GENTE DE HORTA-GUINARDÓ

Joaquim Carbó: «Las lenguas son siempre inocentes»

Autor prolífico en catalán Joaquim Carbó, que se siente del Guinardó pese a que un cambio territorial lo situó por unos metros en Sant Martí, reivindica el catalán con más de cien libros.

«Las lenguas son siempre inocentes»_MEDIA_1

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ÓSCAR HERNÁNDEZ
BARCELONA

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A juzgar por la bondad, humildad y sinceridad que transmite a corta distancia Joaquim Carbó (Caldes de Malavella, 1932) nadie diría que este escritor ha publicado más de cien libros (un millón de ejemplares vendidos, sobre todo gracias aLa casa sota la sorra). El mérito es aún mayor porque esta ingente producción literaria es en catalán (comenzó en los años de represión lingüística) y la ha compaginado con su trabajo en La Caixa y con múltiples actividades de promoción del catalán, desde la fundación de la revistaCavall Fort, hace 50 años, hasta la creación de la Associació Catalana d'Escriptors, pasando por la participación como jurado en decenas de premios literarios.

—¿Cómo empieza esta pasión por la literatura?

—Yo era un buen lector y tuve la suerte de ser vecino de Maria Novell, en Sant Gervasi. Ella tenía una modesta biblioteca en su casa y me dejaba libros, tenía 13 años y empecé a leer mucho. Luego, con 16 entré en La Caixa como administrativo y la empresa convocó un concurso literario en el que gané los dos premios. Luego publiqué cuentos en revistas comarcales. Hasta que llevé un libro con ocho cuentos a un editor y la censura prohibió dos.

—¡Vaya estreno!

—El censor vio en esos dos cuentos un contenido erótico. Uno trataba de unos soldados que ponen en común su dinero y sortean quién se acostará con una prostituta. Lo peor fue que el editor había pagado 500 pesetas por la ilustración de la portada del libro en la que se veía a los soldados ofreciendo dinero a una chica. Yo cambié el cuento por otro en el que los soldados recogen dinero para que uno de ellos se pueda ir en tren de permiso. Y pudimos salvar la ilustración. Conservo el informe del censor porque una investigadora lo consiguió en el Ministerio de Información y Turismo cuando buscaba información sobre la obra de mi amigo Manuel de Pedrolo. Unos cuatro años después gané el premio Victor Català, en la Nit de Santa Llúcia.

—Debió tener más problemas por escribir en catalán ¿no?

—Una vez me citaron en la Jefatura de Policía de Via Laietana porque figuraba como jurado en un concurso literario en catalán. Les extrañaba no tenerme controlado. Pero su interés era averiguar dónde había aprendido a escribir en catalán.

-Siempre en catalán.

—No se me habría ocurrido hacerlo en castellano. Yo me sentía catalanista y creía que debía recuperar cosas que de niño no conocí por el franquismo. Pero no era un luchador. Yo leía, me suscribí a colecciones de libros y revistas en catalán. Y bailaba sardanas. Así contacté con gente que había conocido la época anterior a la dictadura. Allí surgieron las clases clandestinas de catalán. Luego me apunté al Esbart Verdaguer antes de ir a la mili. Josep Benet me dijo: «Ya que no nos dejan escribir ni cantar en catalán, bailaremos». Pero también leo en castellano. Las lenguas son siempre inocentes, lo malo es lo que te imponen.

—¿Cómo ha dejado de vivir en el Guinardó sin moverse de casa?

—Pues todavía no lo sé. Pero hasta 1975 el Guinardó acababa en la calle de Còrsega. De pronto, en 1975 trazaron el límite del distrito de Horta-Guinardó dos calles más arriba, en Sant Antoni Maria Claret, donde yo vivo. Ahora mi acera pertenece al distrito Sant Martí y la de enfrente, al de Horta-Guinardó, de donde me he sentido los últimos 50 años. ¡Si hasta la calle del Guinardó está en Sant Martí!

—La mayoría de sus libros son para niños y jóvenes, sobre todo su gran éxito La casa sota la sorra. ¿Cómo ve a estos jóvenes en plena crisis?

—Siempre hemos vivido con crisis. Antes también lo teníamos mal, pero al menos había la posibilidad de prosperar, de ir a mejor. Yo nunca imaginé que tendría piso, coche y casa. Ahora mejorar va a ser imposible. Cuando has vivido muy bien como hasta ahora es muy difícil volver a atrás. De niño, llegué a ir andando para ahorrarme el metro y comprarme una pelota de pimpón. Eso los chicos de ahora no lo han vivido. Yo les aconsejo que se preparen y que acepten cualquier trabajo, que no se paren nunca, aunque el empleo no se corresponda con sus estudios. Y que esperen a que la situación mejore. Lo malo es que con la crisis siempre pagamos los mismos. Como los que no podrán pagarse la universidad por la subida de tasas. Eso a los ricos no les afectará.