Conflicto árabe-israelí

Gaza se enfrenta al día después tras el alto el fuego entre Hamás e Israel

La escalada de violencia de once días en la zona es la peor en siete años y ha dejado a la Franja aún más inhabitable

Netanyahu y Hamás celebran el fin de las hostilidades considerándose victoriosos

Ciudadanos celebra el alto el fuego.

Ciudadanos celebra el alto el fuego. / Mohamed Abdo

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cielo despejado en la Franja de Gaza. Tras once días de dura ofensiva, el alto el fuego es una realidad sobre el terreno. Ya no caen bombas en el enclave. Ya no llegan cohetes a Israel. A ambos lados de la frontera, Hamás y Binyamin Netanyahu se celebran victoriosos. Mientras, los gazatís siguen recuperando cuerpos bajo las ruinas y miran con resignación hacia el inminente futuro entre los escombros. Once días de bombardeos y cohetes han dejado un balance de al menos 243 muertos en Gaza, 66 de los cuales son niños, y 13 víctimas mortales en Israel, dos de ellas menores. 

Este viernes a la 1:51 hora local dejaron de sonar las alarmas antiaéreas en las comunidades israelís colindantes a la Franja ni hubo bombardeos israelís en Gaza. Palestinos de la Franja, Cisjordania y de Jerusalén Este ocupados celebraron en las calles el alto el fuego que valoraron como una victoria contra Israel. A su vez, Netanyahu ha declarado que se ha igualado la ecuación con Hamás. El Ejército israelí considera que “casi ha agotado la lista de blancos” de las milicias palestinas que la inteligencia lleva años elaborando.

La propuesta de tregua, negociada por Egipto, fue aceptada este jueves por las dos partes como un acuerdo "mutuo y simultáneo", aunque todavía no se conocen los términos. El Gabinete de Seguridad israelí aprobó este jueves aceptar el cese de hostilidad "bilateral y sin condiciones" y Hamás anunció poco después que "tenía garantías para llevarlo a cabo". Israel ya ha permitido la entrada de ayuda humanitaria y de periodistas a la Franja tras abrir los pasos fronterizos.

El mañana de Gaza

Durante estos 11 días, se han vivido los peores ataques de los últimos siete años entre ambas partes. En menos tiempo, las facciones palestinas han lanzado 4.400 cohetes, una cantidad similar a la usada en las siete semanas que duró la ofensiva del 2014. Por primera vez en mucho tiempo, Hamás ha hecho sonar las alarmas antiaéreas en Tel- Aviv y Jerusalén, acercando a esta ciudadanía el drama que viven sus compatriotas al sur del país desde hace 20 años.

Cuando se han detenido las bombas, la gente ha salido a la calle a celebrar en la Franja de Gaza. Pero muchas familias han preferido regresar a las ruinas de sus casas en busca de un pedazo de hogar. El día después para Gaza durará meses, incluso años. Más de 70.000 personas se han convertido en desplazados internos, 57.000 de las cuales han encontrado refugio temporal en escuelas de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés). Casi 2.000 personas han resultado heridas. 

También la comunidad internacional se volca en mirar hacia el mañana de Gaza. Algunos países, bajo el liderazgo de Estados Unidos, han reconocido estar dispuestos a ayudar en la reconstrucción de edificios y servicios de salud y educación que podrían costar miles de millones de dólares. Según Naciones Unidas, los ataques aéreos israelís han dañado al menos 51 instalaciones educativas. Ya en el 2014, los esfuerzos por monitorear la ayuda internacional para el después de la guerra para que no llegaran a Hamás fracasaron.  

Rol de Biden

Esta ofensiva ha traído a un invitado a la mesa de negociaciones que no quería venir. El presidente estadounidense Joe Biden se ha visto forzado a enfrentarse de cara a un tema que no estaba entre sus prioridadaes por el momento. Su intervención en esta crisis abre la incógnita de cuándo se mojara en las negociaciones de paz, detenidas desde el 2014. Fuentes diplomáticas afirman que analizarán de nuevo el tema de los asentamientos israelís ilegales en la Cisjordania ocupada a los que su antecesor, DonaldTrump, dio carta blanca.  

A su vez, la oposición entre los miembros demócratas del Congreso estadounidense a la alianza con Israel ha servido para hacer presión a Biden. Muchos piden de manera abierta un embargo de armas al Estado hebreo, fiel aliado de Estados Unidos. También en la Cisjordania ocupada, se fragua algo nuevo. Centenares de personas han pedido la caída del presidente palestino Mahmud Abás en Al Aqsa, antes de que la policía israelí dispersara a la multitud en la mezquita con gas lacrimógeno. 

El primer ministro palestino Mohamed Shtayyeh ha comunicado los planes de la Autoridad Palestina (AP) para presentar una denuncia contra Israel en la Corte Penal Internacional de La Haya. Esta acusación por crímenes de guerra realizados por el Estado hebreo en la reciente escalada se enmarcaría en la investigación abierta que ya hay en el tribunal. Según la AP, una veintena de familias han sido aniquiladas casi por completo en Gaza a la vez que apunta hacia la destrucción masiva causada por los ataques israelís.

Después de esta operación, Hamás se erige como el claro –y único– defensor de los palestinos ante un Fatah ausente. Precisamente en la Ciudad Santa empezaron los enfrentamientos que provocaron la respuesta de Hamás hace ahora once días. La violencia se extendió a Cisjordania, cebándose con Gaza, y sorprendiendo en las ciudades mixtas de Israel. Más allá de la escalada militar que termina, la propagación de la violencia por el resto de la región durante estos días y los enfrentamientos civiles entre palestinos e israelíes parecen haber abierto un nuevo capítulo en la región.