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Puigdemont y la hemeroteca.

El ’expresident’ Carles Puigdemont, en un acto político en Perpinyà.

El ’expresident’ Carles Puigdemont, en un acto político en Perpinyà. / EFE / DAVID BORRAT

Guillermo Moya Torres

Esta semana un desaparecido Carles Puigdemont publicó un tuit en el que aseguraba que, de poder volver al día 10 de Octubre del 2017, cuando declaró y revocó en ocho segundos la DUI, no la volvería a revocar. Atribuye esa decisión a un supuesto diálogo entre los gobiernos central y autonómico que hasta ese momento no se había dado ni se iba auguraba que se fuera a dar.

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Lo que parece no recordar el expresident es que días después, el viernes 27 de ese mismo mes, volvió a declarar la DUI y ordenó a sus 'consellers' regresar a sus despachos el mismo lunes para seguir "implementando la república". Lo que quedó más que evidente es que el plan de Puigdemont no era constituir una república, sino huir de España y, principalmente, de los catalanes que ya le estaban tachando de 'botifler'.

Años después sigue queriendo aparecer como una víctima cuando los perjudicados somos todos los catalanes, y ni siquiera es capaz de reconocer sus propios errores, tal y como hacen en privado todos sus excompañeros del Procés.

Sinceramente este es un personaje que la historia deberá analizar en un futuro. Su populismo, oportunismo, su discurso y sus seguidores están fuera de toda lógica y, sobretodo, de cualquier atisbo de 'seny'. Ya lo decía Tarradellas: "en política se puede hacer todo menos el ridículo".  

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