Guerra de Ucrania

Bulgaria reducirá su dependencia energética de Putin y dejará de importar petróleo ruso en marzo

Bulgaria, un caballo de Troya ruso en la UE

La sombra del Kremlin es alargada en la política diaria de Bulgaria

Terminal petrolera de Lukoil en el puerto de Rosenets, en la costa del mar Negro.

Terminal petrolera de Lukoil en el puerto de Rosenets, en la costa del mar Negro. / MARC MARGINEDAS

Marc Marginedas

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El dominio que ha ejercido Rusia desde hace décadas sobre el mercado del petróleo en Bulgaria tiene los días contados, al menos sobre el papel. El Parlamento de Sofía ha aprobado este lunes adelantar al mes de marzo el final de la excepción que había concedido la UE al Estado balcánico al inicio de la guerra de Ucrania para continuar importando crudo ruso, una medida que, según se justificó en su día, pretendía evitar una espiral inflacionista en un país donde la petrolera rusa Lukoil había venido ejerciendo en las últimas dos décadas un cuestionado papel monopolístico. Mientras la empresa ya ha anunciado que estudiaba vender sus propiedades, acusando al Gobierno de impulsar "leyes discriminatorias y otras decisiones políticas injustas y parciales", los expertos en corrupción en el país balcánico previenen ante la posibilidad de que oligarcas locales acaben adquiriendo las instalaciones y prolonguen en el futuro las turbias prácticas de la segunda petrolera más importante del país de Vladímir Putin.

A través de Lukoil Neftohim Burgas, su filial local, su gigantesca refinería en los alrededores de Burgas, sus nueve depósitos de petróleo y sus más de 200 gasolineras, en las últimas dos décadas el gigante ruso de los hidrocarburos había logrado controlar el 100% del mercado local del petróleo crudo. Esta realidad económica ha tenido su correspondiente traducción política en la condescendiente actitud de los diferentes gobiernos búlgaros hacia Moscú, ya sea a la hora de negociar los sucesivos paquetes de sanciones que aprobaban los líderes de la UE, ya sea en el momento de decidir sobre envíos de armas a Ucrania.

Superior al precio tope

Las medidas adoptadas por las autoridades búlgaras contra las compras de petróleo ruso han ido in crescendo desde el verano. En julio, el Parlamento acordó poner fin abruptamente a la concesión de más de dos décadas que detentaba la filial búlgara de Lukoil en la terminal petrolera del puerto de Rosenets, en la costa del mar Negro, bajo la acusación de que desde estas instalaciones se realizaban actividades de contrabando. En septiembre, los legisladores búlgaros pactaron reducir paulatinamente las importaciones de crudo ruso, hasta eliminarlas por completo en octubre de 2024. Esta semana, dicho lapso de tiempo ha sido finalmente reducido al mes de marzo.

Aunque "tardía", la desaparición de Lukoil del mercado energético de Bulgaria es, "en principio", una "buena noticia", considera Atanas Tchobanov, periodista búlgaro de investigación y uno de los más reputados expertos en corrupción del país balcánico. Sin embargo, este especialista advierte ante la posibilidad de que el vacío que deje la petrolera rusa sea ocupado por oligarcas locales que mantengan los opacos manejos empresariales de la compañía rusa, habida cuenta del elevado grado de criminalización y corrupción de la economía búlgara. "La medida de adelantar el final de la exención petrolera no tiene relación alguna con los principios; ha sido iniciada por el exprimer ministro Boiko Borisov y por el oligarca Delyan Peevski", dos hombres sinónimo de la corrupción en el Estado balcánico, recuerda Tchobanov.

El primero ocupó el cargo de primer ministro durante 12 años, desde 2009 hasta 2021, y bajo su mandato los niveles de corrupción se dispararon. El segundo es un oligarca sancionado por el Departamento del Tesoro de EEUU según los términos de la ley Magnitski, que castiga a empresarios en el mundo que cometen ofensas contra los derechos humanos, y en la actualidad es la estrella política en ascenso del Movimiento por los Derechos y las Libertades (MPS, por sus siglas en búlgaro), el partido que representa a las minorías nacionales, en particular a la minoría turca. Los activistas anticorrupción en Bulgaria observan de cerca las negociaciones de venta, en particular si Peevski acaba haciéndose de alguna forma u otra con el control de las instalaciones.

En previsión de su salida de Bulgaria, las importaciones de crudo, realizadas por la filial búlgara de Lukoil a un precio superior al tope mundial de 60 dólares por barril fijado por el G7, Australia y la UE hace un año, se han disparado en los últimos meses. Segun Bloomberg, las adquisiciones de crudo ruso se multiplicaron por dos en los meses de abril a mayo y de agosto a septiembre, alcanzando la cifra de 150.000 barriles al día. Tchobanov calcula que la empresa rusa se habrá embolsado de aquí a marzo 500 millones de dólares que se dedicarán al esfuerzo bélico ruso contra Ucrania. Como prueba de las cuestionadas y corruptas prácticas de la empresa rusa, que podrían prolongarse según quienes sean los nuevos propietarios, este experto denuncia que Lukoil en Bulgaria incluso llegó a vender derivados del petróleo a Ucrania a través de intermediarios, antes de que las autoridades de Kiev descubrieran el origen ruso del producto y pusiera fin a dicho comercio.

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