Elecciones en Argentina

¿Por qué ha ganado Javier Milei en Argentina? 5 claves para entender la victoria electoral de la ultraderecha

El ultraderechista Javier Milei, nuevo presidente argentino

Javier Milei y su hermana Karina milei celebran la victoria en las presidenciales aregntinas.

Javier Milei y su hermana Karina milei celebran la victoria en las presidenciales aregntinas. / Luis Robayo

Abel Gilbert

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Javier Milei ya no es una pesadilla. Argentina despierta a una realidad apoyada en la fuerza de los votos, en una cantidad no prevista. Ha ganado las elecciones de manera contundente. La llegada del ultraderechista a la presidencia supone un punto de corte histórico. A cuatro décadas de la recuperación de las instituciones en el país sudamericano y sus promesas de reparación, Argentina se interna en un laboratorio político y social tan impredecible como temido.

El fracaso de la política

"Con la democracia se come, se cura y se educa", prometió Raúl Alfonsín al asumir la presidencia, el 10 de diciembre de 1983. Los propósitos redentores no se cumplieron. Los ciclos de hiperinflación, endeudamiento, fuga de dólares, crisis y estallido se sucedieron en espiral descendente. Los indicadores sociales y económicos hablan por sí mismos: más de 40% de pobres y una falta de horizontes han creado las condiciones para una transformación radical que ha arrasado con la clase política tradicional. El peronismo, en el poder hasta el 10 de diciembre, ha hecho su parte. Las peleas entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner han llevado al Gobierno por una deriva que ha provocado enorme desafección. Los gritos de Milei en las tertulias han sido escuchados como los de un hombre indignado que lanzaba alaridos por ellos. Ha fustigado a la "casta política" y se ha erigido en el vengador de los perdedores.

Los votantes han pasado por alto su aversión a la justicia social y su defensa de la ley de la selva, la comunicación telepática con los perros y su condición de enviado celestial. Y eso ha sido posible por el fuerte desprestigio de los partidos existentes. La idea del "cambio", a pesar de todas las señales de representar un salto al vacío, ha sido más fuerte que anclarse a un presente indigesto, con situaciones de emergencia alimentaria en zonas de un país exportador de alimentos y materias primas por excelencia. Un "don nadie", un completo inexperto a quien nadie tomaba en serio, ha construido, con la ayuda inestimable de los medios de comunicación y las redes sociales, una fuerza electoral arrasadora, desde el llano marginal a la cumbre. Milei ha canalizado la bronca y el hastío.

"Que se vayan todos, que no quede uno solo", cantaron sus seguidores en la noche triunfal. Esa consigna venía del estallido de 2001 e iba dirigida contra las políticas neoliberales. El significado político se ha invertido. No todos los electores de Milei son ultraderechistas.

La economía, estúpido

Argentina registró en octubre una inflación del 8,3%. El acumulado interanual se ubica en el 142,7%, según estadísticas oficiales. Cada punto que ha subido el coste de la vida ha arrastrado a más familias a la pobreza. En un país cuyo Banco Central carece de reservas internacionales suficientes, los saltos del precio del dólar han provocado sistemáticos desbarajustes en la economía. Siempre han impactado más en los que menos tienen. La moneda norteamericana costaba hace un año en el mercado paralelo 318 pesos por unidad. Antes de las elecciones llegó a los 1100 pesos y ahora puede escalar sin límite.

El Gobierno de Alberto Fernández refinanció la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que había contraído Mauricio Macri en 2018 por 45.000 millones de dólares. Lo hizo a cambio de implementar un severo ajuste que supuso una enorme fuga de votos peronistas hacia la derecha desde las parlamentarias de 2021. Ya en ese momento estaba anunciada la derrota electoral de este domingo. Fue una profecía autocumplida, basada en el impacto en los bolsillos.

En los últimos años, los argentinos han perdido casi el 40% del poder de compra de sus salarios. La promesa de Milei de que cada habitante se convertirá en emprendedor ha calado hondo en sectores sociales que carecen de contratos laborales, trabajan en negro o esporádicamente. Antes que los augurios de una aventura a corto plazo, están los números. Argentina deberá pagar 18.000 millones de dólares anuales los próximos años para cumplir sus compromisos con los acreedores. El pasivo público es de 419.291 millones de dólares, con un alza de 12.680 millones (3,14%) en temporada electoral. Sobre esas cenizas de la economía se yergue la figura del anarcocapitalista como si fuera el último mesías en quien creer. En las chabolas de la ciudad de Buenos Aires se ha festejado la novedad de las urnas.

El factor Macri

 

Sergio Massa apostó por el milagro electoral. No ha podido alcanzarlo porque la economía se encuentra en un naufragio permanente y, además, porque la derecha tradicional, que quedó relegada en la primera vuelta, ha sido a su vez determinante en esta contienda. Ha logrado traspasar todos sus votos en favor del candidato que calificó a Patricia Bullrich, su abanderada, de terrorista y asesina de niños. Pero el espanto compartido hacia el peronismo, tachado de comunista en las interpretaciones más insólitas, ha podido más que los enconos y las querellas judiciales cruzadas.

