crónica

Crónica de Luis Troquel: 'No solo de nostalgia vive Juan Luis Guerra'

El artista dominicano se mostró en plena forma en el Palau Sant Jordi

El cantautor dominicano Juan Luis Guerra, al principio de su concierto del martes en el Palau Sant Jordi.

El cantautor dominicano Juan Luis Guerra, al principio de su concierto del martes en el Palau Sant Jordi.

LUIS TROQUEL
BARCELONA

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Lo bueno que tiene no haber parecido nunca joven es que, de mayor, tampoco se te ve envejecido. El pasado martes, Juan Luis Guerra parecía el mismo que hace 17 años abarrotaba anticipadamente la Monumental y, dos años después, dejaba pequeño el Palau Sant Jordi. "¿La próxima vez necesitará un Estadio Olímpico?", decía una crónica de entonces en este mismo diario. Esa próxima vez no llegó hasta el 2005, después de haber superado una grave enfermedad y ya como ferviente militante de la iglesia evangélica, en un pabellón Olímpic de Badalona medio vacío.

Parecía que en esta ocasión sí llenaría. Su último disco,La llave de mi corazón,le ha abierto perspectivas como ninguno desde sus días de gloria yBachata rosa. Pero a pesar de los muchos galardones internacionales obtenidos, el Sant Jordi tuvo que reducirse para que no resultara desangelado con solo 7.000 personas. Y más de la mitad hispanoamericanos; algo que, lógicamente, era aquí impensable en 1991.

Lástima para los que se lo perdieron, porque fue una de los conciertos latinos mejores de las últimas temporadas. SuTravesía world tourempieza con imágenes grabadas en vídeo de un avión sobrevolando los cinco continentes para aterrizar justo en la pantalla central. Se abre la compuerta y se le ve a él. Baja la escalerilla, sube a un ascensor y aparece, por fin en carne y hueso, sobre el escenario cantando la canción que da nombre a la gira.

Fue como si el tiempo no hubiera pasado en el mejor sentido de la expresión; ya que además de recuperar gran parte del repertorio de aquellos tiempos en que llovía café, su excelente nuevo disco transformaba la noche en mucho más que una reunión nostálgica. Y eso que este dominicano es de los que nunca ha grabado un mal disco. De casi todos rescató algo, incluso dos piezas del de temática cristiana. La verdad es que chocó verle pasar directamente de la religiosidad proselitista dePara tia la picarona sexualidad deLa Bilirrubina.Mejor encajada estuvo en cambioLas avispas(¡tan buena que hasta da ganas de convertirse!) antes deLa Gallera,que ya en su día parecía un pasaje pagano de La Biblia y que introdujo tocando él mismo un solo bluesero de guitarra eléctrica.

Primó el ritmo de merengue, aunque hubo también algo de salsa y mucha bachata. En primera línea, tres coristas rememoraron los inicios de 4.40, y también tuvieron especial protagonismo los 6 percusionistas de su macrobanda, que hasta terminaron recreando la coreografía deThrilleral más puro estilo prisión filipina. Y, ya abriendo una generosa tanda de bises, la insustituibleVisa para un sueño; por cierto, su compatriota Pavel Núñez casi se queda sin poder ejercer de telonero porque no querían concederle el visado.