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Vivimos en un mundo que nos crea necesidades innecesarias

Carteles de rebajas en una tienda de moda del Portal de l’Àngel de Barcelona, este sábado.

Carteles de rebajas en una tienda de moda del Portal de l’Àngel de Barcelona, este sábado. / MARTÍ FRADERA

No haría falta ser Thomas Piketty para deducir a dónde nos lleva el progresivo y desigual reparto de la riqueza en el mundo. El crecimiento sostenido, el mantra-motor de ese impulso tecnocrático. El mercado, la autopista del hipercapitalismo suicida, con nula responsabilidad fiscal-judicial, 'arrastrando' al mundo hacia la hecatombe existencial.

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Es el sistema, estúpido -dijo el necio-. La causa: un crecimiento sostenido basado en abastecer a los mercados con miles de productos innecesarios que solo sirven para mantener el sistema. La consecuencia: alterar el clima y la biosfera, empobrecer la biodiversidad y los recursos energéticos, arrasar ecosistemas, culturas y valores humanos sembrando dolor y muerte.

En su última "lección", el escritor Juan Manual de Prada lo describía: "En ésta época decadente se percibe el desprecio hacia toda forma de sabiduría y virtud al suplirlas por todos los sucedáneos que despliegan para cubrir ese hueco".

Resulta delirante confiar en gobernantes que promueven una economía lesiva para la salud física, mental y espiritual y para la supervivencia humanas. Economía patriarcal, basada en castrar la autogestión de la salud, lastrar y discriminar la sensibilidad femenina y depredar los recursos de la biosfera.

Que al basarse en el fomento del machismo y la expansión de "necesidades" innecesarias, frustra todo progreso humano, sumiendo a la comunidad en una crisis civilizatoria.

Siento frustración cuando se confunde dinero con riqueza, deseo con anhelo, comida con alimento, religión con ciencia espiritual y conocimiento con sabiduría. Al desconocer la razón de la existencia y a la vez sentirse "realizados" por conseguir poner años a la vida y no vida a los años.

En esta última partida, nos jugamos: su bolsa o nuestra vida. Ser o no ser.

 

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