Contaminación odorífera
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Un paso adelante contra los malos olores

Disponer de un reglamento oficial será de gran utilidad para combatir un problema que molesta e inquieta

Unas alfombrillas cubren una tapa de alcantarilla frente a una terraza en la Rambla del Poblenou, en Barcelona.

Unas alfombrillas cubren una tapa de alcantarilla frente a una terraza en la Rambla del Poblenou, en Barcelona. / ZOWY VOETEN

La Diputación de Barcelona ha publicado un modelo de reglamento contra los malos olores que ha de servir a los ayuntamientos de la provincia para poner en marcha o, si es el caso, mejorar sus propias normativas. Con esta iniciativa, el ente provincial persigue facilitar a los consistorios un instrumento que les ayude a combatir con más eficacia un problema que está generando numerosos conflictos y causando cada vez mayor inquietud en los pueblos y ciudades de Catalunya.

Lo demuestra el hecho de que, en los últimos cinco años, el Síndic de Greuges de Catalunya haya recibido 120 quejas y haya tenido que efectuar 80 actuaciones relacionadas con problemas de malos olores. Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona ha registrado un total de 717 reclamaciones por el mismo motivo desde el año 2019.

Si bien es cierto que nos encontramos ante una cuestión cuya regulación -que implica sistemas de medición y el establecimiento de límites- resulta compleja, no deja de sorprender que una iniciativa como la de la Diputación -igual, por ejemplo, como el borrador de ley sobre contaminación odorífera redactado la Generalitat y paralizado por la convocatoria de nuevas elecciones en Catalunya- no haya llegado hasta ahora. Mientras en otros ámbitos, singularmente en el de la contaminación sonora, las administraciones hace tiempo que se pusieron manos a la obra, en el caso de los hedores no existe normativa alguna ni a nivel europeo, ni estatal ni autonómico que los regule y fije las correspondientes sanciones.  

Tanto es así que son muy pocos los ayuntamientos catalanes que cuentan con una regla específica e integral centrada en los malos olores, que pueden causar graves molestias a aquellas personas que se ven forzadas a convivir con ellos. Los casos que, a modo de ejemplo, son narrados en la edición de hoy de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA son ilustrativos de las contrariedades que supone para las personas tener que estar constantemente expuestas a olores desagradables. Estamos ante un tipo de problemas que puede llegar a causar verdadera intranquilidad y angustia entre los vecinos, como señalan las entidades y asociaciones que en Catalunya se ocupan de denunciarlos. Son situaciones que con frecuencia se arrastran durante muchos años sin que se encuentre una solución satisfactoria. Los vecinos se desesperan porque sus quejas no son debidamente atendidas y acaban sintiéndose abandonados. 

En cuanto a las causas de los malos olores señaladas por las quejas recibidas por el Síndic de Greuges, nos encontramos en primer lugar con las empresas que desarrollan actividades industriales. En segundo, y muy cerca de las anteriores en cuanto a número, están los establecimientos de restauración. Después vienen los conflictos vinculados al alcantarillado o contendedores de basura así como también los malos olores debidos a la actuación de vecinos.

Todo lo dicho otorga pleno sentido a la actuación de la Diputación de Barcelona, que ha constatado un extendido malestar en el mundo local ante un problema, que, añade, se está agravando. Un mundo local al que sin duda le va a resultar muy útil disponer de un reglamento que les va ser de gran utilidad para combatir con mayores garantías los problemas originados por los malos olores.