Medida para recuperar el turismo

Los españoles pueden viajar desde hoy a China sin visado

Turistas caminan por la Gran Muralla China cubierta de niebla en Simatai, a las afueras de Beijing (China).

Turistas caminan por la Gran Muralla China cubierta de niebla en Simatai, a las afueras de Beijing (China). / JERRY LAMPEN

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

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La Ciudad Prohibida pequinesa, los guerreros de Terracota de Xi’an o los epatantes rascacielos shanghaineses con sólo un pasaporte. China exime desde hoy a los ciudadanos de España y otros cinco países (Francia, Alemania, Italia, Países Bajos y Malasia) de visado para resucitar el turismo internacional y aceitar la economía tras la devastadora pandemia. La medida, anunciada esta semana, se alargará durante un año y cubre las estancias de hasta 15 días para turismo, negocios, tránsitos y visitas de familiares y amigos.

Es la última y más decidida zancada de China en los últimos meses para recuperar su rol como potencia turística global. La apertura ha sido gradual: en marzo empezó a expedir todos los tipos de visado prepandémicos, tres meses después cancelaba los tests negativos de covid y sus aerolíneas han recuperado en los últimos meses la conectividad previa. Todo inútil. Aquellos joviales amontonamientos de viajeros internacionales no han vuelto a las principales atracciones turísticas y los datos de inmigración han confirmado el drama: apenas 8,4 millones de entradas de extranjeros en el primer semestre de este año cuando en 2019, el último sin pandemia, se rozó el centenar de millones.

El sector apenas sufrió en los dos primeros años de encierro porque el turista local, sin posibilidad de cruzar fronteras, compensó la falta del internacional. Pero las frecuentes cuarentenas en 2022, algunas en destinos tan masivos como la isla tropical de Sanya, también desincentivó los desplazamientos internos. "Para promover los intercambios de personas entre China y el extranjero, servir al desarrollo de alta calidad y abrirse al exterior a un alto nivel, China ha decidido ampliar las exenciones unilaterales de visados a modo de prueba”, explicó la semana pasada el Ministerio de Exteriores.

60 euros y trámites engorrosos

La exención del visado finiquita uno de los dos potentes frenos del turismo a China. En España cuesta unos 60 euros y los trámites son engorrosos. Es obligatorio desplazarse a los consulados de Madrid y Barcelona o pagar a una agencia de intermediación. "Provoca una pereza terrible", asume una fuente del sector turístico español. El otro, añade, es el mecanismo de pago. China ha abrazado la tecnología y proscrito el dinero en efectivo. Las compras con el teléfono facilitan tanto la vida a los chinos como se la complican a los que carecen de una cuenta bancaria aquí. Sólo Alipay permite por ahora vincular el terminal a una cuenta extranjera pero el método falla más de lo recomendable. Son previsibles las presiones de la industria turística para agilizar la solución.

La medida contentará a la industria aérea tras esforzarse en recuperar los vuelos y frecuencias prepandémicas con España pero que sólo ve a chinos en sus aviones. "Por ahora no sirven al turismo hacia China y con el flujo también de la otra parte se conseguirá una mayor estabilidad, mejorará el ecosistema y las aerolíneas se animarán a abrir más rutas", añade la fuente de Turismo. La falta de apetito español hacia China es flagrante. Sólo han sido tramitados este año unos 30.000 visados. Se mantiene, en cambio, el opuesto. El consulado de Pekín, uno de los tres con los que cuenta España en China, cerrará este ejercicio con unos 80.000 visados expedidos.

Desde la diplomacia española son cautos y descartan un inminente aluvión. No es un problema de visados sino de imagen, opina un alto cargo. "Aquellas imágenes de encierros masivos han calado y serán necesarias muchas campañas de promoción para olvidarlas", añade. Apenas espera a algunos viajeros individuales y de perfil aventurero mientras no regresen las agencias para grupos que los tres años pandémicos fulminaron. Desde el sector subrayan las dudas que no aclaró el sucinto anuncio de la medida. Por ejemplo, el ámbito temporal de esos 15 días. ¿Serán válidos durante seis meses o un año? ¿O bastará con salir de China un día y regresar al siguiente para disfrutarlos de nuevo y así ad eternum?

Cumbre en China

También la geopolítica ha engrasado la medida. La puerta abierta a cinco países europeos llega en vísperas de la cumbre en China con la UE. Su Cámara de Comercio, pertinaz martillo contra las barreras de entrada y trabas chinas, saludó la medida como una "tangible y práctica mejora que aumentará la confianza de las empresas". La reciprocidad, el principio que rige las relaciones internacionales, es improbable. Desde las cancillerías europeas se ha recordado que China debería ampliar la exención a todos los países del espacio Schenghen. Y, aún así, se antoja quimérico que la UE dé vía libre a un país con 1.400 millones de personas.

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