"¿Yoga para gordas? Sí, claro"

Hace algún tiempo leí un artículo con el título 'Inspiración: yoga para gordas' en un blog de cuyo nombre no quiero acordarme. Recuerdo que mi primer impulso fue cerrar la pestaña, pero tanto me pudo la indignación que decidí pasar un 'buen rato' leyendo las sandeces que algún machirulo musculitos o alguna estiradilla fitness tenían que declarar.

Huelga decir que el artículo era una retahíla de sandeces, tópico tras tópico y un 'link' a un curso adaptado para “chicas grandes” (que digo yo... soy gorda, ¡no una gigante!). La frase que me atravesó como si me hubieran disparado al mísmisimo corazón fue la siguiente: “No te frustres intentando hacer algo para lo que tu cuerpo no está preparado”.

Como yogui que me considero me veo en la obligación de soltar el rollo. Sí, lo siento, pero es que si no reviento. El yoga es mucho más que posturitas de contorsionismo y mallas 'fashion'. Es todo un estilo de vida que Occidente ha prostituido. Pero incluso el yoga como práctica reducida a la mínima expresión es esencialmente adaptable a todo el mundo.

La práctica comienza en la respiración y, que yo sepa, hasta las gordas sabemos respirar. Además el peso no tiene absolutamente nada que ver con habilidades como la fuerza y la flexibilidad. Puede ser que el volumen de tu cuerpo o ciertas dolencias derivadas de un sobrepeso te impidan algunas transiciones o posturas avanzadas, pero siempre hay una versión fácil, como con los videojuegos. Y no por eso la práctica es menos efectiva, y por supuesto en ningún caso menos 'correcta' o adecuada.

Dice el refrán que “el tiempo lo cura todo”; yo diría más bien que “el tiempo lo puede todo”. Así que deja de nadar en un mar de ansiedad por el futuro que no llega y depresión por el pasado que se te escapa; vive el momento, estate presente en cada pequeña cosa que hagas y encontrarás la calma. Y si estás gorda pero te gusta el yoga, empieza a practicar; y no pares, no desfallezcas, esa es la verdadera receta del éxito para todo en la vida.