Entrevista

Itxaso Domínguez: "Israel, Hamás y la Autoridad Palestina se benefician de la situación en los territorios ocupados"

Itxaso Domínguez de Olazábal.

Itxaso Domínguez de Olazábal. / FUNDACIÓN ALTERNATIVAS

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Itxaso Domínguez de Olazábal vive fascinada con la resistencia del pueblo palestino. Por eso, ha dedicado gran parte de su vida a estudiarla. Ahora, esta admiración se ha traducido en el libro 'Palestina. Ocupación, colonización, segregación' (Libros de la Catarata). Con una mirada global, esta profesora de relaciones internacionales de incidencia en la Unión Europea de 7amleh, el Centro Árabe para el Avance de las Redes Sociales, conecta lo que lleva décadas ocurriendo sobre el terreno en los territorios palestinos ocupados con las luchas antirracistas y de liberación alrededor del mundo. Propone, 75 años después de la creación del Estado de Israel y la catastrófica Nakba palestina, huir del marco del conflicto entre dos pueblos iguales. 

¿Por qué deberíamos hablar de Palestina como metáfora del contexto global?

Al igual que se decía en los años 70 cuando Palestina era un símbolo de la causa internacionalista, gran parte de las dinámicas globales que hoy en día son un obstáculo a la justicia global se ven representadas en Palestina. Desde lo más corpóreo como la ocupación por parte de un Estado cuya impunidad no está puesta en entredicho por la comunidad internacional hasta lo más inmaterial como el impacto de los efectos económicos del neoliberalismo y tendencias mucho más nuevas como el uso de la tecnología para la represión de los palestinos. No se me ocurre dinámica internacional que no esté presente en Palestina. Hay cuestiones también de cambio climático muy evidentes en el día a día de los palestinos ya que la ocupación es un drenaje y un robo de recursos. También cuestiones sociales de clases, del impacto del patriarcado, la diferencia entre el norte global y el sur global... Por fin están saliendo las cuestiones del racismo a la luz. No se puede entender el colonialismo israelí sin entender las dinámicas de racialización y de jerarquización entre pueblos que han justificado tanta explotación y tanto sufrimiento a lo largo de los siglos.

En su libro, propone huir de la narrativa de conflicto que implica dos bandos prácticamente iguales y fuerza al posicionamiento al ser un marco binario. "Si queremos la liberación de la primera, automáticamente perseguimos la desaparición del segundo", escribe. ¿Qué alternativa sugiere para hablar de lo que está ocurriendo en Palestina a día de hoy? 

No es un partido de fútbol, donde hay que posicionarse en ser pro israelí o pro palestino. No es una cuestión de estar a favor o en contra de un pueblo, es estar a favor o en contra de una situación de violación del derecho internacional y de justicia, de los derechos humanos a los que, en un momento dado, los consideramos universales. La situación en Palestina no es un conflicto, no es una guerra, es una cuestión de colonialismo de asentamientos. Esta situación ha llevado a una realidad de un Estado: Israel tiene soberanía en toda la Palestina histórica y ejerce mediante distintos mecanismos su supremacía sobre el resto de la población para conseguir por distintas formas la eliminación del pueblo palestino.

Las acusaciones de apartheid son repetidas por organizaciones internacionales y locales.

Es también característico de cualquier fenómeno de colonización el vaciar de todo sentido la conciencia colectiva de las personas oprimidas y cuestionar incluso su propia humanidad. El problema del colonialismo de asentamiento es que no existe derecho internacional para regularlo y, por eso, se recurre a otros marcos. Como el apartheid, como ocurrió en Sudáfrica, basado en esa idea de que para controlar mejor a una población hay que dividirlos y mantenerlos domesticados. Para tenerlos perfectamente controlados y mandar el mensaje de que aquí hay una población superior a la otra y por ello merece más derechos y un conjunto de derechos distintos. Yo evito decir soy pro-Palestina, yo soy pro-derecho internacional y luego pro que se cumplan los derechos humanos.

La sociedad palestina vuelve continuamente al recuerdo de la Nakba, la 'catástrofe' en árabe, para referirse a la expulsión de 750.000 palestinos por milicias sionistas en 1948 para la creación del Estado de Israel, como espacio para conservar la memoria y ejercer la resistencia. ¿Cuán importante es la memoria en la "Nakba continua", la 'Nakba al mustamirra', que el pueblo palestino denuncia vivir? 

No he conocido ningún palestino que no sea perfectamente consciente de cuáles son los puntos de inflexión de la historia de sufrimiento y de resistencia de su pueblo. Ese mapa mental que tienen los palestinos halla en la Nakba un punto de encuentro, pero también hay otros como los levantamientos antes de 1948 y después. La memoria colectiva palestina se conforma en torno a esos momentos de resistencia colectiva. La Nakba representa un lugar central porque fue en el momento en el que se decidió cuál sería el futuro de todos sus miembros. Pero también precisamente por esta idea de la 'Nakba al mustamirra' se constata que en un momento dado los expulsaron pero cada día les siguen recordando qué es lo que pasó durante la Nakba y cuál era su objetivo: una limpieza étnica para asegurar una mayoría demográfica como única manera de conseguir la supremacía del pueblo judío.

