JUICIO CERRADO

Trump celebra su absolución con una letanía de insultos y resentimiento

Donald Trump muestra un ejemplar de periódico.

Donald Trump muestra un ejemplar de periódico. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Cuando Bill Clinton sobrevivió políticamente a su 'impeachment', compareció sin compañía alguna en los jardines de la Casa Blanca para pedir perdón al país y al Congreso por lo que había hecho. Con gesto grave, instó a los estadounidenses a unirse para construir un futuro común y dos minutos después se marchó por donde había venido. "Este debe ser un momento de reconciliación y renovación para Estados Unidos", dijo a modo de cierre. Dos décadas después, Donald Trump se ha enfrentado a la misma situación, pero el contraste no ha podido ser más acentuado. Rodeado de una corte de aduladores, ha "celebrado" su absolución con una diatriba de insultos y sin expresar el más mínimo remordimiento. "Este es un día de celebración porque hemos pasado un infierno", dijo el republicano. 

La escenificación fue un reflejo del deterioro ético y democrático por el que atraviesa la primera potencia mundial. Trump dedicó todo tipo de epítetos a sus rivales demócratas, que representan a la mitad del país. "Malvados""corruptos""sucios""mentirosos""despiadados""mala gente""locos". Palabras que fueron aplaudidas a rabiar por la plana mayor de su Administración, numerosos miembros del Congreso y su mujer Melania. El presidente insistió que el juicio político que el miércoles acabó en el Senado fue "una caza de brujas" para "derrocar al Gobierno" y que en ningún momento hizo "nada malo". Para remarcar su regocijo, levantó la portada del día del 'Washington Post' con su titular a cinco columnas: "Absolución".

El parlamento de casi una hora fue más propio de esos telepredicadores o locutores radiofónicos completamente fuera de sí, donde le dio para meter apuntes sobre béisbol, falacias monumentales y toda clase de piropos a los congresistas que le defendieron durante el juicio. Hizo también un repaso a las investigaciones que ha enfrentado y ajustó cuentas con nombre propio. Dijo que la trama rusa había sido "una sandez"; describió al director cesado del FBI, James Comey, como "el jefe de la basura"; a los demócratas Nancy Pelosi y Adam Schiff como "personas horribles"; y al senador Mitt Romney, como "un candidato fallido". Unas horas antes su hijo Junior había pedido que Romney sea expulsado del Partido Republicano como castigo por haber votado en contra del presidente durante el 'impeachment', el único conservador que respaldó su destitución.

Petición de recuento en Iowa

La sensación de decadencia televisada se reforzó cuando con el espectáculo demócrata en Iowa. El presidente nacional del partido ordenó que se vuelva a hacer el recuento de la votación en el caucus, un recuento que 72 horas después ni siquiera ha podido completarse por los problemas informáticos y la desorganización. "Ya basta", escribió en las redes Tom Perez tras reconocer problemas en la asignación de delegados y la necesidad de restaurar la confianza del público. Su mensaje de desesperación llegó después de que 'The New York Times' revelara que el recuento, que situaba a Pete Buttigieg y Bernie Sanders empatados técnicamente con el 97% del escrutinio los votos escrutados, está plagado de errores e inconsistencias. Un fiasco en toda regla.