Sin paz

30 años de los Acuerdos de Oslo con israelís y palestinos condenados a un "conflicto loco e intratable"

Israel celebra el centenario del nacimiento de Shimon Peres, arquitecto de los Acuerdos de Oslo

75 años sin probar un higo como el palestino

Cisjordania sufre ya el año más sangriento desde 2005

El primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasir Arafat, estrechan sus manos ante el presidente de EEUU, Bill Clinton, el 13 de septiembre de 1993 en la Casa Blanca.

El primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasir Arafat, estrechan sus manos ante el presidente de EEUU, Bill Clinton, el 13 de septiembre de 1993 en la Casa Blanca. / GARY HERSHORN / REUTERS

Andrea López-Tomàs

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La mañana después de la firma de los Acuerdos de Oslo, el intelectual palestino Edward Said vaticinó el futuro que hoy es presente. "Un instrumento de rendición palestina, un Versalles palestino", escribió hace ya tres décadas. En el 30º aniversario de este histórico pacto, solo el eco de sus palabras interrumpe un silencio compartido por palestinos e israelís. Mientras los palestinos lamentan el año más letal desde la Segunda Intifada en los territorios ocupados, nadie se atreve a mencionar la caduca ilusión que les dominó en septiembre de 1993. "Oslo no es sólo un acuerdo, es la realidad en Cisjordania", constata Ronni Shaked, investigador del Instituto Truman de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Unos días antes de aquel emocionante apretón de manos entre el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, en el jardín de la Casa Blanca, se dio el necesario reconocimiento mutuo. La OLP reconoció al Estado de Israel e Israel reconoció a la OLP como "el representante del pueblo palestino". "En el momento en que la OLP reconoció a Israel le dio el mayor regalo posible", afirma Shaked. "Oslo abrió la puerta a Israel al mundo árabe: después de Oslo, hicimos la paz con Jordania [en 1994] y ahora la estamos haciendo con otros países árabes del Golfo, incluso con Arabia Saudí", reconoce el investigador israelí a EL PERIÓDICO.

Futuro Estado palestino

Oslo no fue un tratado de paz. La Declaración de Principios de Oslo quería establecer acuerdos de gobernanza provisionales y un marco para facilitar nuevas negociaciones para un acuerdo final. El horizonte último debía concluir a finales de 1999, tras cinco años más para encontrar una solución permanente de las cuestiones no resueltas. Aún a día de hoy, tres décadas después de aquella ilusionante ceremonia auspiciada por el presidente estadounidense Bill Clinton, no ha habido avances. Más allá de los históricos reconocimientos, Oslo permitió la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con la responsabilidad de llevar a cabo un autogobierno limitado en partes de Cisjordania y la Franja de Gaza. A través de la ANP, llegaría el futuro Estado palestino.

"Hoy la ANP actúa como un Estado y eso es un gran logro nacional, ya que tienen su propia autonomía en su tierra", declara Shaked, consciente de que "los palestinos luchan contra el sionismo desde 1917 e, incluso, antes, y su único logro ha sido Oslo". Pero constata que ahora solo les falta conseguir el "desarrollo económico". Concesión que Israel no está interesado en darles, ya que las autoridades militares del Estado hebreo mantienen una ocupación, "la más barata de la historia" según Shaked, de 57 años, más de la mitad de los cuales tras los Acuerdos de Oslo. Dos años después, un acuerdo surgido de las mismas negociaciones, dividió la Cisjordania ocupada en tres regiones no contiguas: Áreas A de dominio palestino, B de control mixto y C bajo el israelí. 

La ocupación militar israelí de los territorios palestinos ya suma su 57º año, más de la mitad de los cuales ha sido bajo los Acuerdos de Oslo

A día de hoy, el área C representa el 60% de Cisjordania. Según los Acuerdos de Oslo, se suponía que el control de esta zona pasaría a la Autoridad Palestina en un período de 18 meses. En cambio, Israel conserva el control sobre todos los asuntos, incluida la seguridad, la planificación y la construcción. El 99% de las solicitudes de permisos de construcción palestinos en el Área C son rechazadas por Israel. Durante estas tres décadas, el número de colonos israelís que viven en asentamientos ilegales en los territorios ocupados ha pasado de 110.000 a más de 500.000 en Cisjordania. "Este 2% de locos ideólogos están reteniendo a todos los israelíes y están haciendo que el Gobierno se comporte como ellos desean", denuncia Shaked en referencia al Ejecutivo más derechista de la historia de Israel en el poder desde principios de año. 

"Estado de apartheid"

"Hoy la demografía está en contra de Israel: si anexionamos Cisjordania, habrá una mayoría de pueblo palestino e Israel se convertirá en un estado de apartheid, ya que nadie en la derecha va a conceder derechos civiles a los palestinos", explica el investigador israelí. Fue precisamente después de los Acuerdos de Oslo cuando los partidos de derecha empezaron a dominar la arena política israelí. El firmante de los pactos y posterior ganador del Nobel de la Paz junto a su ministro de Exteriores, Shimon Peres, y Arafat fue asesinado por un ultranacionalista judío por "entregar su tierra y su pueblo a los enemigos", como él mismo argumentó en el juicio.

"La palabra paz ya no está en el diccionario israelí, cuando hablamos de paz es sólo una ilusión", lamenta Ronni Shaked, investigador del Instituto Truman de la Universidad Hebrea de Jerusalén

Luego, vino la Segunda Intifada y los mínimos atisbos de convivencia pacífica se quebraron. Desde entonces, un futuro sin conflicto es impensable. "La palabra paz ya no está en el diccionario israelí, cuando hablamos de paz es sólo una ilusión", lamenta Shaked. A medida que los asentamientos israelís en territorio ocupado aumentan vertiginosamente, la comunidad internacional, antes volcada en lograr acuerdos, mira a otro lado. El proceso de paz lleva años bloqueado. Ahora, la lucha va más allá del territorio. "En este conflicto loco e intratable, ambas partes mantienen a las religiones como un poder político, como una razón política para continuar el conflicto", constata el investigador israelí. En medio del abandono regional a los palestinos, la paz no parece ser una opción para estos dos pueblos.

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