"Gran parte de las dinámicas globales que hoy en día son un obstáculo a la justicia global se ven representadas en Palestina"

Utilizas el concepto de 'memoricidio'. 

Sí, porque no es ninguna casualidad que en Israel se prohíba hablar o conmemorar la Nakba. Las instituciones israelíes y muchos israelíes reconocen que la única forma de establecer el estado de Israel era no sólo expulsar a los palestinos, sino traumatizar a un pueblo entero. Dar un golpe tan enorme para deslocalizar al pueblo palestino y que tardara años o incluso décadas en volver a converger para armar su resistencia desde el exterior. El 'memoricidio' hoy adopta las formas más burdas como el robo y expolio de archivos, o la destrucción de los poblados palestinos, o negar que existe el pueblo palestino y Palestina como lugar. Al final, es propaganda que funciona a distintos niveles y que si no fuera por el énfasis del pueblo palestino en recordar su historia, su memoria y su presencia en el lugar quizás Israel hubiese tenido éxito.

¿Cómo resisten los palestinos a este contexto de represión doble por parte de las instituciones de la ocupación israelí y las autoridades palestinas bajo la presidencia de Mahmud Abás?

La resistencia adquiere distintas formas. En el caso de los palestinos es muy importante la idea de la propia existencia. Su propia presencia ya es una forma de resistencia. Es el mantenerse digno en un 'checkpoint', aunque te insulten y te apunten con un arma y seguir haciéndolo todos los días. Hablamos de esta doble opresión en la que también se basan los sistemas coloniales ya que necesitan a una burguesía que domestique a su propia población para garantizar la tranquilidad y la dominación del colonizador. Esa fue la clave maestra de [los Acuerdos de] Oslo, fue una de las mejores jugadas de Israel. Si hay una tercera Intifada será contra la Autoridad Palestina (AP) porque ahora es la que mantiene las riendas de la seguridad y también comparten inteligencia con Israel. Es la única forma para que la AP sobreviva ya que depende de la ayuda financiera de la comunidad internacional y de las transferencias de impuestos de Israel. Representa una medida de presión muy efectiva porque hemos visto a la AP, y la red clientelar creada a su alrededor, sufrir durante meses cuando se ha suspendido. Son operadores necesarios en el crimen internacional del apartheid y la ocupación.

El mes pasado se celebró el 75º aniversario de la creación del Estado de Israel y la conmemoración de la Nakba. Se podría hablar de una situación, de alguna forma, enquistada. Más allá de Israel y la AP, ¿a quién beneficia este contexto generalizado de violencia? 

A Hamás, sin duda. El grupo nació como un movimiento anclado en la idea de resistencia que Fatah y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) estaban abandonando porque era la única forma que tenían de mantener su legitimidad y su relevancia internacional durante la primera Intifada. Decidieron que la resistencia armada no tenía sentido y aceptaron la solución de dos estados sin preguntárselo a nadie, sin un proceso de consultas. Entonces, Hamás se creó como un movimiento de resistencia contra Israel pero también denunciaba esa resistencia cobarde de la AP. A día de hoy, se ha convertido en otro garante fundamental del statu quo, además de convertirse en un gobierno en el poder, donde debe mantener un equilibrio muy delicado que le ha obligado a intentar conseguir legitimidad internacional y mantener el apoyo con las intervenciones militares.

¿Y cómo se beneficia Israel de la existencia de Hamás?

Es muy paradójico que solo Israel pueda hablar con Hamás porque es la única forma de garantizar que, tras cada ciclo de violencia, da igual qué gobierno esté en el poder, la población se va a olvidar de cualquier tipo de problema que tuviera con él, Hamás también va a ganar toda la popularidad y la AP va a seguir siendo percibida como el único garante de que en algún momento, dentro de décadas o siglos, sea posible la solución de dos estados de forma pacífica y de acuerdo con los principios de los Acuerdos de Oslo.

Las recientes protestas en Israel ponen aún más de manifiesto el "trilema de Israel", es decir, la imposibilidad de que el país pueda ser al mismo tiempo un Estado judío, una democracia plena y una potencia ocupante. Pero apenas vemos mención de la ocupación en este movimiento civil sin precedentes. ¿Es Israel realmente "la única democracia en Oriente Próximo", tal y como se venden a sí mismos?

Israel nunca ha sido una democracia. La propia configuración del Estado y la discriminación sistemática de los palestinos del 48 por mucho que se les aceptara como ciudadanos, lo invalida como democracia. Además, la propia supremacía étnica que se ha creado dentro de la sociedad israelí explica el levantamiento de los ultraortodoxos. Esta supremacía de los ashkenazis con respecto a los mizrajim está basada en principios racializadores entre los judíos blancos y los judíos menos blancos, sin hablar de lo que hacen con los judíos africanos o los judíos de Yemen. De nuevo, ¿un Estado militar puede ser una democracia? Yo creo que no.