El expresidente Mauricio Macri ha sido el gestor secreto de esa alianza y se ha convertido en el segundo artífice de la hazaña este domingo. Algo más que el articulador de esos apoyos tras la primera vuelta, que fue adversa para Milei. Macri ha podido darle bríos al voto profundamente antiperonista. Ha traído, además, el respaldo de un importante sector del empresariado. A ellos se suman los pobres para formar un nuevo bloque político que puede ser duradero o efímero.

Después de semanas de moderación táctica y modales contenidos, Milei sugirió que no hará concesiones en su programa radical. Se espera no obstante que Macri tenga un fuerte peso en el Gobierno de La Libertad Avanza, ubicando ministros en el gabinete del ultraderechista y diseñando una hoja de ruta en el Congreso. La derecha tradicional tendrá 94 diputados. Si se pliegan todos a los 38 legisladores de LLA, tendrán quorum propio. En el Senado estará obligado a otras negociaciones.

La victoria del negacionismo

A lo largo de 40 años, Argentina parecía haber forjado un consenso sobre el horror de la última dictadura militar (1976-83). Esos acuerdos, simbolizados en la literatura, el cine y la música, y que tienen, en el plano judicial, 1.200 condenas a represores, acaban de ser puestos en entredicho. El 10 de diciembre, Victoria Villarruel se convertirá en la primera vicepresidenta electa conocida por su negacionismo de las violaciones a los derechos humanos, consideradas apenas excesos en la lucha contrainsurgente. Ella es una gran impugnadora de los procesos judiciales y la memoria. No perdió oportunidad de recordarlo después de ejercer su derecho al voto. "Es desubicado pintar en un jardín de infantes carteles sobre los 30.000 desaparecidos y el Nunca Más. Es como ir a un cementerio y pintar al Oso Barney", dijo esta hija de un oficial del Ejército que participó de la represión durante los años 70 y se negó a jurar por la Carta Magna mientras gobernaba Alfonsín.

Villarruel ha logrado instalar nuevamente la teoría de "los dos demonios" que equiparó en 1984 las responsabilidades del Estado y los grupos insurgentes que habían sido desarticulados y derrotados políticamente antes del golpe que derrocó a Isabel Perón, el 24 de marzo de 1976. "Con habilidad y una oratoria impoluta, la abogada de familia castrense corrió el eje de la discusión y se alzó como la voz de las otras víctimas, aquellas que murieron en atentados de organizaciones guerrilleras. De esta forma, abrió el juego al mezclar el concepto, poniendo en pie de igualdad a las víctimas de los atentados con las víctimas del terrorismo de Estado durante la dictadura cívico militar (incluida la apropiación de hijos y nietos), crímenes que luego fueron considerados de lesa humanidad y, por ende, resultan imprescriptibles", ha señalado el diario Perfil. La jugada de Villarruel habría caído en el vacío de no ser por las razones profundas que permitieron mover el eje de las discusiones en este país: la pobreza y el desencanto. La vicepresidenta electa manejará las áreas de Defensa y Seguridad. Ha conseguido provocar entusiasmo en cientos de represores condenados que esperan ser amnistiados y tiene un proyecto político personal.

Contexto global

La llegada a la presidencia de la extrema derecha, señalan diversos analistas, no puede separarse de un contexto global. Así lo interpretaron de inmediato los presidentes Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva, de Colombia y Brasil. En Argentina se jugaba algo más que un recambio presidencial. También lo supo el espectro conservador más duro. Tucker Carlson, el apologista de Donald Trump, y, especialmente, Elon Musk, comprendieron la importancia del 'fenómeno Milei' y no dudaron en darle su bendición.

Lo mismo hizo el bloque de la derecha latinoamericana y de España, en dos direcciones. De un lado, los expresidentes, entre ellos Mariano Rajoy y José María Aznar. Pero es Vox, que tiene a La Libertad Avanza (LLA) como interlocutora en su Foro Madrid, el que con más entusiasmo saludó el triunfo de Milei, confiado en que la ola que él encarna tendrá su impacto más allá de Argentina. "Hoy se abre un camino de futuro y esperanza para los argentinos y para toda Iberoamérica que celebramos en España con especial alegría. ¡Viva España, viva Argentina, vivan libres de socialismo y soberanas!", se exaltó Santiago Abascal.

En Chile, al otro lado de la cordillera de Los Andes, los amigos ideológicos de Milei han redactado una Constitución a su imagen y semejanza y se proponen ganar los comicios de 2025. El triunfo del anarcocapitalista se ha sido sentido como un empujón hacia el Palacio de la Moneda. Jair Bolsonaro resumió con claridad las posibles derivaciones continentales de lo ocurrido: "La esperanza vuelve a brillar en Sudamérica". Pero también expresó su deseo de que "esos buenos vientos" alcancen no solo a Brasil sino "a Estados Unidos" para que la honestidad, el progreso y la libertad vuelvan para todos". Hasta Trump tuvo tiempo para la exaltación. "Estoy muy orgulloso de ti. Cambiarás por completo tu país y harás que Argentina vuelva a ser grande".

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