La ciudad de las almas solitarias

ELISEO Oliveras

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Bruselas, la capital de Bélgica, es ante todo una ciudad de personas solas. Los últimos datos estadísticos sobre la composición de los hogares en la región capital revelan que la mitad de sus hogares está compuesto por personas que viven solas. Otro 29,8% de los hogares de Bruselas está formado por familias con uno y dos hijos, el 13,4% por familias monoparentales y el 6,7% restante por familias con tres hijos o más. El nivel de soledad de la población de Bruselas no tiene paralelo en el resto del país, donde los porcentajes de hogares de una sola persona oscilan entre el 29,1% de Flandes y el 34% de Valonia.

Las personas que viven solas en Bruselas representan el 24% de los 1,051 millones de habitantes que tiene la capital, frente al 14% en el caso del conjunto de Bélgica. La soledad belga ha tenido un crecimiento exponencial en la década de los 80 y sobre todo de los 90, duplicándose su número con relación a 1970.

La composición de ese grupo de personas solas también se está modificando de manera sustancial en las últimas décadas. Si a principios de los 80, ese grupo concentraba sobre todo a viudas y viudos, en la actualidad, las personas que nunca se han casado o formado una familia constituyen el grupo más numeroso, el 38% del total, según los datos recogidos por el instituto de estadística belga. En el caso de los varones, ese porcentaje aumenta hasta el 44,5%. Los viudos y viudas son ahora el segundo grupo (30,9%) y los separados el tercero (22,7%).

El papel de Bruselas como capital administrativa de la Unión Europea (UE), con las sucesivas incorporaciones de 18 países desde 1980 y el consiguiente desembarco masivo de nuevos funcionarios procedentes de los nuevos estados miembros ha contribuido a ese fenómeno. Las cifras oficiales incluso pueden quedarse pequeñas, ya que no incluyen la mirada destagiaires, colaboradores y personal temporal que trabaja para las instituciones europeas, las empresas representadas en Bruselas y la multitud de lobis y grupos de presión del entorno europeo.

Ese carácter de ciudad de personas solas tiene su reflejo comercial en elboomque se ha producido en los últimos meses en los supermercados, donde se ha multiplicado de forma extraordinaria la oferta de porciones para una persona de diferentes productos o de pequeños platos preparados para el consumo individual.

Otro lugar donde se puede percibir con claridad la soledad bruselense es en los cafés y bares de la ciudad, en los que sorprende el elevado número de belgas de edad media o avanzada que están bebiendo solos, en contraste con el carácter más gregario de la clientela de los cafés y bares en España y en los otros países mediterráneos. La población más joven sola, especialmente los inmigrantes europeos asociados al mundillo de la UE o la OTAN, mantiene una vida social muy intensa, que contrarresta la soledad de vivir en hogares unipersonales. Las personas mayores son quienes padecen el mayor nivel de soledad, sobre todo mujeres viudas, a las que se puede escuchar quejarse del escaso contacto que tiene con ellas su familia.