la política minorista de la que Iowa es máxima expresión. Sus seguidores ya no necesitan hacerle preguntas para conocerle. Son capaces de hacer cola durante horas a sensación térmica de casi 40 bajo cero solo para verle de lejos.

En esa intervención en Indianola, que a ratos en los 100 minutos hizo rememorar más a una noche en El Molino de Barcelona que un acto político, Trump aprovechaba para acusar a los demócratas de haber "abandonado a Iowa" y prometía: "Seguiréis siendo primeros en la nación mientras yo tenga algo que decir". Su propia figura, no obstante, debilita ese compromiso.

Su arrolladora ventaja que ha eliminado suspense en esta carrera (aunque el duelo por el segundo puesto cuente, y mucho) ha hecho que se reduzca la atención a Iowa y la lluvia de millones que suele acompañar a esa atención. Si en 2020 el impacto económico directo en la zona metropolitana de la capital la última semana antes de las votaciones fue de más de 11 millones de dólares en gastos como hoteles, restaurantes o alquileres de coches, este año se calcula que se va a quedar en 4,2 millones.

Aunque los caucus republicanos han seguido creando un boom económico (más de 105 millones, por ejemplo, gastados en esta campaña en anuncios), algunos observadores han advertido de que están volviéndose otra máquina de capitalismo político, lo que les quita el ADN de voz ciudadana del que con tanto orgullo hablaba Newendorp. Mientras, jóvenes demócratas creen o quizá esperan que no haya vuelta atrás y apuestan por aprovechar para eliminar definitivamente unos caucus que ven como una distracción para lo que creen verdaderamente importante: la organización y la política a nivel local.

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