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Las cenizas de mi madre y el responso que no fue porque el mosén no quiso

Una de las rosas de Sant Jordi que hoy llegarán a los hogares durante este confinamiento.

Una de las rosas de Sant Jordi que hoy llegarán a los hogares durante este confinamiento. / Europa Press

Ella era de Mazarrón, Murcia, su tierra querida, pero hacía muchos años que vivía en Fogars de la Selva. Su parroquia, la iglesia de Sant Cebrià, la rige un mosén, Joan Triadó Serracans (al igual que las de Breda, Hostalric, Massanes y Ramió) dependiendo del obispado de Girona.

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Mi madre es la única persona del pueblo que ha fallecido a causa del coronavirus, y ojalá que sea la única.

Después de meses de espera nos entregaron sus cenizas y, rotos por la tristeza, nos volcamos en organizar su funeral aquí, en Catalunya, en esta tierra donde echó raíces y a la que tanto amaba.

Le pedimos al cura un responso, no queríamos una misa al uso. Diseñamos recordatorios, encargamos flores (rosas, como a ella le gustaban) un retrato para ponerlo junto a sus cenizas y elegimos la música.

Días antes hablamos de nuevo con el cura porque no había preguntado nada sobre mi madre y en un responso se habla de la persona: quién era, qué hizo en este mundo, lo orgullosa que estaba de su familia, de sus hijos y de sus nietos, de su bondad, de su alegría...

Nos citó en la iglesia media hora antes de la ceremonia. Le pedimos si podía ser en castellano pero dijo que no, que ya lo tenía todo preparado en catalán. Nos preguntó su edad, cuántos hijos tuvo y qué día falleció. No preguntó nada más y eso fue todo lo que explicó sobre mi madre. ¡Absolutamente nada más!

Según avanzaba la ceremonia vimos que el cura estaba oficiando una misa, sacramento de la eucaristía incluido, y se mostró seriamente contrariado cuando nadie quiso comulgar. Los músicos empezaron a tocar el Ave María pero les ordenó parar. Tomó su comunión y tras el acto de acción de gracias se dirigió a las personas que estaban de pie al final del pasillo y les pidió que le dejaran el paso libre para poder salir rápido y llegar a tiempo a no sé dónde que tenía que ir... Se escuchó entonces un sonoro "Amén" que pronunció mi hermana pequeña y que venía a suplir el grito de indignación que nos salía a todos.

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