CRISIS POLÍTICA EN EEUU

Giuliani, 'il consigliere' de Trump

Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York, con el presidente Donald Trump, en una imagen del 2016.

Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York, con el presidente Donald Trump, en una imagen del 2016.

Idoya Noain

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Entre 1983 y 1989 Rudolph Giuliani se labró un currículo imponente como fiscal general de Estados Unidos en Nueva York, con más de 4.000 condenas como sheriff de Wall Streetsheriff  y azote del crimen organizado. Hoy, cuando la corrupción y las tácticas mafiosas parecen instaladas en el Despacho Oval, al menos según denunció James Comey, sugirió el informe de Robert Mueller y ahora la investigación abierta sobre el <em>impeachment</em> a Donald Trump, el sospechoso de actuar como un auténtico consigliere es él.

Giuliani, mencionado 31 veces en la queja del soplón de la inteligencia que ha desatado la última crisis, recibió el lunes una citación de los tres demócratas que presiden los comités de Inteligencia, Asuntos Exteriores y Control de la Cámara baja. Aseguran que hay "acusaciones creíbles de que actuó como agente del presidente en una trama para hacer avanzar sus intereses políticos personales mediante el abuso del poder del cargo".

Y dado que Giuliani ha admitido sin complejos que realizó gestiones para buscar información potencialmente dañina sobre el exvicepresidente y ahora candidato demócrata Joe Biden, así como para tratar de respaldar las teorías conspiratorias que sitúan a Ucrania como origen de la investigación del Rusiagate, le exigen que entregue antes del 15 de octubre “mensajes de texto, registros de llamadas y otros documentos” sobre sus reuniones, conversaciones y negociaciones.

Giuliani se reunió con el exfiscal general de Kiev, Yuri Lutsenko, en enero en Nueva York y en marzo en Varsovia. También se vio el 2 de agosto en Madrid con Andri Yermak, cercano aliado del presidente ucranio, Volodímir Zelenski. Y aunque la implicación del Departamento de Estado al menos en el último encuentro ya ha hecho rodar una cabeza, el escrutinio se intensifica sobre Giuliani, un hombre de 75 años que fue exitoso pero controvertido primer edil de la Gran Manzana entre 1994 y 2001 y pareció enterrar las sombras sobre sus políticas racistas y contra los pobres y de excesivo apoyo en la brutalidad policial al ser apodado "el alcalde de América" por su respuesta a los atentados del 11-S.

Paralelo temperamental y político

Rudy es no solo desde hace décadas amigo cercano de Trump (que tiene a su hijo Andrew contratado en la Casa Blanca) y desde 2018 su abogado personal sin sueldo, con acceso frecuente a reuniones en privado y sin testigos, sino en muchos casos paralelo temperamental y político. Ambos comparten la sed inagotable de publicidad y la afición por la provocación, la incorrección política y las falsedades ("La verdad no es la verdad", llegó a decir Giuliani el año pasado).

También tienen en común un agitado historial de relaciones sentimentales (con tres esposas por barba) y un costoso estilo de vida. Según el último proceso de divorcio de Giuliani, por ejemplo, él y Judith Nathan gastaban al mes 230.000 dólares (ahora él pasa a su ex 42.000 dólares al mes), tenían seis casas en propiedad y membresía en 11 clubs de campo. El exalcalde es capaz de gastar 7.000 dólares en plumas estilográficas o 12.000 en puros.

Una trayectoria empresarial donde se enfangan el interés privado con el servicio público es también punto de conexión. En el 2002 Giuliani creó la firma de consultoría Giuliani Partners y pronto estableció la subsidiaria Giuliani Security & Safety, que ha dado asesoría y entrenamiento policial, antiterrorista, de espionaje y respuesta de emergencia en América Latina, Oriente Medio y Europa del Este. Lo mismo ofrecía discursos a 200.000 dólares por intervención que trabajaba con firmas como TriGlobal Strategic Ventures dando asesoría de imagen a oligarcas rusos vinculados al Kremlin. Y en el 2017, cuando trabajaba para el bufete Greenberg Traurig representando a extranjeros con procesos judiciales en EEUU, llegó a ganar 9,5 millones de dólares.

Desde hace tiempo a Trump y Giuliani (que no logró su objetivo de ser secretario de Estado y rechazó las ofertas del presidente para ser fiscal general o secretario de Seguridad Nacional) les une también la obsesión por desacreditar las investigaciones del presidente, especialmente la de Mueller, como políticamente motivadas y ejecutadas por agencias de inteligencia según ellos al servicio de los demócratas. Giuliani ha llegado a comparar a los agentes de inteligencia con los nazis