"Llevo parches de morfina por el dolor que me causan mis patologías y me consideran apto para trabajar"

Antes de nada quiero agradecer que alguien lea mi carta y así ser escuchado. En 2019, tras estar de baja varios meses, haciéndome todo tipo de pruebas y de concederme la Seguridad Social 18 meses de invalidez, me llama para inspección el ICAM (Institut Català d'Avaluacions Mèdiques) de Barcelona. Aporté todos los resultados e informes médicos (de médicos de la Seguridad Social).

La doctora, con tan poca amabilidad que hasta me hizo sentir incómodo y triste al mismo tiempo, me pregunta que por qué llevo tratamiento con parches de morfina y si sabía ponérmelos. Le conté mi historial con informes. Diagnosticado de fibromialgia en 2019. Discopatías degenerativas desde la c3 a la c7. Estenosis cervical de c4 a c7. Proceso degenerativo crónico en articulaciones, igual en rodillas y hombro derecho. Y un largo etcétera de diagnósticos, con resonancias, ecografías, gammagrafías, etcétera. Todo esto acompañado de un estado depresivo por mi estado, actualmente en espera de ingreso en un centro de día de psiquiatría. La doctora me contestó: "Muchas cosas son. Puede marcharse, ya le dirán algo".

En junio de 2020 me mandan un certificado con el alta para trabajar. Soy auxiliar de clínica en una residencia geriátrica desde hace 36 años. Solicito a la empresa que me hagan un examen de validez laboral, cuyo resultado es "no apto para trabajar", y menos con tratamiento de morfina (parches). Fue un despido forzoso sin indemnización pero con dos años de paro.

Denuncié en la Seguridad Social. En octubre de 2021 el señor juez pensó lo mismo: no es suficiente para una invalidez. Se hace un recurso, el cual, con fecha 27 de abril de 2022, lo desestima argumentando que el despido agudizó más mi patología y que puedo desarrollar cualquier tipo de trabajo.

No entiendo de leyes, pero en este caso les aseguro que no son acertadas, porque de lo que sí entiendo es de humanidad y coherencia.