Primarias en EEUU

Trump, preparado para arrollar en Iowa y asentarse como candidato incontestable

MULTIMEDIA | Así va la carrera electoral en EEUU: candidatos, calendario, primarias y encuestas

El caucus de Iowa da comienzo al año electoral en Estados Unidos

Donald Trump en un evento de campaña en Des Moines, Iowa. En vídeo, el arranque del caucus de Iowa. / Foto: Chip Somodevilla (AFP) | Vídeo: Idoya Noain, Patricio Ortiz

Idoya Noain

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El viento, helado en Iowa, sopla a favor de Donald Trump y lo hace con una fuerza arrolladora. Poco más de tres años después de que con el asalto al Capitolio Estados Unidos se asomara por primera vez en su historia al abismo de no tener una transición pacífica del poder, el hombre que está imputado por esos intentos de revertir los resultados legítimos de 2020 (en dos de sus cuatro causas penales) tiene todo listo para dar este lunes un golpe definitivo en los caucus de este estado, la primera cita electoral interna del Partido Republicano para elegir su nominado para 2024.

Los sondeos predicen una victoria más que contundente del expresidente. En el último publicado el sábado por la noche por el diario local ‘Des Moines Register’, una prestigiosa referencia en el mundo de la demoscopia que históricamente ha sido el mejor barómetro previo a los caucus, Trump entierra con su 48% como un alud a Nikki Haley (20%) y Ron DeSantis (16%), los dos aspirantes que libran una lucha por el segundo puesto.

Son números que apuntan a que se ratificará un resultado que desde hace meses ha restado suspense a esta carrera, dominada por un expresidente al que en la práctica muchos votantes ven como si siguiera en el Despacho Oval; al que sus más acérrimos defensores ven como un mártir y del que otros republicanos respetan las políticas que adoptó, aunque cuestionen sus formas o que no frenara el asalto al Capitolio. Un candidato que se ha podido permitir ni siquiera debatir con sus rivales y que ha logrado convertir con éxito sus problemas legales en elemento de apoyo, recaudación de fondos, movilización y publicidad.

Y aunque en Iowa en 50 años de voto con el sistema asambleario de caucus ha habido dosis de sorpresa, y aunque esta vez un brutal temporal de frío y gélidas temperaturas complica la participación, se congela la realidad de un Partido Republicano que Trump sigue controlando con puño de hierro.

Un autobús de apoyo al candidato Donald Trump en Iowa

Un autobús de apoyo al candidato Donald Trump en Iowa / Al Drago/Bloomberg

Ganar no, arrollar

La imagen de Trump como una de esas furgonetas mastodónticas que recorre las carreteras nevadas de Iowa mientras coches más pequeños se quedan varados en la nieve a la que ha recurrido ‘The Washington Post’ se hace la más idónea para el momento. Porque es así como el expresidente surca este camino en Iowa con una meta que va más allá de ganar.

Lo de menos, casi, es llevarse a través de las votaciones en 1.657 precintos la mayoría de los 40 delegados que repartirá el estado, una gota en el océano de los cerca de 1.200 que hacen falta para asegurarse la nominación. Trump quiere casi humillar, no dejar ninguna duda de su dominio, abrumar, demostrarse el candidato tan inevitable como incontestable.

Se dotaría así de la oportunidad de saciar su confesado deseo de venganza y reeditar en noviembre su duelo con Joe Biden, el demócrata que, aunque él siga negándolo, le ganó hace cuatro años. Y poco importa que muchos estadounidenses no quieran volver a decidir entre esas dos opciones, que se disparen miedos y temores de un país estancado o cada vez más sumido en la polarización, o que ejemplos como los de las legislativas de 2022 recuerden a los republicanos que hay entre buena parte de la población un rechazo al trumpismo y al negacionismo electoral, o una movilización por derechos como el aborto que gracias a la mayoría conservadora asentada por Trump en el Tribunal Supremo se han puesto en peligro. Para el trumpismo esto es una lucha entre el bien y el mal.

Nikki Haley, durante su intervención en un acto de campaña en el Olympic Theater de Cedar Rapids, Iowa.

