Derechos humanos
Espiral de violencia y muertos en Irán, en unas protestas sin fin
Con cerca de 450 fallecidos a sus espaldas, las autoridades de Teherán han recrudecido su represión con fuego real contra las manifestaciones que sacuden a todo el país
"Hemos cambiado todos. La revolución ha ganado dentro de todos nosotros y ya nadie puede pararlo", explica una joven iraní

Un hombre y una mujer se manifiestan en Ginebra contra la República Islámica iraní. /
Foziyeh —no es su nombre real— dice que para ella todo esto es increíble, que se mira a ella misma en el pasado, de no hace tanto, tan solo tres meses, y que no se reconoce, que ella y la de ahora no son la misma, cómo iban a serlo con todo lo que ha ocurrido, que todo ha cambiado y que ya no va a volver a atrás. Ni ella, dice Foziyeh, una joven iraní, ni nadie a su alrededor.
Desde el 16 de septiembre todo es distinto en el país persa. "Hemos cambiado todos; la revolución ya ha ganado dentro de los iranís, antes de que haya ganado en las calles, y nadie puede pararla. Hace más de 50 días que las mujeres ya no llevan el velo cuando salen a la calle", explica Foziyeh, que ha ha estado participando activamente en las protestas que rugen por todo Irán desde mediados de septiembre.
"Recuerdo que al principio, durante los primeros días, cuando salía a la calle sin el hiyab, me moría del miedo. Estaba aterrorizada. Pues ahora ya no. Hace dos días caminé por delante de un grupo de 20 basijs —el cuerpo paramilitar encargado de reprimir las protestas—. Ellos tenían unos fusiles enormes, yo no llevaba el velo puesto. Ni lo llevaba encima. Ya no lo llevo cuando salgo de casa. ¿De verdad alguien cree que se puede parar a una mujer así ahora? Hace 70 días nunca me hubiese imaginado esta versión de mí. Hace 70 días nunca me hubiese imaginado ver esta versión de toda la gente. Y aquí estamos. Más fuertes que nunca", dice esta joven.
Contra las protestas y la pared
El Gobierno iraní, sin embargo, sigue sin imaginárselo, y ha entrado en una lucha encarnizada por su propia supervivencia. Durante la última semana, la violencia policial y de las fuerzas basijs —dependientes de la Guardia Revolucionaria y compuestas por antiguos convictos convertidos a la causa— se ha multiplicado exponencialmente sobre todo en las provincias kurdas del oeste del país. Allí, la República Islámica, durante los últimos días, ha estado atacando a los manifestantes con fuego real y fusiles automáticos.
Y los muertos se apilan. Según organizaciones de derechos humanos, los fallecidos durante la ola de protestas llegan ya a los 450, 50 de los cuales son menores de edad. Hasta la fecha, además, cerca de 14.000 personas han sido detenidas por las autoridades. De ellas, media docena han sido condenadas a muerte en los tribunales.
La primera muerte, sin embargo, la que lo empezó todo, fue la de Mahsa Amini, una joven kurda que fue detenida por la policía de la moral en Teherán por llevar el velo "incorrectamente".
Su muerte bajo custodia policial fue una chispa de unas manifestaciones que, 70 días después, suponen una enmienda a la totalidad a la República Islámica, vigente en Irán desde la Revolución Islámica de 1979, liderada por el ayatolá Jomeini, una figura intocable para el régimen. La casa de Jomeini, ahora un museo, fue incendiada y destrozada la semana pasada por manifestantes.
Una ola entre muchas
Irán, durante las últimas décadas, se ha acostumbrado a vivir grandes olas de protestas. Las últimas fueron en 2019, 2018 y 2009. La de 2022, sin embargo, parece distinta. "En 2019 todo explotó por los precios de la gasolina, y al verlo, pensé, bueno, durará poco. La gente se enfada por lo caro del combustible, el precio baja, y todo se acaba en unos días. En 2009 fue parecido: la gente se enfadó por la victoria de Mahmud Ahmadinejad. Cinco días y ya estuvo", explica Mikael, un iraní residente en Estambul.
"Pero lo de ahora es distinto. Ahora, esto va del honor, de las mujeres. Esta vez mataron a una mujer sin motivo, por su pelo. Y los iranís, hombres y mujeres, esto no lo permiten. Si fuese un enfado momentáneo, se habría terminado ya. Pero llevamos 70 días. En los 40 años de República Islámica no ha ocurrido nada así", añade Mikael.
Mientras tanto, sin embargo, la represión, los muertos, la violencia y las protestas continúan. No hay perspectivas de que acaben pronto. "Estos días, la gente en Teherán ha salido a protestar cantando en apoyo a los kurdos de Irán —asegura Foziyeh—. A ellos les acusan de separatismo, y les reprimen violentamente. Intentan dividirnos entre los manifestantes, pero no lo conseguirán. Hace 70 días que todo empezó y hemos desactivado todas sus estrategias. Y se nota por su tono al hablar. Los de arriba están asustados. Ven que su fin está cada vez más cerca".
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