MIRADOR // JOAN MANUEL Perdigó

Una precariedad relativa

JOAN MANUEL Perdigó

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Han pasado solo dos semanas y los efectos del maremoto electoral registrado en las costas atlántica y cantábrica el 1-M han llegado a Madrid, el rompeolas de las Españas. Dos plenos parlamentarios han bastado para que Zapatero se haya visto sometido a los embates de una oposición rejuvenecida, y a merced de antiguos socios despechados que no solo se niegan a achicar agua sino que se afanan en abrir boquetes.

Con la tempestad de la crisis sin meteorólogo que se atreva a aventurar cuando amainará, las apuestas por el hundimiento del buque socialista ganan enteros en todos los mercados. En política, las previsiones más allá de tres meses suelen ser tan arriesgadas como las meteorológicas. Como mucho, sirven para bosquejar situaciones relativamente razonables. Sin embargo, a los amantes de la tormenta perfecta les convendría fijarse en síntomas que no por estar en segundo plano dejan de ser significativos para aventurar un pronóstico de la legislatura.

1) A Zapatero solo le faltan siete diputados para la mayoría absoluta, no 15 ni 20. No hay duda de que con el apoyo de PNV (6) o CiU (10) las cosas serían más sencillas, pero en ningún sitio está escrito que el bloque de los pequeños de la izquierda --ERC (3), IU-ICV (2), BNG (2), Nafarroa Bai (1)-- además de los dos diputados de Coalición Canaria, que practican el peix al cove con menos ruido político que sus homólogos catalanes-- no sirva de colchón.

2) Es cierto que la venganza es un plato que se sirve frío y que ahora, más de dos años después de que Mas no llegara a la presidencia de la Generalitat porque Zapatero no habría hecho los deberes para dejar a Montilla en la oposición, CiU ve el momento de cobrarse la deuda. Pero no es menos cierto que en momentos de turbulencia, por encima de las legítimas iras de los militantes está el parecer de los electores. Será difícil explicar al electorado nacionalista que, en mitad de la tormenta, hay que dedicarse a hundir el barco cuando, además, la alternativa es un adelanto electoral con ciertas posibilidades de victoria del PP, el del recurso contra el Estatut.

3) En cualquier caso, nadie va a ser tan insensato de forzar unas elecciones antes de que concluya la presidencia española de la UE, en el primer semestre del 2010. Hay tonterías que en el exterior no se toleran. Para entonces, septiembre del próximo año, estaremos a un paso de las elecciones catalanas y en Euskadi, el experimento de Gobierno en extrema minoría de Patxi López habrá cubierto su primer año. Tiempo para que los protagonistas hayan reflexionado, en especial un PNV ya libre de Ibarretxe. Con el tablero político abierto en Catalunya y Euskadi, hacer conjeturas ahora sobre el futuro de Zapatero tiene, precisamente eso, poco futuro.