Un perro no es un juguete

El invierno ha llegado y con él las luces de Navidad, los turrones y las primeras listas de deseos de muchos niños. Unos patrones que se repiten año tras año y que hoy, al verlo de nuevo, me ha venido a la cabeza mi recuerdo de infancia.

Cuando era pequeña mi carta a los Reyes era un tanto particular, era breve y precisa, y se resumía en un único regalo: quiero un perro. Sí, así de claro lo tenía, es más, nunca perdí la esperanza. Durante muchos años esperé que aquel animal llegara a mi casa durante una noche fría de diciembre, pero nunca lo hizo. Por aquel entonces no lo entendía, me frustraba no poder entregarle todo el amor que tenía guardado para él, pero con el tiempo lo comprendí.

Una mascota no es un juguete, necesita tiempo y cuidado, es un responsabilidad muy grande y se debe estar preparado para ello. Y yo no lo estaba, era una niña, y mis Reyes lo sabían. Pero no os preocupéis, aquí no acaba la historia. Cuando me hice un poco más mayor adopté dos perritas preciosas a quienes les he entregado toda la ilusión guardada durante este tiempo.

Hoy, con mi historia, quiero hacer reflexionar a todas aquellas personas que están pensando en traer un nuevo miembro a la familia estas navidades. ¿Estáis preparados? ¿Os comprometeréis para siempre? ¿Sois conscientes de la responsabilidad que comporta? Si la respuesta es sí, entonces acercaros a cualquier perrera y allí encontrareis el amor perruno que estáis buscando. Y, sobre todo, no lo abandonéis, él nunca lo haría.

¡Felices fiestas!