Cita con las urnas

Alemania enfrenta su último test electoral antes de los comicios federales y bajo la sombra de la ultraderecha

Una posible victoria de AfD en el pequeño estado de Sajonia-Anhalt amenaza el orden interno de los democristianos de la CDU

AfD extrema derecha en Alemania

AfD extrema derecha en Alemania

Andreu Jerez

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Es el último test electoral antes de los comicios federales del próximo septiembre: el electorado de Sajonia-Anhalt está convocado este domingo a las urnas. En una situación normal, la cita en este pequeño estado de algo más de dos millones de habitantes sería una más en el calendario electoral de Alemania. Pero hace tiempo que la política alemana vive una situación de excepcionalidad a causa de la crisis de los dos grandes partidos tradicionales (democristianos de la CDU y socialdemócratas del SPD), de la fragmentación parlamentaria y, en el caso del este del país, de los excelentes resultados de la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), que apunta a ser -al menos-segunda fuerza en las elecciones regionales del domingo.

Las secuelas de las restricciones económicas y sociales ante la pandemia han subrayado esa excepcionalidad de la que intenta sacar ahora provecho AfD sobre todo en Alemania oriental, donde la fuerza ultra ya obtenía resultados por encima del 20% antes de la llegada del coronavirus. Con un discurso en favor de la “libertad” y por la “resistencia” frente a las restricciones, AfD aspira a ganar en Sajonia-Anhaltl la primera elección en un estado federado desde su fundación en 2013.

A pesar de que la CDU del primer ministro de Sajonia-Anhalt, Rainer Hasselhof, encabeza la mayoría de encuestas, una proyección publicada hace poco más de una semana por el tabloide Bild colocaba como ganadora a AfD con el 26% de los votos y un punto por delante de los democristianos. Una victoria del partido ultraderechista no sólo sería una catástrofe para la federación regional de la CDU en Sajonia-Anhalt, sino también una pésima noticia para la presidencia federal del partido y para su candidato a canciller federal, Armin Laschet.

El recuerdo de Turingia

"Para mi una cosa está clara: la CDU no se puede acercar a AfD. Y quien lo haga, puede abandonar el partido”, dijo esta misma semana Laschet con la vista puesta en Sajonia-Anhalt. En la memoria están todavía frescas las imágenes dejadas por el vecino estado de Turingia: en febrero del pasado año, tras unos comicios regionales ganados por los poscomunistas de Die Linke, los diputados regionales de la CDU decidieron votaren bloque con los de AfD por un primer ministro alternativo del minoritario partido liberal del FDP.

La federación regional de la CDU rompía así el cordón sanitario a la ultraderecha y también la disciplina de partido impuesta desde la dirección democristiana en Berlín. El movimiento, abortado finalmente por la presión del resto de partidos y de la propia Angela Merkel, le costó la carrera política a Annegret Kramp-Karrenbauer, entonces todavía presidenta de la CDU y la elegida por Merkel para sucederla en la cancillería.

 Laschet sabe del riesgo que supone abrir las urnas en un estado del este alemán a cuatro meses de unas elecciones federales. No es ningún secreto que en las federaciones orientales de la CDU cunde desde tiempo el deseo de abrirse a posibles colaboraciones e incluso coaliciones con la ultraderecha.

 Grietas de la reunificación

El éxito electoral de AfD en Alemania está lejos de ser un fenómeno exclusivo de la parte oriental del país. Sin embargo, el partido ultraderechista más exitoso de la historia de la República Federal obtiene en los territorios de la desaparecida República Democrática Alemana porcentajes electorales que doblan los de los estados occidentales. Aproximadamente uno de cada cuatro electores vota hoy aAfD en Alemania oriental.

Cumplidos los 30 años de la reunificación, las grietas de ese proceso inacabado juegan un innegable papel en la brecha electoral entre las dos Alemanias. “Muchas cosas fallaron en ese proceso de transformación”, dice a EL PERIÓDICO el periodista alemán Michael Kraske, especialista en información política de Alemania oriental y autor del libro Tatworte. Denn AfD & Co. meinen, was sie sagen, en el que analiza el discurso de odio del ultra. “Se desaprovechó la ocasión de permitir que la ciudadanía germano-oriental participase más activamente en el diseño de su futuro tras la reunificación. Ello se proyecta, por ejemplo, todavía hoy en la baja presencia de representantes orientales en posiciones de dirección en la justicia o las empresas”. El auge electoral de AfD, argumenta Kraske, es la expresión de un malestar acumulado durante décadas en el Este de Alemania.

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