INVESTIGACIÓN DEL CONGRESO

Con Trump crecientemente acorralado, el 'impeachment' entra en una nueva fase

El presidente de EEUU, Donald Trump, saluda a su llegada a West Columbia, este viernes.

El presidente de EEUU, Donald Trump, saluda a su llegada a West Columbia, este viernes. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Ha pasado poco más de un mes desde que la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes puso en marcha la investigación de 'impeachment' contra Donald Trump, el primer paso para juzgar políticamente al presidente y forzar su destitución, un proceso que solo tiene tres precedentes en la historia estadounidense. Todos los testigos han declarado hasta ahora a puerta cerrada, pero el relato que ha ido emergiendo es extraordinariamente comprometedor para la Casa Blanca. Diplomáticos y altos cargos del Consejo de Seguridad Nacional han declarado que Trump y su Administración condicionaron las ayudas militares a Ucrania a la apertura de una investigación contra el demócrata Joe Biden, su principal rival político cara a las elecciones del 2020. Una narrativa que apunta hacia el abuso de poder, el soborno y la obstrucción a las pesquisas del Congreso.

La Casa Blanca insiste en que el 'impeachment' no es más que una "caza de brujas", una maniobra "ilegítima" para revertir la soberanía popular expresada en las urnas. Varios republicanos han mostrado su "preocupación" ante los hechos esgrimidos, pero en gran medida han cerrado filas en torno a su líder. Como estrategia de defensa han tratado de impugnar la credibilidad de los testigos, casi todos ellos respetados diplomáticos y militares de carrera, pero, sobre todo, han cuestionado la limpieza y transparencia del proceso. Entre otras cosas, acusaban a sus rivales  políticos de haber abierto la investigación sin un voto formal en la Cámara baja, un paso que no exige la Constitución, pero que sí se produjo en los procesos contra Andrew Johnson (1868), Richard Nixon (1973) y Bill Clinton (1998). 

De ahí que este mismo jueves la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes haya sometido la investigación a voto para formalizarla y dejar a los conservadores sin uno de sus principales argumentos. La moción se ha resuelto con 232 votos a favor y 196 en contra. Ni un solo republicano ha respaldado la investigación y solo dos demócratas han votado en contra. "Todos los diputados deberían permitir que los estadounidenses puedan escuchar los hechos", ha dicho la presidenta demócrata de la Cámara, Nancy Pelosi. "Eso es lo que estamos votando. Permitir que se sepa la verdad. Lo que está en juego es nuestra democracia".

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El voto para formalizar las pesquisas abre una nueva fase en el 'impeachment'. De las declaraciones a puerta cerrada se pasará a los testimonios televisados ante las cámaras. Las transcripciones de lo escuchado hasta ahora únicamente por los miembros de los comités al frente del proceso se harán públicas. Y el presidente y sus abogados podrán llamar a testigos e interrogarlos cuando declaren ante los comités. No hay que olvidar que el proceso está todavía en su fase investigativa, que sirve para determinar si hay suficientes pruebas para acusar al presidente de traición, soborno, altos crímenes o faltas, los motivos que la Constitución esgrime para sentarlo en el banquillo. De ser así, el Comité Judicial presentará los 'cargos' (artículos del 'impeachment') y, si la Cámara baja los aprueba, comenzará el juicio en el Senado.

La Administración Trump ha tratado de bloquear concienzudamente las pesquisas, ordenando a todos los funcionarios que no declaren ante el Congreso. Pero en gran medida, el tiro le ha salido por la culata. Muchos de los altos cargos al frente de la política en Ucrania se han saltado la prohibición y al menos tres de ellos han declarado que priorizó sus intereses políticos a la seguridad nacional al supeditar las ayudas militares a Ucrania y la prometida visita de su presidente, Volodímir Zelinsky, a la Casa Blanca a la apertura de una investigación contra Biden.

El "quid pro quo"

Es el famoso "quid pro quo" que sustenta el delito de soborno y que Trump ha negado hasta la saciedad, a pesar de que su jefe de gabinete, Mick Mulvaney, llegó a admitirlo incomprensiblemente en una rueda de prensa. No solo eso. De los testimonios también se desprende que Trump creó una diplomacia paralela a la del Departamento de Estado para presionar a los ucranianos, aliados fundamentales de EEUU en su estrategia para contener a Rusia. Un chiringuito liderado por Rudolph Giuliani (su abogado personal), Gordon Sondland (su embajador para la Unión Europea, sin más credenciales que haber sido uno de los grandes donantes de su campaña) o Rick Perry (su secretario de Energía).

Esa operación en la sombra despertó tantas alarmas entre los responsables de la política ucraniana que John Bolton, el entonces asesor de Seguridad Nacional, llegó a compararla con una "operación de tráfico de drogas" y advirtió a la Casa Blanca de que Giuliani era "una granada de mano" que acabaría "dinamitando" la Administración si no le paraban los pies, según declaró en el Congreso Fiona Hill, la lugarteniente de Bolton.