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"Solidaridad cultural sí, pero para todos"

El MNAC, visto desde la Font Màgica de Montjuïc.

El MNAC, visto desde la Font Màgica de Montjuïc. / ÁLVARO MONGE

Gala León

Desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, la mayoría de los europeos hemos demostrado nuestro lado más solidario. Desde la aportación de material sanitario y alimentos hasta la acogida de refugiados en los hogares.

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Hace unos meses, el Ayuntamiento de Barcelona tomó la decisión de brindar a todos aquellos ciudadanos ucranianos la posibilidad de visitar museos y centros culturales de manera gratuita. Esta resolución generó cierta inquietud, ya que saca a la luz un tema bastante polémico: el racismo.

Trabajo en un museo y no tengo ningún inconveniente en incorporar esta nueva medida. Sin embargo, me gustaría cuestionar por qué no se ha dudado en darles esta ventaja a nuestros vecinos europeos, mientras que otras nacionalidades no han gozado en ningún momento de este u otros descuentos. No recuerdo ningún tipo de facilidad o gratuidad hacia los afganos después de la toma de Kabul el verano 2021 por los talibanes.

Vivimos en una sociedad hipócrita en la que queremos sentirnos bien con nosotros mismos y mostrar de cara al público nuestro lado más bondadoso y generoso; pero cuando nos piden extender esta imagen fuera de los bordes de nuestra llamada 'nación' parece que el objetivo de la cámara se nuble y no recordemos esta faceta de la que tan orgullosos nos sentimos.

Los ciudadanos ucranianos están pasando por un momento muy duro y considero que ayudarlos tanto a ellos como a sus familiares o compatriotas es un acto de humanidad y del que estoy a favor, ya que acceder a la cultura y la educación nunca debería tener impedimento para nadie y es una manera de acercarse a un colectivo que lo está pasando mal. Pero esto debe extenderse a todos aquellos cuyos países estén pasando por una guerra, catástrofe o cualquier situación desafortunada.

Por tanto, solidaridad, sí, pero tanto para aquellos que están cerca como para aquellos que tienen que cruzar mares y fronteras. Al fin y al cabo, la generosidad no debería tener límites.

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