La lucha de Walid Daqqa

Palestina, pendiente de un preso con cáncer terminal

La falta de fondos para la ayuda humanitaria pone en riesgo a miles de palestinos

Palestinos protestas contra la Marcha de las Banderas, este jueves en Yan Yunis (Gaza).

Palestinos protestas contra la Marcha de las Banderas, este jueves en Yan Yunis (Gaza). / SAID KHATIB / AFP

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

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Hay un pueblo entero pendiente del corazón de un solo hombre. Walid Daqqa lleva 37 años en prisión, siendo líder y pensador de la resistencia palestina. Ahora, su débil cuerpo también tiene que resistir a las consecuencias de la falta del correcto tratamiento para su cáncer de médula ósea. "Su lucha es la de todos los prisioneros palestinos y, sobre todo, de aquellos enfermos", reivindica su esposa Sana Salama. Daqqa pasa sus días entre hospitales israelís y la clínica de la prisión de Ramle, donde a principios de mayo murió el conocido preso palestino Khader Adnan tras 87 días de huelga de hambre. Muchos temen que esa acabe siendo también la condena de Daqqa.

"Walid es un icono porque él realizó el más grande de los sacrificios al resistir en prisión durante tanto tiempo", subraya Salama para este diario. La vida de "héroe" de Daqqa justifica todas las miradas puestas en el frágil latido de su corazón. Originario de la ciudad palestina de Baqa al Gharbiya dentro de Israel, es uno de los pensadores y escritores más destacados del Movimiento de Prisioneros Palestinos. En 1986, fue encarcelado por las autoridades israelís por estar involucrado en el asesinato de un soldado. Su sentencia de 37 años entre rejas terminaba el pasado mes de marzo, pero en 2017 fue ampliada por cargos de contrabando de teléfonos móviles en prisión. 

Más de media vida en la cárcel

Su encierro nunca le ha impedido vivir. A sus 61 años, ha pasado más vida en la cárcel que en su casa. Desde su celda, ha escrito varios libros y ha teorizado sobre el colonialismo, la experiencia penitenciaria y la resistencia palestina. En 1999, se casó con la periodista Salama, a quien conoció tres años antes cuando ella le visitó para escribir un artículo sobre el sufrimiento de los presos. El vigor de la pareja fue premiado en el 2020 con el nacimiento de su primera hija, Milad. Su propio nombre significa nacimiento, algo que las autoridades niegan a los reclusos palestinos. Walid y Sana cumplieron un sueño gracias al contrabando de su esperma desde la cárcel de Askalan. 

Milad es la niña milagro de toda Palestina. "Ella está sufriendo por toda esta situación, como el resto de la familia", cuenta Salama a EL PERIÓDICO. "De repente, me he convertido en una figura mediática que tiene que dar entrevistas e informar sobre el estado de Walid, pero es muy difícil obtener información de cómo está, las cárceles israelís no nos la dan", reconoce exhausta. Pero confía en que toda esta presión valga la pena. "La Autoridad Palestina debería estar pidiendo su liberación, ese es su deber moral con todos los prisioneros enfermos, como mi esposo", defiende la activista. El tribunal israelí responsable sigue aplazando el comité para darle la libertad condicional y revisar la posibilidad de una liberación anticipada por su grave estado de salud. 

Antes de Oslo

La Asociación palestina de apoyo a las personas presas (Addameer) denuncia que desde 1967, 236 palestinos han muerto en las cárceles de Israel, 75 de las cuales a causa de la negligencia médica. La clínica de la prisión de Ramle, a 20 kilómetros de Tel Aviv, es el único lugar dedicado al cuidado de los presos palestinos enfermos. "No está preparada para tratar a personas con problemas del corazón, como Walid", denuncia Salama. Daqqa es uno de los 23 presos que se encuentran recluidos en prisiones israelíes en violación de los Acuerdos de Oslo de 1993, que estipularon que todos los presos palestinos detenidos antes de la firma del pacto serían liberados. Además, Daqqa cuenta con ciudadanía israelí

Muchos temen que, como ocurrió con el fallecimiento de Adnan, la posible muerte de Daqqa pueda provocar una respuesta en las calles, ya movilizadas pacíficamente para pedir su liberación, y en los cielos. La Yihad Islámica Palestina lanzó cohetes desde Gaza al conocerse su "martirio", como lo describieron los miembros del grupo al que Adnan pertenecía. Las primeras provocaciones, en cambio, han venido desde las instituciones israelís. El ministro de Seguridad Nacional, el incendiario Itamar Ben Gvir, tuiteó que Walid "debería acabar su vida en la cárcel". Ignorando la ofensa, Salama ha agradecido a los grupos trabajando para su liberación, "aunque de momento no han conseguido nada", lamenta. Mientras el corazón de Daqqa siga latiendo, la sociedad palestina seguirá mimándolo con su incansable resistencia.

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