Elecciones en el este

Los resultados en Polonia confirman la mayoría del bloque opositor, pese a ser el PiS la fuerza más votada

La oposición europeísta acaricia el relevo en el poder en Polonia

Nuevo pulso entre Donald Tusk y Jaroslaw Kaczynski en Polonia

Jaroslaw Kaczynski, líder del partido ultraconservador PiS, tras los resultados de las elecciones en Polonia.

Jaroslaw Kaczynski, líder del partido ultraconservador PiS, tras los resultados de las elecciones en Polonia. / Pawel Supernak / EFE

Gemma Casadevall

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Todo apunta a un relevo en el poder en Polonia, tras ocho años continuados de dominio ultraconservador. Pero probablemente no se produzca de manera inmediata, sino tras un mes o mes y medio en busca de pactos o incluso de una investidura fallida, si es que el presidente del país, Andrzej Duda, se decanta por encargar la formación del nuevo gobierno al partido más votado. Es decir, Ley y Justicia (PiS), la formación que lidera el "halcón" derechista Jaroslaw Kaczynski, con Mateusz Morawiecki como primer ministro y del que es originario el propio presidente Duda.

Polonia seguía pendiente este lunes de los resultados de las elecciones generales del pasado domingo. El conteo avanzaba lentamente y los resultados oficiales se hicieron esperar, pero con el 80% de los votos escrutados el PiS se mantenía como fuerza más votada, mientras que la oposición europeísta capitaneada por Donald Tusk conserva sus opciones a un relevo en el poder. Con esas cifras provisionales, la Comisión Electoral daba al PiS obtuvo un 36,6%, mientras que a la Plataforma Cívica de Tusk se le atribuye un 29,4%. La ultraderechista Confederación, considerada un posible aunque difícil aliado del PiS, logró el 7,2%. Mientras, la centrista Tercera Vía y la izquierdista Lewica, encaminadas a ser los teóricos puntales que precisa Tusk, consiguieron un 14,4% y un 8,4% de los votos, respectivamente.

Estos resultados coinciden casi plenamente con los avanzados en la noche electoral, minutos después de cerrarse las urnas, por la encuestadora Ipsos. Sus cuentas pronosticaban ya que el bloque opositor tendría la mayoría necesaria para derribar al PiS, en el poder desde 2015 y desde entonces en línea de confrontación permanente respecto de Bruselas. Tusk, que fue primer ministro polaco entre 2007 y 2014, regresaría así a la vanguardia de la política nacional polaca, que dejó para pasar a presidir el Consejo Europeo desde entonces y hasta 2019.

Los primeros sondeos de Ipsos habían desatado la euforia opositora. Pero el partido gubernamental del primer ministro Mateusz Morawiecki se insistía en que debían esperarse cifras oficiales. El único partido que reconocía sin reparos su decepción era Confederación, una amalgama entre ultraderechistas y libertarios, pero también jóvenes emprendedores neoliberales descontentos con los ayudas sociales implantadas por el PiS.

El encargo presidencial

Desde la presidencia del país que ocupa Andrzej Duda, vinculado al PiS, se dio ya en la noche electoral un primer toque, al apuntar que el jefe del Estado podía encargar la formación del gobierno "de acuerdo a la Constitución y a la tradición", en palabras de una portavoz, a la fuerza más votada. Es decir, a los ultraconservadores de Morawiecki y del líder del partido, Jaroslaw Kaczynski, el hombre fuerte de la política polaca y quien designa a los candidatos para cualquier cargo, incluido el de Duda, presidente del país desde 2015.

Las elecciones generales del domingo registraron una participación espectacular, sobre el 73%, un récord en Polonia desde la caída del comunismo y primeras elecciones al Sejm, el Parlamento polaco, en 1989. En cambio, no alcanzó el mínimo necesario del 50% de participación el referéndum convocado a instancias del PiS destinado a legitimizar vía consulta popular el rechazo de Varsovia a la reubicación de inmigrantes irregulares en su territorio. Esta era una de las cuatro preguntas al ciudadano. De las otras tres, una remitía al refuerzo de la frontera con Bielorrusia, otra a la privatización vía inversores extranjeros de empresas estatales y otra más a la subida de la edad de jubilación.

Para el PiS, el hecho de no haberse alcanzado la participación mínima necesaria es un fracaso. El Gobierno de Morawiecki representa, junto al húngaro Víktor Orban, la línea antiasilo y de bloqueo a las propuestas de la Unión Europea (UE) en materia migratoria. El fracaso de la consulta puede aliviar al menos las tensiones en este capítulo en el bloque comunitario.