Delincuencia en Venezuela

Maduro recupera el control de una cárcel con piscina, discoteca y cajeros que dirigía el líder de una banda

Maduro seduce a los sectores evangélicos de Venezuela pero esquiva sus demandas más conservadoras

Munición incautada en el interior de la cárcel de Torocón, en el estado venezolano de Aragua.

Munición incautada en el interior de la cárcel de Torocón, en el estado venezolano de Aragua. / YURI CORTEZ / AFP

Abel Gilbert

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¿Una megacárcel con piscina y cajeros automáticos para el uso de sus internos, canchas de béisbol, zoológicos, restaurantes de lujo, tiendas, una fastuosa discoteca e, incluso, celdas VIP? Todo eso sucede en el penal de Tocorón, a 140 kilómetros de Caracas. La unidad penitenciaria tenía una autoridad formal, en nombre del Estado venezolano, y otra que, de facto, ejercía Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias el 'Niño Guerrero', la cabeza de la banda trasnacional Tren de Aragua. El Gobierno de Nicolás Maduro intentó el 20 de septiembre poner fin a la dualidad de poder y, con 11.000 uniformados, pertenecientes a la Policía Nacional Bolivariana (CPNB), el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) y el Ministerio para el Servicio Penitenciario, entre otras instituciones, "tomó" el Tocorón. Antes de cantar victoria, el 'Niño Guerrero' se había esfumado. Colombia y Ecuador, dos de los países de la región donde opera el grupo criminal, han encendido sus alarmas.

Los medios oficiales exaltan la recuperación de la "Casa Grande", como llaman los presos al Tocorón. El operativo llevó el nombre de Cacique Guaicaipuro, en honor al jefe guerrero de la comunidad taima que resistió a la conquista territorial de España en el siglo XVI. Maduro felicitó a sus participantes. "¡Vamos hacia una Venezuela libre de bandas criminales!".

Según explicó el ministro del Interior, Remigio Cevallos, cuando la fuerza pública "entró" en el penal descubrió la existencia de túneles hacia el exterior. Además, se incautó de 400.000 municiones de diferentes calibres, motocicletas, fusiles, granadas fragmentarias y de mortero, explosivos, lanzacohetes, hasta máquinas para la minería digital y la elaboración drogas. Cevallos no dudó en relacionar "esta cantidad de material de guerra" con el uso de la delincuencia "para objetivos políticos" que no especificó. Nada dijo sobre cómo se había llegado a semejante proceso de acumulación de poder de fuego y autonomía de los reclusos dentro de una cárcel.

Del soborno al narcotráfico

El Tren de Aragua se ha convertido en una de las organizaciones dedicadas a todo tipo de delitos, desde el narcotráfico a la extorsión, pasando por los asesinatos, más importantes de América Latina. Sus actividades en Venezuela pasaron a ser secundarias. El 'Niño Guerrero' pensaba en una escala mayor, y por eso los tentáculos habían llegado a Perú, Chile y Argentina, en medio del torrente migratorio. El jefe de la banda se fugó una vez del Tocorón. Lo capturaron y ha vuelto a escaparse a pesar de los mencionados 11.000 agentes que rodearon la cárcel-ciudad.

Los orígenes de esa banda se conectan con una facción sindical corrupta que cobraba sobornos en la construcción del tren en el estado Aragua que nunca llegó a funcionar a pesar de los augurios del Plan Socialista Nacional de Desarrollo Ferroviario de 2006. La periodista Ronna Rísquez relató en detalle cómo se pasó de esa actividad focalizada a un protagonismo selecto en el mapa del delito regional. La autora del libro El Tren de Aragua es escéptica sobre la letalidad de la rimbombante operación Cacique Guaicaipuro. "La cuestión de entrar y retomar la prisión era una deuda de las autoridades con el país". Si bien la banda sentirá el impacto de perder el control del Tocorón, porque era su base de operaciones, "esto no implica un desmelenamiento de la organización". Rísquez sostiene a su vez que "es imposible" que el Gobierno desconociera todo lo que sucedía adentro de la cárcel. A su juicio, Maduro lanzó la ofensiva porque "la mala imagen que estaba dando el Tren de Aragua por la región lo manchaba".

Interrogantes y suspicacias

Para la revista digital Tal Cual, la intervención en la cárcel de Tocorón, no termina de aclarar algunos aspectos medulares como la cantidad de presos que albergaba, cuántos murieron, se fugaron, fueron trasladados a otras prisiones o han sido recapturados. La gran pregunta rodea sin embargo a la figura del 'Niño Guerrero'. El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) insiste en que este operativo fue "un montaje, un show" concertado entre "altos funcionarios del Gobierno" y el hombre que manejaba esa cárcel. El grado de connivencia, asegura el OVP, se comprueba a través de los audios de varios presos y familiares revelan que estaban al tanto de la toma del penal y huyeron antes. Luis Izquiel, abogado, criminólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, razona en la misma dirección. "Lo que se conoce extraoficialmente es que los cabecillas de esa organización criminal habían huido días antes del penal y, por lo tanto, no habían sido capturado", dijo al portal Efecto Cocuyo.

La oposición está embarcada en sus primarias. A muchos de sus dirigentes le llama la atención otra sincronía. La ofensiva contra el penal coincidió con la divulgación del cuarto informe de la Misión de Determinación de los Hechos sobre Venezuela de la ONU. En sus páginas se hace referencia a los atropellos contra medios de comunicación, persecuciones contra manifestantes, y un cúmulo de hechos represivos. Mientras tanto, nadie sabe dónde se encuentra el 'Niño Guerrero'.