Coordinación en materia de seguridad

La telaraña palestina: oprimidos por Israel y por la Autoridad Palestina

Itxaso Domínguez: "Israel, Hamás y la Autoridad Palestina se benefician de la situación en los territorios ocupados"

30 años de los Acuerdos de Oslo con israelís y palestinos condenados a un "conflicto loco e intratable"

Cisjordania sufre el año más sangriento desde el 2005

Archivo - Imagen de archivo de soldados de Israel en Nablús, Cisjordania

Archivo - Imagen de archivo de soldados de Israel en Nablús, Cisjordania / Nasser Ishtayeh/SOPA Images via / DPA - Archivo

Andrea López-Tomàs

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Cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo en 1993, los palestinos ya llevaban 26 años bajo una ocupación militar a la que no se le adivinaba fin. Durante todo ese tiempo, vivían pidiendo permiso a una autoridad extranjera que nunca eligieron. Pero fue entonces cuando, tras 26 años de ocupación y más de medio siglo de conflicto entre pueblos, se empezó a hablar de paz. De una paz que, tres décadas después, no tiene nada de pacífica. Entonces, los líderes palestinos, aquellos que luchaban para liberar a su gente, entregaron parte de sus ideales al enemigo ocupante, como se puede comprobar fácilmente a la hora de hacer balance. Ahora, han pasado 30 años de esos acuerdos exageradamente celebrados y otros 56 de ocupación, y el pueblo palestino constata que sus opresores son dos. Ante ambos, languidece y resiste.

"Es una puerta giratoria porque el aparato de seguridad interna palestino se coordina con el aparato de seguridad israelí, independientemente del gobierno que esté en el poder, para esencialmente evitar la disidencia política", cuenta la investigadora Dana el Kurd del Instituto de Oriente Medio. Con la llegada de los Acuerdos de Oslo, que este septiembre celebran 30 años de vigencia, se creó la Autoridad Palestina (AP) como semilla para un futuro Estado palestino. Junto a ella, se ideó un sistema de colaboración en materia civil y militar entre el Estado israelí y las nuevas instituciones palestinas que, a su vez, se dividieron el territorio en áreas A, B y C, en función del control civil y de seguridad en cada una de ellas. 

La estrecha colaboración "forma parte del adn de estas instituciones, cuya función no es proteger a los palestinos ni brindarles seguridad, sino no poner en peligro algún proceso de paz mítico permitiendo que se manifiesten, expresen su preocupación o tengan algún tipo de desacuerdo contra el status quo", afirma El Kurd a EL PERIÓDICO. Prácticamente cada vez que las fuerzas israelís emprenden una redada letal en los territorios ocupados, el presidente palestino Mahmud Abás anuncia que detendrá esta estrecha colaboración. Pero, en este caso más que en cualquiera, las palabras se las lleva el viento. En los últimos años, sólo lo ha hecho una vez, motivado por los temores de la inminente anexión israelí de Cisjordania en 2020. 

Fuentes anónimas del Ejército israelí cuentan a EL PERIÓDICO que, más allá de la colaboración militar, la cooperación implica prácticamente todos los aspectos de la vida civil. Desde emitir permisos de trabajo o salud para los palestinos o construir sus infraestructuras hasta coordinar la ayuda humanitaria con actores terceros, todo pasa por ambos actores: la Autoridad Palestina y el Ejército israelí que actúa desde la unidad del COGAT (por sus siglas en inglés, que significan Coordinación de Actividades Gubernamentales en los Territorios). Por ejemplo, los soldados palestinos no pueden transitar solos por las carreteras del área C, bajo control civil y de seguridad de Israel. Para moverse, necesitan ser escoltados por sus homólogos israelís. 

"Vida inhabitable"

Desde que se firmaron estos acuerdos, la sociedad palestina ha denunciado la creación de una estructura que garantiza principalmente la seguridad de Israel. Y quienes se encargan de custodiarlo son sus conciudadanos. "Esta dinámica ha creado una situación en la que tu vida poco a poco se ha vuelto más inhabitable porque tienes dos grados de represión con los que lidiar", denuncia El Kurd, autora de 'Polarizados y desmovilizados: legados del autoritarismo en Palestina'. "Por un lado, debes preocuparte por la represión israelí, que es abierta y se expresa en los puestos de control, en las redadas nocturnas y, de forma más discreta, en la cibervigilancia", cuenta la palestina-estadounidense, "y, por otro lado, hay que estar pendiente de la vigilancia palestina, porque no puedes expresar tu descontento hacia la AP si no quieres que alguien llame a tu puerta".

En medio de esta doble represión, los oficiales de la AP, liderados por el autoritario Abás, se mantienen en la cuerda floja. Para el rais palestino de 87 años, en el poder los tres últimos lustros, esta cooperación en materia de seguridad es una responsabilidad "sagrada". Para los palestinos, lo que están haciendo sus fuerzas de seguridad es actuar como una "subcontrata" de Israel. Pero, mientras la ciudadanía suma mártires en medio del año más letal desde la Segunda Intifada en los territorios ocupados, sus líderes priorizan sus intereses personales, ajenos a la crisis de legitimidad de su institución y al crecimiento de los grupos armados de resistencia.

Memoria visual de la Segunda Intifada

"La Autoridad Palestina está perdiendo el control, antes había mucha más represión de la sociedad civil, pero ahora no pueden mantenerla", denuncia El Kurd. Desde el Ejército israelí, expresan su preocupación por el mañana sin Abás. Fuentes relacionadas con el COGAT afirman que están estudiando todos los escenarios posibles a la vez que confiesan que la colaboración que existe hoy está en riesgo ante la imprevisibilidad de este futuro próximo. En los despachos de Ramala, no se espera mucho cambio. "Nadie está dispuesto a tomar el riesgo personal de cambiar el estatu quo, porque todos estos líderes tienen la memoria visual de la Segunda Intifada, cuando se detuvo la coordinación y ellos mismos se enfrentaron a bombardeos e intentos de asesinatos", recuerda El Kurd. 

Sin la coordinación que lleva incrustada en la vida de los territorios los últimos 30 años, la incertidumbre impera en ambos bandos. "Los palestinos quieren que sus líderes tomen una posición moral, pero estos están atrapados, ya que saben que, si cortan de verdad la colaboración, se enfrentarán a una represión real y se convertirán en un objetivo por parte de Israel", constata. Ante la cobardía de sus representantes, la sociedad palestina malvive entre redadas nocturnas, campañas de detenciones masivas, y asesinatos diarios de civiles y militantes que quedan impunes. "Preveo más resistencia armada, porque es la única opción que les queda", sostiene El Kurd. "La comunidad internacional y la ocupación israelí han puesto a la sociedad palestina en tal trampa que solo pueden darse la vuelta y dejar que les maten o resistir", concluye. En tierra palestina, ya hace tiempo que los plañidos en duelo se entremezclan con los clamores de resistencia.