Recesión: ¿se avecina una nueva crisis económica?

Como en toda enfermedad, cabe el riesgo de recaída si no es atendida y tratada adecuadamente y/o el paciente no acata las prescripciones facultativas (reposo, cuarentena, vigilancia, precaución...). El capitalismo es de naturaleza miedosa, tendente a menudo a movimientos, a veces sísmicos y a veces en forma de terremoto de gran magnitud en los mercados bursátiles, que marcan el ritmo de todas (o casi) las economías locales en un mundo plenamente globalizado a todos los niveles.

En la actualidad los expertos ya nos están alertando de una significativa recesión económica que puede desembocar en una nueva crisis mundial, o la segunda parte de la iniciada hace una década de la que aún sufrimos sus coletazos. Pues bien, los galenos nacionales e internacionales encargados de diagnosticar la enfermedad, tratarla debidamente y realizar el seguimiento apropiado durante la convalecencia hasta el restablecimiento, no están ni han estado por la labor ni a la altura de las circunstancias, entre otras cosas, porque obvian constantemente los episodios cíclicos que se vienen produciendo a lo largo de historia, que a la postre, sirven de base para prevenir y alertar ante futuros síntomas de recaída.

Se dice que son varios los factores que confluyen para que nos hallemos en el actual episodio, y sobre todo, el que posiblemente está por llegar: el proteccionismo de Trump y la expansión económica de EEUU, la desaceleración en China, el brexit, el encarecimiento del petróleo, la depreciación de las monedas turca y argentina, la desestabilización política a nivel mundial, etcétera.

La globalización, evidentemente, tiene sus riesgos económicos para una u otra parte del mundo. Mientras algunos mercados emergen otros sufren importantes retos para equilibrar su balanza financiera, o simplemente, subsistir. Que no nos expliquen cuentos chinos. El sistema capitalista salvaje marca las pautas de quienes han de vivir más opulentamente y de quienes han de malvivir o directamente perecer. Siempre ha sido desde que el mundo echó a andar. Por ello, cuando a la población más desfavorecida le llega los 'cantos de sirena' en forma de anuncio de desaceleración o recesión de la economía, no es más que un modo de avisarla de que en breve sufrirá las temidas reformas y recortes sociales (ajustes, lo denominan) y que deberá apretarse, una vez más, el cinturón. La clase trabajadora cada vez más empobrecida, y la acomodada más enriquecida.

No preciso ser economista para exponer mi humilde análisis a grandes rasgos de las causas de las mal llamadas "crisis económicas", pues la realidad se impone tozudamente cuando las microeconomías locales y barriales son absorbidas por la macroeconomía de igual manera que subyuga nuestras vidas. Seguro que cualquier economista profesional me lo podrá rebatir, pero este es mi pensamiento y sentir -y probablemente el de muchos ciudadanos de a pie-, y mi forma de denuncia ante las continuas injusticias sociales.