Conflicto en el Magreb

El asalto marroquí separó a varios menores de sus familias

La policía mete en orfanatos a hijos de padres desaparecidos

B.M.
RABAT

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Fátima sólo tiene tres años y el pasado lunes dejó de sonreír y de hablar cuando, en mitad del terror sembrado por la intervención militar del Ejército marroquí contra el campamento de las afueras de El Aaiún, perdió a sus padres. Huyeron de los gases lacrimógenos y de las porras que usaron los militares para desalojar a los miles de saharauis que protagonizaron una protesta social y nacionalista de nuevo cuño.

«La niña se encuentra en un estado de conmoción», relata por teléfono a EL PERIÓDICO la familia de acogida. No es el único caso en el barrio Duirat de El Aiún. Al menos otros cuatro menores de ocho año esperan arropados por otras familias, alguna pista sobre el paradero de sus padres. Según el activista Abdelahi, la policía marroquí «ha metido en un orfanato o a niños de padres desaparecidos».

Mientras que los colonos marroquís acuden a sus puestos de trabajo con el sabor amargo de la mayor batalla campal en 35 años de conflicto, la población saharaui sigue parapetada en sus casas lamentándose por los muertos, los detenidos, los de-saparecidos y los heridos.

HUMAN RIGHTS WATCH / La organización de derechos humanos Human Rights Watch, ha conseguido desembarcar en El Aaiún para investigar sobre las víctimas de la masacre. Cien saharauis, muchos con las heridas aún abiertas, han ingresado en la llamada Cárcel Negra de El Aaiún y «otros muchos esperan su destino en las comisarías de policía», aseguró Mohamed Mayara, miembro de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones de los Derechos humanos .

El Aiún parece que recobra la normalidad mientras que policías y militares vigilan desafiantes cada calle de cada barrio saharaui. Los jóvenes que han hablado con este diario describen la situación como la de «un infierno el calma».

El territorio del Sáhara vive el odio entre dos comunidades, la marroquí y la saharaui.:«Jamás los civiles se habían enfrentado a sangre y fuego» dijo indignado Ramdan Mesaoud, presidente de una Asociación Saharaui de Derechos Humanos. Hay psicosis de que este odio generado se extienda al resto de ciudades marroquís.