'Retallades' o no saber qué hacer con la verdad

Estos días han sido noticia las retallades de l’Ajuntament de Barcelona. A la oposición le faltó tiempo para anunciar la gran tragedia que padeceremos: 107 millones de retallades y 160 obras paralizadas. De vodevil ver a Collboni y Bosch “patint, pobrets”, por el futuro de la ciudad y Munté ejerciendo de cadena hotelera. Y claro, a disparar contra la alcaldesa Ada Colau, sin argumentar, diagnosticar; el caso es difundir bulos, casi les faltó decir que nos quedábamos sin mar.

Se ha hecho uso mal intencionado en complicidad con determinados medios de un supuesto que se elaboró hace un año ante un posible escenario que no se ha producido en el que en el peor de los casos se contemplaba la posibilidad de que la caída de plusvalías fuera del 40% cuando en realidad en la actualidad es del 12 %. Se ha llegado a hablar de obras que no se harán y que sin embargo ya están iniciadas. No cuentan que el superávit se ha invertido en políticas sociales, que han aumentado un 50%, siendo con 850 millones la ciudad que más destina a gasto social del Estado. Tampoco dicen los especialistas en crear alarma social que los presupuestos se elaboran con previsión de ingresos propios, pero también de la Generalitat y del Estado, que son administraciones que sí han efectuado recortes y se han desentendido de competencias que les son propias como guarderías o vivienda pública.

No emplearán ni un minuto en explicar por qué las tasas de la universidad en Catalunya son las más caras del estado o por qué subvencionan escuelas del Opus. Y no les interesa explicar que el desfase en ingresos es anecdótico de 1% y que por tanto se reprogramarán, no se anularán, unas obras, algo habitual en el desarrollo de cualquier programación que en este caso tiene un cumplimiento a mitad de ejercicio, cercano al 80% y al que se han ido añadiendo obras al programa inicial.

Pero ¿por qué mienten la oposición y algunos medios? Muy sencillo, porque no saben qué hacer con la verdad que les resulta incontestable y va en contra de sus intereses y de los grupos económicos que representan. Hay políticos que no son imaginativos ni saben tomar decisiones, ni tienen un modelo de ciudad y su recurso es la mentira para obtener supervivencia temporal. Se convierte en un hábito obsesivo atacar a la alcaldesa porque intuyen que no le ganarán en las urnas y la realidad del trabajo hecho les lleva a un delirio histriónico. Buscan paracaidistas lejanos o apelan a la unidad del juntos somos más…o menos. Hay quienes dicen que los personas nacen sinceras y mueren mentirosas y es evidente que más de uno huele a cadáver político y lo retallarán.