Nikki Haley, durante su intervención en un acto de campaña en el Olympic Theater de Cedar Rapids, Iowa. / WIN MCNAMEE / GETTY IMAGES / AFP

La ¿inútil? lucha por el segundo puesto

Las cosas en este 2024 son distintas pero también parecidas a 2016. Entonces una sobredosis de rivales de Trump en las primarias dividió el voto y le ayudó a conquistar la nominación. Y aunque ahora solo Haley y DeSantis se plantean como alternativa seria, con su pelea entre ellos y olvidando a su verdadero rival han vuelto a minimizar sus propias opciones frente a un auténtico bulldozer de la política.

Incluso si la exgobernadora de Carolina del Sur que fue embajadora de Trump ante Naciones Unidas logra el segundo lugar anticipado este lunes (y está por ver porque las previsiones en Iowa llegan con el asterisco aterrador de la falta de entusiasmo por su candidatura hasta entre quienes dicen que van a votarle este lunes), tiene un camino complicado. En la siguiente cita, en las primarias de New Hampshire el día 23, parece tener opciones, pero sus perspectivas empeoran en Nevada, Carolina del Sur (pese a que allí fue gobernadora) y de cara al supermartes del 5 de marzo, cuando votan 15 estados y un territorio y poco después de cuando Trump podría culminar su conquista.

En el caso de DeSantis, que en Iowa ha desplegado una imponente campaña sobre el terreno que casi hace sombra a la de Trump, la apuesta es aún más arriesgada. El gobernador de Florida ha puesto prácticamente todos los huevos en esta cesta escasamente representativa del resto del país, con su voto predominantemente blanco, mayor y de fuerte peso del evangelismo. Para él quedar tercero sería una doble derrota. Y la presión para abandonar se dispararía.

El gobernador de Florida y aspirante republicano, Ron DeSantis, en un evento de campaña en Davenport, Iowa

El gobernador de Florida y aspirante republicano, Ron DeSantis, en un evento de campaña en Davenport, Iowa / Christian MONTERROSA / AFP

Una elección sobre personalidad

“Esta es una elección sobre carácter, sobre personalidad”, decía el sábado por la noche a EL PERIÓDICO tras un acto en Des Moines el exgobernador de Arkansas Asa Hutchinson, que también lucha contra Trump y, con Chris Christie ya retirado, es el único que que queda en liza que denuncia con una contundencia inusitada las acciones de Trump tras las elecciones del 2020, como Biden, lo define como un candidato “dañino para la democracia” y asegura que no lo apoyaría si fuera condenado.

Hutchinson en Iowa tiene perspectivas de sacar solo un 1%. Él y sus ideas parecen, claramente, una especie en extinción en el Partido Republicano. Y los caucus de este lunes, y lo que anticipan, solidifican la idea de que los conservadores tradicionales viven huérfanos en la era, que se prolonga, de Trump. 

En busca de récords

El ansia de Trump por no dejar lugar a dudas sobre su arrollador dominio explica, por ejemplo y en parte, que a 48 horas de los caucus empleara energías en atacar con dureza al cuarto en la liza, Vivek Ramaswamy, que solo aparece con un 8% de intención de voto en el sondeo del ‘Register’. Porque el joven inversor que se ha modelado como una versión más joven y en algunos casos hasta más radical de Trump y que ha prometido que si fuera presidente le perdonaría inmediatamente si fuera condenado en alguna de sus causas penales, araña sus apoyos de la misma base.

 Eso pone en peligro que Trump, que cuando tomó posesión presumía en falso de haber marcado récords históricos de asistencia a su inauguración, se convierta en el primer candidato de un partido que supera el 50% del voto en un caucus de Iowa con más de dos aspirantes (el demócrata Walter Mondale se quedó en el 49% en 1984). “Un voto por Vivek es un voto por el otro lado”, advertía Trump el viernes. “Vivek no es MAGA”, las siglas en inglés del movimiento Hacer América Grande de Nuevo, hoy sinónimo del trumpismo más extremo.

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